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OPINIÓN - VIERNES, 26 DE ABRIL DE 2013

 
OPINIÓN / ANALISIS

Todo ha de cambiar para que todo siga igual

Por Alejandro S.


El Gobierno lo había anunciado a bombo y platillo por sus medios afines, filtrando en un goteo informativo detalles, primero de carácter preliminar y después, como bien se encargó de decir Juan Vivas, para complementar lo que ya había. Han intentado, por activa y por pasiva, minimizar el informe del técnico de gestión contable, que puso los puntos sobre las íes y destapó un conglomerado de torpezas que bien merecían el título de zoquetes de hormigón.

Desde un primer momento, los intentos por desvirtuar una realidad que les quemaba como el fuego, les llevó a desvaríos de todo tipo. Y a no poco nerviosismo. Hubo una campaña terrorífica de cobertura al Gobierno por parte de medios entregados a un servilismo atroz. Guillermo Martínez, el consejero de Economía y Hacienda parecía el poseedor de la piedra filosofal que todo lo descubriría. Hablaba de un informe que parecía aclarar toda la situación y miren por dónde que, en la caja de sorpresas que nos reservaban, aparecen como una maestría de ilusionistas, de mago que sacan conejos de la chistera asombrándonos a todos. En este caso, los conejos de la suerte son el interventor y el tesorero. Eran las dos grandes sorpresas que nos reservaban en este circo en el que se actúa con fantasías increíbles.

Dos cargos que son, ni más ni menos, que los más directos responsables de la falta de control riguroso que debía haber habido en los dineros públicos. Interventor y tesorero, un dúo que por mucho que argumenten, nunca jamás se van a imputar a si mismos en un caso de verdadera mala praxis. Protagonistas de un informe en lo que únicamente se dice que no se ha pagado a Urbaser más de lo que indica el contrato, pero se oculta u omite, que las amortizaciones han sido reiterativas sin que nadie se preocupe de nada.

Un informe anunciado a bombo y platillo, como los juglares hacían en la Edad Media para llevarnos a la conclusión que para este viaje no hacían falta estas alforjas. ¿Cómo se puede encargar un informe a los propios responsables y afectados por la situación? Los que son causantes de este descontrol ¿van a acusarse ellos directamente del desaguisado?

Se ha intentado y se sigue intentado dilatar en el tiempo un asunto grave. ¿Quién debía controlar estos pagos? ¿Porqué nadie alertó de estas prácticas tan perjudiciales a la hacienda pública? Demasiadas interrogantes sin despejar para estar tan contentos por un informe hecho por aquéllos que no fueron capaces de controlar una situación por la que se iban millones de euros a chorro.

No hubo verificación de las cantidades pagadas, no hubo la menor preocupación por comprobar nada, “pasaron” de todo y ahora nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino. Ese gran informe que amenazaba por dejarnos a todos asombrados, no deja de ser una pantomima para cubrirle la cara al Gobierno y salvarle de este embrollo en el que está metido.

Son los encargos que se hacen para “complementar “-dice Vivas-, el informe que tanto les escoció del técnico en gestión contable, a quien un periódico local le sacó hasta el árbol genealógico para desvirtuar su exhaustivo trabajo que resultaba muy incómodo.

Un informe que busca justificar lo injustificable, donde hay que pedir responsabilidades, porque no se ha velado por el buen fin del dinero público. En definitiva, como decía uno, “todo ha de cambiar para que todo siga igual”, es decir, no hay intención de aclarar nada y lo que realmente se busca es el disimulo.
 

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