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OPINIÓN - DOMINGO, 31 DE MARZO DE 2013

 

OPINIÓN / DESDE LA OTRA ORILLA

Mientras el pueblo descansaba en Semana Santa
 


José Salguero Duarte
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Mientras el pueblo descansaba, en la mañana del Jueves Santo pasado; lloviznaba tenuemente sin cesar, calando la lluvia hasta el tuétano de las comisuras óseas de los pavos rellenos, que se encontraban revoloteando por el mercado de abastos, dando muestra de debilidad, al permanecer casi inmóviles al chorrearles las gotas frías por todo su plumaje y pico.

Eso ocurría cuando me dirigía al kiosco de prensa, al que acudo casi todos los domingos y demás festivos. En el que me ponen al corriente de los últimos chascarrillos acaecidos. Siendo uno de los que me contaron, el momento de tensión vivido entre dos cofradías sevillanas, cuando se cruzaron en la carrera oficial procesional, y a punto estuvieron en la noche del miércoles sus respectivos devotos de liarse a mamporrazos, por culpa de que la lluvia hizo acto de presencia, y una cofradía perjudicó a la otra con su pasividad, en la retirada escopeteada que debieron hacer ambas, para que el aguacero no perjudicara las tallas.

¡Qué pena!, respondí, cuánta tensión hay en la sociedad y ni en esta semana de tanta fe se relajan los nervios. Pero servidor si lo estaba mientras repasaba la prensa haciendo tumboning en el butacón de mi despacho. Y más, cuando degustaba unas torrijas caseras, elaborada por mi amiga Mari Carmen.

Todo, estimado lector, proseguía en paz y en calma en la ciudad de mis sentidos. Y por no moverse no lo hacían ni las neuronas más inquietas de mi masa encefálica en forma de cerebro. Porque por una u otra causa a pesar de tan significativa festividad, los viajeros y demás viandantes escaseaban tanto, hasta el punto, que los despistados que me topé a las claras del día, eran un par de los que frecuentan diariamente los bares del acceso central de la jungla donde moro al sur de al-Andalus.

Disfruté, después, de un paseo por la carretera del faro, para ingerir las dosis necesarias de energías positivas, que me proporciona el salitre del Mar Mediterráneo y del Océano Atlántico al unir sus aguas en El Estrecho.

Siendo una ideal estampa para ser inmortalizada con versos y poemas, para que se empapen de las sensibilidades que transmite esa paz, la que solo saben captar los más sutiles bohemios y románticos, hasta inmersos en el mundanal ruido en hora punta de un día laborable, en los que la contaminación tanto atmosférica como cívica, no dejan ver más allá de lo preciso.

Circunstancias de ceguera que me ocurriera, al cerrárseme las persianas cuando releía horas posteriores en la siesta, esta composición literaria que creaba. Porque una aireación propia de los más tradicionales sainetes de la España quijotesca penetraba en mi estado, provocando que se me adormecieran las yemas de los deseos, al teclear con tanta franqueza mis pensares.

Pero, imprevistamente, una llamada telefónica me despertó del letargo que padecía. Comunicándoseme que la climatología no era tan maligna como en horas anteriores, por lo que, tuve que cambiar el plan estratégico previsto a desarrollar durante la jornada. Aunque, hubiera preferido en esos momentos, que jarreara intensamente, porque no me apetecía lo más mínimo caminar y menos hacer footing, al estar padeciendo unas agujetas impresionantes, doliéndome hasta el cielo de la boca, como consecuencia de que hace unos días comencé a realizar intensamente ciertos deportes, con objeto de ponerme en forma, de cara a la cercana temporada primaveral de playa, para lucir figura y palmito acorde a mi precisa morfología, carente de tripa cervecera.

Es obvio, que no tengo abuelas, porque las pobres fallecieron hace ya años, pero mis respetos y recuerdos hacia ellas, sobre todo a la materna que fue con la que más trato tuve en mi infancia, cuando en vacaciones la visitaba en Ronda, y posteriormente en mi juventud la veía, cuando fui a Hospitalet de Llobregat en busca de un futuro más próspero y mejor que el que padecía en Andalucía.

Guardando inolvidables recuerdos de aquellos años. Pero como tengo que volver a la cruda realidad que me rodea este Jueves Santo de 2013. Paso página de mis batallitas, y abandono mi posición horizontal poniendo pie a tierra, porque de lo contrario, a la rosa de mis mares, si no le hago caso se le desencaja la cara, y se le queda peor, que a los que las preferentes en España y el corralito de Grecia le han mangado, hurtado o chorizado los ahorros conseguidos tras toda una vida de muchos esfuerzos y sacrificios.

Demostrándose, una vez más, que el terrorífico capitalismo y sus tentáculos políticos, no premian a los buenos, sino todo lo contrario. Y han de ser ellos, los causantes de tanta barbarie, los que sean desahuciados y los que pasen años a la sombra sin luz.
 

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