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OPINIÓN - LUNES, 1 DE ABRIL DE 2013

 

OPINIÓN / LA ZARPA

El miedo como arma, el uso del lenguaje y Francisco Márquez
 


Julio Basurco Díaz
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Los poderes económicos, verdaderos dirigentes de los países de la vieja Europa a través de la Troika (FMI, BCE y Comisión Europea), ejercen su control ciudadano mediante la presión y el chantaje. O recortas o te ahogo económicamente. O reformas tu Constitución para dar prioridad a mi lucro por encima de las necesidades básicas de tu pueblo o se te suben los intereses de la deuda. O haces lo que a mí me da la gana o por mis huevos que te hundo. Así es como los poderosos hacen uso del poder en Europa. Ante esta tesitura, la respuesta de los pueblos no puede limitarse al respeto de las reglas del juego y al “buenrollismo” inofensivo. No se puede luchar contra un gigante a base de pellizcos.

El arma más poderosa en la lucha entre pobres y ricos es y ha sido siempre el miedo, miedo de unos a no poder comer o trabajar mañana y miedo de otros a perder sus privilegios. El Estado de bienestar conocido en Occidente tras la II Guerra Mundial ha sido una conquista, una concesión que se obligó al capitalismo a otorgar ante el miedo de éste a la influencia de la URSS y los gobiernos del Este. Muchas veces, medio en broma, medio en serio, se dice que los mayores beneficiados por los avances del “socialismo real” (independientemente de la opinión que cada uno tenga de dicho sistema) fueron precisamente los trabajadores del bloque capitalista. El capitalismo tuvo miedo y cedió. Tras la caída del muro, ese miedo fue desapareciendo y hoy estamos asistiendo a las consecuencias que el capitalismo envalentonado, libre de un contrapoder que le presione, que le meta miedo, produce en la sociedad: más horas de trabajo por menos salario, privatizaciones, vulneración de la Sanidad y la Educación públicas, ataques indiscriminados a los derechos laborales, desigualdad, hambre, etc. Aunque suene duro, las conquistas sociales, igual que la cesión de derechos por parte de los trabajadores, se consiguen mediante el miedo. ¿Qué armas han tenido los sindicatos durante toda su historia para meter miedo a los propietarios de los medios de producción que ejercían su poder mediante el miedo al despido y la pobreza? Pues huelgas, sabotajes, movilizaciones y piquetes. Pura correlación de fuerzas, pura lucha de clases, pura política. El uso del miedo es un factor vital en la política y quien diga lo contrario miente o ignora la realidad. Lo importante es saber sobre qué colectivos se ejerce ese miedo y a partir de ahí tomar partido por un bando u otro.

Tal vez las expresiones “violentas” de los pobres sean más vistosas o llamativas, pero esto es sólo debido a la tremenda desigualdad que en la lucha existe entre unos y otros. Unos pueden llevar a cabo su presión y su violencia mediante gobiernos títeres que a través de decretos-ley disfrazan de democracia lo que no son más que medidas antidemocráticas, y los otros tienen que tirar de calle, gritos, movilizaciones, pancartas, y a veces, pues sí, medidas más radicales.

Otra arma imprescindible que poseen los poderosos son los medios de comunicación, que son los encargados de instaurar en el imaginario colectivo ese puritanismo estúpido en el que currantes que no llegan a fin de mes se alarman más ante un contenedor ardiendo que ante un chaval muerto por las pelotas de goma de la Policía. La manipulación del lenguaje es primordial. El poder y sus medios nos dicen que los ricos que se marchan de un país de gobierno socialista están “huyendo”, mientras que los miles que tienen que irse de países capitalistas como España emigran o “deciden marcharse”. Subir los impuestos a los ricos es hablar de “esfuerzo” fiscal, mientras que bajárselos supone un “alivio” fiscal para toda la sociedad...y todos somos más partidarios del alivio que del esfuerzo. Nosotros, los “recursos” humanos debemos hacernos un hueco en el “mercado” laboral, que quede bien clarito nuestro papel de mera mercancía. No hay guerras imperialistas ni invasiones, sino intervenciones militares para llevar la democracia a los pueblos, dejando por el camino “daños colaterales”, no muertos inocentes. Europa no chantajea; Europa rescata. Los ejemplos son interminables y Francisco Márquez, el diputado de nuestra ciudad, lo sabe bien, y como buen defensor de los privilegios de la clase a la que se representa no duda en manipular y en ejercer ese uso despreciable del lenguaje. Como toda esa caverna mediática a la que hacía referencia en mi artículo de la semana pasada, el señor Márquez ha catalogado de “fascistas” los métodos utilizados por la PAH. No voy a hablar otra vez de este tema para no repetirme, pero sí que quiero apuntar que no deja de ser curioso que sean estos señoritos del Partido Popular los que se dan golpes de pecho a la hora de hablar de fascismo cuando son ellos los que nombraron Presidente de honor vitalicio a un verdadero fascista como Manuel Fraga. Obviamente, los “escraches” no son un método fascista. Como escribió hace unos días en twitter Pablo Iglesias Turrión, profesor de Ciencias Políticas de la UCM y director de los debates políticos La Tuerka y Fort Apache, “los escraches son hoy lo que el Derecho de Rebelión fue para la Democracia: su máxima expresión”. El miedo debe cambiar de bando. Algunos dirán que al hablar de miedo estoy llamando a la violencia. Bueno, tontos y obtusos siempre ha habido
 

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