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OPINIÓN - VIERNES, 26 DE ABRIL DE 2013

 
OPINIÓN / ANALISIS

Para proceder así, hay que ser muy
tonto o muy listo. Juzguen ustedes

Por Ramiro T.


El caso Urbaser parece el cuento de nunca acabar. El Gobierno, empecinado en enmarañar la situación, mantiene un discurso –ya propagado por sus medios afines- de que no se pagó de más a Urbaser; sólo lo que fijaba el contrato. Sin embargo, esa no es la cuestión sino que la verdadera cuestión es: ¿Se debió pagar a Urbaser la totalidad de lo que fijaba el contrato? ¿Por qué se pagaron esos 12’5 millones si Urbaser había incumplido el contrato? Nos explicamos, para que ustedes lo entiendan ni recurrir a términos contables ni asuntos económicos que solo conocen los expertos:

Si ustedes van a una cafetería y piden diez cafés y sólo le sirven tres, ¿pagarían ustedes los diez cafés? Pues el Gobierno de Vivas, sí los pagó a Urbaser.

No se trataba en este caso de cafés sino de cantidades en concepto de amortización de maquinaria, cuando Urbaser incumplió el contrato, ya que una vez amortizados los camiones, estaban obligados a adquirirlos nuevos y, sin embargo, la Ciudad Autónoma –con negligencia o vaya usted a saber qué otra actitud- continuó pagando amortizaciones cuando los camiones ya estaban mas que amortizados. Así se llegó a la situación tan rocambolesca que, por un camión que valía 150.000 euros se pagaron 650.000 euros más. Y así en varios casos más.

Un exceso que ahora se quiere enmarañar, confundiendo y diciendo la verdad a medias: el Gobierno repite hasta la saciedad que se abonó lo que ponía el contrato, pero resulta que éste se incumplió y no debió abonar esos 12 millones y medio de euros.

Para actuar así, o hay que ser muy tonto o, por el contrario, hay que ser muy listo. Y ustedes me entienden. Quien paga por un servicio que no se presta o por un incumplimiento de contrato, hace sospechar, como poco, que no juega limpio o es una descontrol monstruoso el que se comete que alguien habrá de pagar.

Pero aquí, de pedir responsabilidades, nada de nada. Ya lo ha dicho el presidente: llevan doce años pidiéndole responsabilidades y miren si ha tomado alguna. “Res de res”, nada de nada, que diría un catalán que para el tema del dinero a buen seguro que hubiera sido mucho más cuidadoso que nuestros próceres políticos.

¿Si los camiones ya estaban amortizados porqué se siguieron pagando? ¿A dónde ha ido a parar ese dinero indebidamente pagado? ¿Quién se va a hacer responsable de estas “alegrías” económicas millonarias del dinero de todos los ceutíes?

Lo que no es de recibo es que el consejero de Economía y Hacienda sea muy contundente para aseverar que no se ha pagado más de lo indicado en el contrato y, en cambio, exija prudencia al reconocer con la boca pequeña que hubo pagos indebidos, porque la coalición Caballas también le ha dicho que una vez amortizados los camiones Urbaser tenía la obigación –por contrato-, de cambiar la flota y comprarlos nuevos, pero en la Ciudad Autónoma, como son muy espléndidos, siguieron pagando por varias veces camiones viejos, ya amortizados y aquí no pasa nada.

¿Habrá algún asunto turbio en ese proceder? ¿Alguien se cree que estos chicos que son todos los más listos de la clase, cometen estas torpezas porque sí, al tuntún? Si no es porque el informe de ese técnico, al que Guillermo Martínez puso en público identidad propia con nombre y apellidos, desveló lo que estaba pasando ¿se hubieran seguido pagando camiones y amortizaciones hasta el día del juicio final? ¿Dónde ha ido a parar todo ese dinero? ¿Cómo se explica que nadie controle certificaciones, pagos en concepto de amortizaciones y las cuentas se disparen como si estuviéramos hablando de cantidades ínfimas?

El Gobierno quiere poner sordina a un escándalo que ha provocado verdadera alarma social en la ciudad y pretende dilatar en el tiempo este asunto, para que alguien se olvide, para procurar mientras confundir y liar la madeja, a ver si nadie se entera de nada y acaban diciendo, como un amigo mío: “Esto es muy farragoso”. No, amigo. No es farragoso; otra cosa es que al Gobierno le interese hacerlo farragoso y complicado para que nadie se entere de nada cuando el asunto es clarísimo: se ha pagado 12’5 millones que no se tenían que pagar. Y pónganles ustedes el nombre y apellidos que quieran. Esa es la cuestión.

La mayor preocupación del Gobierno ha sido exculparse de cualquier responsabilidad en el asunto pero alguien habrá de afrontar el “peso” de una mala praxis, de un descontrol mayúsculo, de este desaguisado de tomo y lomo.

El Gobierno ha pretendido entrar en unas disquisiciones de verdadero y asombroso misterio, en plan de ni sí ni no sino todo lo contario. Sería como si alguien dijera que no se ha robado pero falta dinero. Una forma de hacer “farragoso” un asunto para los no iniciados o para volver loco al que no profundice en el fondo del tema: Urbaser no debía haber cobrado el contrato íntegro si lo ha incumplido. ¿Si ya estaba la flota de camiones amortizada porqué se les siguió pagando? A esto hay que responder con claridad. Mientras no se haga habrá una sombra de sospecha sobre los protagonistas y culpables, de estos desmanes con dinero público.

Lo dicho: o hay que ser muy tonto para proceder así, o hay que ser muy listo. Ustedes, juzguen.
 

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