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cultura - DOMINGO, 31 DE MARZO DE 2013


Una pieza italiana procedente de Montelupo (Florencia). gardeu.

patrimonio histórico
 

Los materiales de la Puerta Califal descubren el estilo de vida del Renacimiento ceutí

La arqueóloga Cibeles Fernández destaca que los elementos encontrados en la obra de la Puerta Califal permiten descubrir el comercio o las costumbres de otras épocas
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

La arqueóloga Cibeles Fernández se encarga de analizar y estudiar cada elemento que encuentran en la excavación de la Puerta Califal, concretamente en el espacio que han vaciado entre esta muralla y la de época portuguesa. La arqueóloga destaca que más allá de la belleza y procedencia de los materiales en sí, estas investigaciones permiten conocer el estilo de vida de cada época, así como las costumbres o el comercio que hubo en determinados momentos de la historia.

Todo personal de obra, incluidos los arqueólogos, tienden a raspar las monedas que encuentran en una excavación para ver qué grabado tienen. Pero no se debe raspar porque en la mayoría de las ocasiones, el grabado se va. En su lugar, deben guardarlas protegidas para después ser introducidas en un líquido que las limpie. Así lo explica la arqueóloga Cibeles Fernández, de ‘Arqueotectura’, que trabaja en la excavación arqueológica de la Puerta Califal. Son numerosos los materiales que cada día encuentran en la excavación, principalmente en el espacio -esperan extraer un total de 830 metros cúbicos- que han vaciado entre la muralla portuguesa y la Califal, y que por lo tanto tienen como límite de antigüedad la fecha de 1541. “La cerámica más moderna está perfectamente fechada en esa horquilla, pero también hay materiales residuales de épocas anteriores”, explica la arqueóloga.

Fernández destaca que lo importante de la recuperación de materiales, más que la pieza en sí es que permite conocer el estilo de vida cotidiano en una época determinada. “Algo tan sencillo como que se pase de los ataifores islámicos, que son platos comunes, a los platos pequeños, ya indica que se pasa de comer en grupo a hacerlo cada uno con su plato individual; por ello, a través del estudio de las formas, se refleja la forma de vida, y es lo que verdaderamente interesa del material cerámico”, apunta Fernández.

Después de la memoria, un estudio más detallado de los materiales se realizará cuando, una vez terminada la excavación, vengan especialistas de la Universidad Nova de Lisboa. Está previsto que las piezas encontradas se expongan en el Museo de Ceuta.

El comercio que había en la época ha sido otro de los descubrimientos de esta excavación. Por ejemplo, muchos materiales se traían de Italia. En concreto, tienen una decoración muy característica las piezas que procedían de Montelupo (Florencia, Italia). De la zona de Liguria (al norte de Italia) también han hallado piezas muy características en tonos azules y blancos, de las que además han encontrado imitaciones que se realizaban en Sevilla, que aunque de menor calidad, seguían siendo productos de lujo.

También se han encontrado piezas de porcelana china. “Antes de venir a esta excavación -explica la arqeuóloga- nunca había visto porcelana china en estos niveles, porque en Europa se intentaba imitar pero los chinos nunca desvelaron su secreto, y hasta los siglos XVII y XVIII no se consigue una buena imitación, por eso se sabe que estas son de importación y de mucho lujo”. “Estas piezas muestran las relaciones comerciales de la Ceuta portuguesa con otras zonas, a través del Mediterráneo”, añade. “Portugueses también hay muchos materiales -concluye- como la cerámica engobada y bruñida roja”.

Por ello, el trabajo debe ser preciso y detallado. “Recuperamos todos los fragmentos cerámicos y materiales arqueológicos en general: metales, fauna, vidrio...”, explica la arqueóloga. Una vez recogido, se divide por número de estrato y se mete en bolsas que, posteriormente, se encargan de limpiar entre la arqueóloga y el personal de obra. “El lavado es el primer paso una vez se ha cribado”, apunta. Ahora mismo, expandidos por el almacén ya limpiados hay entre 3.000 y 5.000 fragmentos, una cantidad excepcional. No todas las piezas se encuentran de manera manual, sino que muchas son retiradas con máquinas y después cribadas con una malla de manera “muy minuciosa”, lo que permite, por ejemplo, recuperar piezas tan pequeñas como un alfiler. Tras limpiar las piezas -con agua, nunca debe utilizarse jabón, y un cepillo para quitar la arena de borde y superficie- se ponen a secar, colocadas según el tipo de decoración. La arqueóloga realiza una memoria de todo el trabajo.
 


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