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OPINIÓN - LUNES, 15 DE ABRIL DE 2013

 
OPINIÓN / ANALISIS

No se puede seguir mirando para otro lado

Por Ricardo S.


En los últimos meses han venido teniendo lugar en Ceuta una serie de graves altercados que ponen de relieve una realidad palpable: nuestra sociedad está abandonando una serie de valores. Coches quemados, robos a comerciantes, atracos ‘a punta de pistola’, apedreamientos a policía y bomberos, etc. Como decía Mohamed Alí en el pasado Debate del estado de la Ciudad, “los ciudadanos están sobrecogidos por los actos vandálicos”.

Ayer le toco sufrir el vandalismo al deporte ceutí, como informamos en nuestra sección de deportes.El penúltimo episodio de los actos violentos fue el incendio, ayer, de la moto del presidente del Atlético de Ceuta, José Gil, mientras se disputaba un partido de la Regional Preferente de Ceuta, a las puertas del estadio ‘José Benoliel’. También se produjeron incidentes dentro del recinto deportivo, como en tantas otras ocasiones.

Así las cosas, es tarea de todos –desde las instituciones públicas y privadas–, promover un rearme ético sin sucedáneos que nos haga una sociedad más sana. En muchas ocasiones se ha dicho, incluso en el seno de la Federación de Fútbol de Ceuta que la Regional no tenía futuro si no se extirpaba la edad de esas “viejas glorias” que a falta de recursos futbolísticos “la liaban”. Sin embargo, en este pueblo, al margen de la edad, todos sabemos quiénes las lian y quienes provocan los actos vandálicos. No hay que decirlo: están en la mente de todos.

Unos actos vandálicos que, en los últimos tiempos, son desafortunadamente demasiado habituales en diversas zonas de la ciudad. Y cuando en el deporte se habla de la “no violencia” de luchar contra el racismo, hete aquí, que en Ceuta no falta quien es capaz de incendiar una moto a plena luz del sol, mientras se disputaba un partido de la liga de Regional entre el Atlético de Ceuta y el Sporting de Ceuta.

En este caso, resulta obvio que, quien protagonizara la acción, conocía la identidad del propietario de la moto y no fue un incendio casual. Siendo el presidente del Atlético de Ceuta, resulta evidente que no procede el protagonismo de tan deleznable acción de su propio equipo. Sin embargo, una vez más, quienes se esconden en el anonimato para ejercer acciones de esta naturaleza, aún tienen la osadía de hacerlo a plena luz del día.

Conocíamos las agresiones dentro del terreno de juego y fuera de él a los árbitros, incluso deterioros a vehículos de colegiados, pero hasta ahora, los directivos o presidentes, no habían sido objeto de esta barbarie. Muchos nos tememos que se están pasando los límites, cruzando la línea roja –como ahora dicen algunos-, para adentrarnos en un terreno mas que peligroso.

La Federación de Fútbol de Ceuta debería reflexionar sobre el nivel delictivo en esta categoría de Regional con la violencia que se ha venido ejerciendo hacia los árbitros y las agresiones que se producen en el terreno de juego, y ahora también fuera. No se puede mirar para otro lado cuando se producen actos de esta naturaleza.

Nuestras autoridades, deportivas y políticas, no pueden permanecer impasibles ante este tipo de barbaries, ya que si no se actúa, pudiera darse la ley de la selva, es decir, la ley del más fuerte o la ley del Talión, “ojo por ojo y diente por diente”, de manera que el daño producido ha de corresponderse con el castigo aplicado.

Tolerancia cero para la violencia de todo tipo. Una máxima que nuestras autoridades han de aplicar a la máxima urgencia antes de que se conviertan nuestras calles en lugares intransitables o, los violentos, se crean los dueños de la ciudad. Por ello, se requiere máxima dureza para extirpar este “cáncer” que quiere extenderse. A no ser que algún día se origine una réplica que sea también brutal y de la que tengamos que lamentar sus consecuencias. No se infravalore a la mayoría silenciosa que puede convertirse en una muchedumbre terrorífica.

Llega el momento de reflexionar y de plantearse si éste es el modelo de sociedad en el que queremos vivir. Porque lo cierto es que una sociedad sin valores es una sociedad sin futuro.
 

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