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OPINIÓN - DOMINGO, 5 DE MAYO DE 2013

 
OPINIÓN / ANALISIS

Vivas, un presidente en claro declive

Por Ramiro T.


Honradez, confianza, simpatía... todo muy bonito, pero la percepción sobre la actuación de Juan Vivas como máximo responsable del Gobierno de la Ciudad y como gestor, se ha visto mermada en los dos últimos años, desde que en 2011, otro barómetro del CIS (preelectoral elecciones autonómicas) reflejara que el 82’7% de los ceutíes calificara la gestión realizada por el Presidente al frente del Gobierno de Ceuta, como buena o muy buena.

Es obvio que en estos dos últimos años, han ocurrido una serie de avatares que han mermado notablemente su imagen pública, que se ha visto deteriorada. En la actualidad, según el último barómetro del CIS, solo un 60,3% de los ceutíes califica la gestión de Vivas, como buena o muy buena. Un descenso del 22,4% no puede atribuirse al simple “desgaste” en la acción de gobierno, sino a algo más: no transmite tanta confianza como antaño, se le han descubierto algunos renuncios y, en definitiva, ya no cuenta con el parangón de político merecedor de la máxima confianza.

En esta misma línea de descrédito en cuanto a la opinión pública, la actuación de Juan Jesús Vivas como Presidente del Gobierno de la Ciudad, que en 2011 era calificada como “regular” o “mala” sólo por un 16% de los encuestados, ahora sube esa percepción nada menos que a más del 38,6%, lo que supone un ascenso en la mala opinión sobre su gestión de algo más del 22% en tan sólo dos años.

Datos numéricos que son merecedores de reflexión y análisis. No se puede obviar que en los dos últimos años se han cometido graves errores y no se han encontrado soluciones válidas a problemas que se van haciendo endémicos: el desempleo, el fracaso escolar, la gestión económica con altísimos niveles de endeudamiento y “recortes” junto a despilfarros difíciles de justificar, no contribuyen a ayudar a la buena imagen de un político en clara decadencia.

Que Juan Vivas obtenga aún un cierto reconocimiento de sus fieles no es extraño después de estar a diario en el escaparate de los medios de comunicación y tras conocerse la precariedad de la política nacional con escándalos a todos los niveles. Pero sobre todo, no es extraño porque en Ceuta no tenemos libre competencia entre partidos. ¿Hay algo más desamparado desde el punto de vista electoral que los ciudadanos de centro-derecha y derecha en Ceuta? Ocurra lo que ocurra, solo tienen una opción: votar al PP. Y esa realidad implacable y feroz dibuja, frente a la urna, una alternativa diabólica: o votas PP aunque incluya corruptos en sus listas, o dejas que gane el PSOE. Y viceversa: o votas PSOE, te convenza o no, o dejas que gane el PP. Ni unos ni otros van a votar nunca a Caballas, que tiene su propioy exclusivo electorado. En un sistema así los electores no somos los soberanos de los partidos; somos sus súbditos. Aquí son los votantes los que están cautivos del partido y no al revés.

El Partido Popular juega con la ventaja de saber que tienen a su favor el propio sistema electoral -esto es, las reglas del juego- y que por tanto el ejercicio de rendición de cuentas ante la ciudadanía se llevará a cabo siempre de forma beneficiosa para ellos. En el PP huyen hoy hacia adelante solo porque piensan que, en la próxima jornada electoral, sus miles de votantes no tendrán otra opción que elegir. Esto es, porque saben que todo aquel a la derecha del PSOE estará obligado a votarles.

Ahora bien, cuando en solo dos años se produce un retroceso tal en la concepción del ciudadano sobre la gestión del Gobierno de Vivas, merecería que hiciera examen de conciencia y enderezara el rumbo de la autocomplacencia. Juan Vivas está perdiendo apoyos y fuelle a pasos agigantados. Los datos conocidos del CIS mas que favorables le son muy negativos en la comparativa entre 2011 y 2012. No es un dato baladí éste en el que Juan Vivas sale muy mal parado. Se está dejando llevar por la inercia y pocas, por no decir escasísimas iniciativas ha puesto en marcha, limitándose al mantenimiento de los servicios básicos con más pena que gloria y a esperar, como una prueba de fe, que desde el Gobierno de la nación vengan ayudas o le saquen las “castañas del fuego” con alguna medida, como aquélla del Plan de Pago a Proveedores que hizo aflorar los 80 millones de facturas, muchas sin consignación presupuestaria guardadas en los cajones y durmiendo el sueño de los justos, mientras nuestras Pymes lo pasaban muy mal y ponía en riesgo la supervivencia de las pequeñas empresas.

Estos desmanes pasan factura y no caen en saco roto, como tampoco el último escándalo del caso Urbaser judicializado por el PSOE, mientras la oposición pide que se depuren responsabilidades políticas.

Los datos del CIS sobre Juan Vivas no son para tirar cohetes, precisamente y, muy al contrario, deberían mover a la reflexión profunda para encauzar por otros derroteros las acciones políticas de un Juan Vivas que atraviesa su peor momento desde que accedió al poder.

La situación de las barriadas, la bipolarización que se hace de las “dos Ceutas”, la del centro y la periferia que tanto le critica Caballas, las “trampas” contables que le censura el PSOE, el desencanto de la calle que ya le ha “calado” y saben que “te dice siempre lo que uno quiere escuchar” para luego incumplir lo prometido... Toda una retahíla de decepciones que no ayudan a mejorar la imagen presidencial, cuya gestión económica, ha sido su caballo de batalla y su tumba política, por los “desajustes” contables, el endeudamiento financiero y las deudas a proveedores.

Pero más allá de los números y los porcentajes del CIS, tendrían que conectar más directamente, no por consulta telefónica sino en vivo y directo, con la gente de la calle sobre la figura del presidente y su concepto e imagen sobre la misma. La verdad, como el algodón (del popular anuncio) no engaña: estamos ante un presidente en claro declive.
 

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