PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
  

 

 

OPINIÓN - DOMINGO, 14 DE ABRIL DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Manías y rutinas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

San Agustín, siempre moderno, decía que el hombre es “bestia deseosísima de cosas nuevas”. Y llevaba más razón que un santo. Los hombres andamos necesitados de cambios que nos estimulen para mejorar nuestro rendimiento. Novedades que ofrezcan algo útil y razonable.

Las mujeres han estado y están siempre muy atentas a mudar de sitio los muebles de la casa a fin de que a los suyos les parezca un habitáculo distinto. Los cambios de cortinas y objetos de adornos han sido fundamentales en ese deseo de procurar desterrar la mirada monótona de cuanto se halla entre las cuatro paredes de la estancia familiar.

Yo he contado, a veces, cómo muchos futbolistas rinden menos cuanto más tiempo permanecen en instalaciones donde ni siquiera las paredes del vestuario cambian de color. Incluso bisbisean maldades contra los empleados que van envejeciendo junto a ellos en la tarea diaria. Y es que ya lo dice el refrán popular: “Donde hay confianza, da asco”.

El aburrimiento, por más que hayan dicho de él que en el momento adecuado es signo de inteligencia, o que es una forma de descanso y hasta que hay obras maestras debido a la cantidad de bostezos que causan, no sólo es el demonio de la mujer, con todo lo que ello condiciona al hombre, sino que conduce irremisiblemente a la rutina. Que es el trabajar de memoria, sin identidad. Hacer lo que siempre se ha hecho para salir del paso.

No hay peor insulto para cualquier funcionario, por poner un ejemplo, que decir de él que cumple su actividad rutinariamente. Porque se sabe de memoria su cometido y lo sigue haciendo sin evolucionar en ningún sentido. Mirando al tendido, vamos.

En fin, a lo que iba, que San Agustín cuando dijo que el hombre es “bestia deseosísima de cosas nuevas”, seguramente estaba pensando, sobre todo, en quienes se eternizaban en los cargos. De haber vivido en esta época, no me cabe la menor duda de que se habría dirigido a los políticos para indicarles que bien harían en dejar su poltrona a tiempo. Antes de gobernar mediante el tedio y el fastidio y, por tanto, tomando sus decisiones como dicen que Franco firmaba sus sentencias; entre abrideros de boca y degustando chocolate con picatostes.

Sí, ya sé que ustedes me dirán, y con la razón que les otorga lo legislado, que los políticos, si son elegidos democráticamente, tienen todo el derecho del mundo a disfrutar de semejante poder hasta el fin de sus días. Aunque el gobernante esté abrumado por la decadencia del aburrimiento y haya que soportarle no sólo su quehacer rutinario sino también las funestas consecuencias de un comportamiento sometido a un proceso de ciclotimia.

Los ciclotímicos, por si alguien no lo sabe, son personas con cierta propensión a la alternancia de los estados de ánimo; y hasta los cambios de clima repercuten notablemente en su forma de proceder. Por consiguiente, ser ciclotímico y rutinario no deja de ser una mezcla peligrosa. Terriblemente peligrosa. Un riesgo que conviene ser tenido en cuenta por los votantes.

En Ceuta, el alcalde lleva 13 años. Que son muchos años. Por más que lo hayan elegido los ceutíes por mayoría absoluta. Y está en su derecho de proclamar que tiene las mismas ilusiones que tenía en el año 2001. Pero tampoco le vendría mal hacerse la prueba de manías y rutinas. Cuyos efectos son muy dañinos. Por su bien. Y, lógicamente, por el de todos los ciudadanos.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto