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OPINIÓN - VIERNES, 26 DE ABRIL DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Nos defenderemos con la palabra
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

José Manuel Caballero Bonald, poeta jerezano, recogió el Premio Cervantes el martes pasado. Pues bien, hasta dos días más tarde no he podido leerme su discurso. Del cual he espigado algunas frases de su canto a la libertad. La que, según el enorme escritor gaditano, nace de los actos de leer y escribir.

“Todos aquellos que se han valido de la opresión para programar el mantenimiento de sus poderes han coartado la libre circulación de las ideas”. “Los enemigos históricos de la libertad han recurrido siempre a la suprema barbarie: la hoguera. O quemaban herejes. O quemaban libros”. “Bien sabemos que destruir, prohibir ciertas lecturas ha supuesto siempre prohibir, destruir ciertas libertades”. “Siempre hay que defenderse con la palabra contra quienes pretenden quitárnosla. Siempre hay que esgrimir esa palabra contra los desahucios de la razón”.

En esta Casa, en la cual se hacen ejercicios diarios para evitar tenerle miedo al miedo, estamos dispuestos a defendernos con la palabra; la que, como bien dice el maestro Caballero Bonald, siempre hay que esgrimir ante los desahucios de la razón. Con la palabra y con los hechos que nos avalan desde hace ya la friolera de casi dos décadas.

El ‘Pueblo de Ceuta’ se hace en Ceuta. Debido a un motivo muy principal: su propietario decidió un día que el periódico tenía que ser impreso en esta ciudad. Y no dudó lo más mínimo en invertir mucho dinero en el empeño. Empeño arriesgado pero que hizo posible crear empleo y eludir los problemas ocasionados por los temporales: ‘El Pueblo de Ceuta’, llueva o ventee, estará siempre en los puntos de venta y a prima mañana.

Aquella decisión del editor de este medio, la recuerdo yo con satisfacción, con enorme satisfacción; a la par que no se me pasó por alto que el hecho causaría un enorme pesar en quienes querían seguir generando publicidad sin competir. Sin someterse a las exigencias del mercado local. Y el pesar saben ustedes que no deja de ser una deriva de la envidia. De esa envidia, de la que Quevedo decía que va tan flaca y amarilla porque muerde y no come.

Con enorme satisfacción me dispongo a contar lo que presencié el miércoles pasado en sitio donde se venden los dos periódicos locales. Y que yo suelo comprar muy de mañana. Sin importarme sus colores. Había una señora que quería el periódico azul y el verde. Mientras yo esperaba mi turno.

Pero el propietario del quiosco le dijo que el de color azul no había llegado. Que nunca llegaba a tiempo cuando la travesía de los barcos era suspendida. Que estaba sometido a los inconvenientes del mal tiempo reinante en el mar. Sin contar la de veces que se demoraba su reparto por razones lógicas: no se imprime en Ceuta. Y, por tanto, no paga sus impuestos en Ceuta. Ni tampoco proporciona puestos de trabajo en Ceuta, en la medida que debía requerírsele a un periódico añejo.

La señora, a quien yo no conocía ni ella a mí, quiso saber más al respecto. Y preguntó -como quien no quiere la cosa-: ¿el periódico verde es el que está siendo perseguido con saña por el alcalde? Y el quiosquero, tras dudar unos minutos, se dirigió a la señora para que me trasladara su deseo de saber a mí. Y lo hizo. Y a mí se me ocurrió decirle que sí, que era cierto que el alcalde estaba tratando por todos los medios de silenciar nuestra palabra. Que se lo había prometido a ciertos amigos suyos. La señora, culta ella, respondió: “Yo siempre dije de él que era un remedo de inquisidor”.
 

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