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OPINIÓN - VIERNES, 5 DE ABRIL DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Miseria y odio
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Ceuta, andaluza niñería, según dijo el poeta López Anglada, atraviesa uno de los peores momentos de su existencia. Ha pasado de tener una clase media fuerte y dispuesta a que la ciudad mantuviera un modo de vida ascendente a todo trance, a convertirse en un pueblo donde el vivir se hace cada vez más difícil.

Quienes transitamos la calle y observamos cuanto acontece en ella, nos damos cuenta de que la ciudad va a menos a pasos agigantados. La tristeza se está expandiendo por sus arterias principales y los negocios hace ya tiempo que comenzaron a resentirse.

Cada vez es más frecuente comprobar que los lugares de ocio se hallan al borde del abismo. Prestos a deslizarse por la ladera de la ruina. Porque las gentes están asustadas. Temerosas incluso de perder un porcentaje de las cuatro perras que tienen depositadas en los bancos.

Los ceutíes, tan dados a vivir en la calle, lugar ideal para hacer y deshacer amistades, se han percatado de que no conviene fiarse de los políticos. Y abominan de ellos a cada paso. Los detestan. Los insultan. Y uno es testigo de la ira que sacan a relucir quienes, de la noche a la mañana, se han quedado sin empleo y sin poder pagar la hipoteca de un piso y, encima, apremiados por el banco de turno.

Los ceutíes que están viviendo ya bajo el umbral de la pobreza, cuando apenas hace nada que llevaban una vida acorde con sus recursos económicos, que les daba para comer y holgar, miran hacia la alcaldía y se encuentran con un alcalde votado mayoritariamente pero que no sabe qué hacer en momentos tan cruciales.

Momentos donde el llanto de los niños acuciados por la canina se convierte en drama. En una prueba incontestable de falta de acierto en los gobernantes. Mientras ellos siguen disfrutando de sueldos y dietas a tutiplén.

No me extraña que, ante semejante situación, la moral de nuestro alcalde esté por los suelos. Y comprendo que se sienta viejo. Encogido. Falto de estímulos suficientes para afrontar una tarea muy distinta a la que ha vivido durante los años donde los dineros afluían en cantidades enormes. Tiempos de esplendores y derroches.

Los derroches han sido evidentes: ingresos de dineros en una Federación de Fútbol de Ceuta convertida en caja. Presta en todo momento a proporcionar ayudas a quienes estuvieran dispuestos a declarar su fidelidad al partido. Al partido que sustenta al gobierno local.

Nuestro alcalde no se ha cortado lo más mínimo en decir que está agotado, exhausto, fatigado, y uno lo entiende. Porque es consciente de que gobernar es muy difícil y mucho más contentar a todos los gobernados.

Pero tampoco es menos cierto que el poder es solamente facilidad de expresión. La frase es de Giulio Andreotti. Y la facilidad de expresión, otrora arma indudable de nuestro alcalde, se ha ido apagando como una pavesa. Ya que convence cada vez menos. Y encima sus desaciertos van aumentando. Cuán bien le vendría dejarse asesorar en momentos donde los políticos están más necesitados que nunca de protección.

En fin, que la Ceuta marinera, y andaluza niñería, según dijo el poeta López Anglada, camina por la ladera conducente a la sima. Profundidad ruinosa. Donde sólo hay miseria y odio.
 

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