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OPINIÓN - JUEVES, 18 DE ABRIL DE 2013

 
OPINIÓN / ANALISIS

¿Asumirá alguien en el PP o en el Gobierno de la Ciudad su responsabilidad por este escándalo?

Por Ramiro T.


Las declaraciones realizadas ayer por el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, resultan muy grave en un responsable del Gobierno. Sus palabras y las de la Secretaria General del PP, Yolande Bel, insultan a la inteligencia de las personas e intentan engañar a la opinión pública y a la oposición, tergiversando la investigación realizada sobre lo ocurrido. De Yolanda Bel se puede llegar a entender, pero un político de la categoría de Vivas no puede afirmar que el informe realizado por el técnico es brillante y reconocer que ha habido un error de 12,5 millones de euros y acto seguido mirar para otro lado. Se equivoca al defender lo indefendible y no depurar responsabilidades políticas de forma cautelar, antes de que la investigación judicial empiece a arrojar luz sobre lo realmente ocurrido y ponga a cada cual en su sitio. Cuando llegue ese momento ya será tarde, porque quedarán en evidencia todos los que hayan mirado para otro lado, a pesar de la gravedad de este y otros sucesos que seguro iran ‘explotando’ las próximas semanas.

El daño ya está hecho, por lo que debe asumir responsabilidades y no solo rectificar verbalmente. Aquí hay una responsabilidad «in vigilando», saber lo que estaba pasando. Sin prejuzgar a nadie ni imputar responsabilidades penales a nadie, lo que está claro es que si en su Gobierno, él mismo, un consejero o cualquier otro cargo hacen un agujero de 12,5 millones de euros a la Ciudad, se tienen que ir.

Resulta vergonzoso que intente esconderse tras los técnicos municipales, y defenderse acusando a algunos medios de comunicación de ofrecer información sesgada.

Los ciudadanos, a pesar de este tsunami desinformativo y manipulador por parte del Gobierno de Vivas, cada vez son más conscientes de que, al margen de la responsabilidad penal que se pueda demostrar en cada caso, se requiere una responsabilidad política, que en otros países existe y aquí no, entre otras causas, porque los medios de comunicación generamos, a veces, una cierta tolerancia hacia conductas absolutamente repudiables en vez de posicionarse en contra de forma unánime y firme en todas y cada una de ellas.

La exigencia de responsabilidades políticas –las penales ya se verán- no   pueden venderse como “cacerías contra Vivas” o ataques al PP, por más que sea lo que pretendan algunos, sino como el precio que, al menos, por su manifiesta incompetencia, deben pagar quienes en el marco de su responsabilidad permitieron, por acción u omisión, la proliferación de hechos como los que ha denunciado el Secretario General del PSOE, José Antonio Carraco.

Si alguien ha ido abonado a Urbaser un cantidad total de 12,5 millones de euros durante años de forma irregularmente es porque algún personaje de ámbito superior competencial hizo dejación de su responsabilidad y, como mínimo, se lo permitió. Discutir por qué lo hizo o buscar excusas a su proceder es irrelevante. Lo esencial es que, ante su evidente incapacidad en el ejercicio de su responsabilidad, se le exija unánimemente la dimisión de su cargo.

La responsabilidad política no se rige por el principio de legalidad, sino por el de oportunidad, y la única consecuencia sancionadora que se deriva de su exigencia es la pérdida del cargo político que se ocupe. Por otro lado, la responsabilidad política es, con frecuencia, de carácter objetivo. Ello quiere decir que puede exigirse por la mera concurrencia de un hecho o, incluso, por la acción de un tercero, aunque la actuación objetiva del responsable no esté directamente vinculada al hecho generador de su responsabilidad.La responsabilidad política no excluye la concurrencia de otras responsabilidades jurídicas, pero es ajena a ellas.

Pero la realidad es que plantear en serio la exigencia de responsabilidades políticas en este circo mediático, cuando hasta las responsabilidades penales investigadas son tergiversadas con grandes dosis de cínica parcialidad, es como pedir peras al olmo.
 

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