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OPINIÓN - VIERNES, 19 DE ABRIL DE 2013

 
OPINIÓN / EDITORIAL

El apedreamiento que no acaba

El último apedreamiento sufrido por un autobús de la empresa Hadú-Almadraba, supone una constante en la barbarie que algún vándalo se empeña en avivar cada cierto tiempo, en una zona donde hay tal nivel de delincuencia, que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son mal vistas, en la que se requiere una acción de seguridad contundente y en donde hay que extirpar la “mala hierba” que altera la convivencia y provocan el aislamiento de los buenos vecinos de esta zona, ya que la empresa de autobuses, ante la temeridad que supone circular bajo amenaza de apedreamiento, interrumpe con cierta frecuencia el servicio.

Ni los vecinos del Príncipe ni la buena gente se merecen que un grupo de delincuentes desaprensivos se erijan en los amos de una zona en la que ha de prevalecer la seguridad y la convivencia pacífica. Quienes pretende hacer de la barriada del Príncipe algo distinto, aislado, constituirla en territorio Comanche, están muy equivocados, porque la policía ha de velar por restablecer el orden cueste lo que cueste. Quienes no sirven para vivir en sociedad no puede alterar el orden a golpe de pedrada.

La barbarie exige medidas contundentes y rápidas. No se puede permitir que un servicio público sufra una emboscada de este calibre y que los usuarios o el propio conductor, pongan en peligro su integridad física. Este desatino no puede concebirse desde un punto de vista legal ni social. Tampoco una empresa está para sufrir destrozos en sus autobuses ni sobresaltos sus empleados a causa de estos apedreamientos. A quienes no estén por vivir en sociedad habrá que enviarlos a la cárcel.
 

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