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OPINIÓN - MARTES, 7 DE MAYO DE 2013

 
OPINIÓN / LA CRONICA

Guillermo Martínez: “El Pueblo no recibirá
ni un euro de publicidad institucional”

Por Ramiro T.


El portavoz del Gobierno y consejero de Economía y Hacienda, Guillermo Martínez, hace tiempo que se quitó el disfraz de timorato y ha tenido la desfachatez de decirle a la cara al editor y al asesor jurídico de este medio de comunicación que “El Pueblo no recibirá ni un euro de publicidad institucional”. Así de claro y así de sencillo. Éste es el verdadero prócer de la democracia surgido del GIL, hoy acomodado en la política del Partido Popular, y que ha ‘hecho carrera’ con las tutelas paternales que le vinculan a uno de los actores principales de esta estrategia y el mayor urdidor de intrigas: Rafael Montero Palacios.

Todo comienza hace algo más de un año, tiempo durante el cual se ha venido maquinando por parte de Juan Vivas, Guillermo Martínez y Rafa Montero (con Juan Luis Aróstegui como invitado especial) una estrategia de eliminación de ‘El Pueblo de Ceuta’. Una estrategia sibilina que han querido disfrazar de cierto halo de legalidad para encubrir una maniobra tan vil como artificial: adjudicar la publicidad institucional por un período de cuatro años y por un total de 3 millones de euros a un solo medio escrito, a diferencia del resto medios de comunicación (emisoras de radio y televisiones, asi como el periódico digital de Aróstegui).

El proceso de eliminación de ‘El Pueblo’, revestido de un artilugio pseudolegal como un concurso público a medida de ‘El Faro’, es la demostración más evidente de que Juan Vivas se mofa de la democracia, de la pluralidad informativa, y hasta de la propia Constitución española, que consagra la libertad de expresión como uno de los pilares del estado de Derecho. Las críticas de este medio a algunas actuaciones del Gobierno Vivas, no han gustado ni a éste ni a Guillermo Martínez, situación que han aprovechado los próximos a ellos, para intermediar en su propio beneficio. Juan Vivas no ha aceptado el sentido crítico de este periódico. Al presidente de la Ciudad, nuestras críticas por el comportamiento con el primer equipo de fútbol de la ciudad y su cadena de subvenciones a la Federación de Fútbol de Ceuta, así como a su presidente y administrador del Viajes Trujillo, amén de candidato suplente al Senado por el Partido Popular, Antonio García Gaona, les ha desatado sus demonios y quiere utilizar el dinero público a su capricho para entregarlo a quien le elogia a diario.

A Juan Vivas, acostumbrado al botafumeiro, sin ser gallego aunque a veces se lo haga, prefiere las alfombras por las que pisar que las críticas agrias a las que no se acostumbra porque no entiende ni quiere la democracia ni la libertad de expresión; él solo entiende de caciquismo, de “comprar” medios, y que estén sometidos al pesebre de la publicidad institucional, que es tanto como hacerlo a su servicio que es lo que pretende con estos dinero públicos distribuidos como una dádiva generosa del señor feudal. Quiere ejercer el derecho de pernada con la publicidad institucional y abusar de su poder político para discriminar todo lo que no se someta a su control omnipresente.

De hecho, se han celebrado numerosas reuniones, desde hace un año hacia acá, para entregar en bandeja un contrato de 3 millones de euros a Rafa Montero Palacios, para lo cual se han ido dando los pasos necesarios para confeccionar, en la medida de lo posible, un pliego de condiciones “a medida”, donde el único control que gustaba a Rafa Montero era el de la Oficina de Justificación de la Tirada (OJD) que, por ciento, jamás ha venido por Ceuta para controlar la tirada y cuyos datos, están más que manipulados, como estamos en condiciones de demostrar en su momento oportuno.

Tres millones de euros, o sea, el equivalente a más de 500 millones de pesetas de dinero público. Una cantidad desorbitada para una empresa que, además, no ha invertido en maquinaria en nuestra ciudad y que se edita fuera de Ceuta. Entregar la publicidad institucional a un solo medio escrito y por un período que excede la legislatura del Gobierno que la otorga, es una forma aún más vil, ya que hipoteca a un futuro Gobierno e invade otras legislaturas. Es una forma de ejercer la actividad pública con prepotencia y soberbia, con superchería, porque el engaño y fraude que se pretende cometer es un recurso propio de los mediocres sin arrestos para afrontar la realidad o las situaciones adversas con mejores argumentos que el mal uso de los cauces legales. En un Estado de Derecho, las discrepancias se dirimen en el Juzgado.

La osadía del pronunciamiento de Guillermo Martínez, uno de los protagonistas de esta trama, junto a Juan Vivas y Rafa Montero, le descalifica por sí mismo.

Por ello, este periódico, llegado el momento, se reserva las acciones judiciales correspondientes si los políticos interfieren en la Mesa de Contratación a la hora de la adjudicación del concurso o en cualquier otro momento del proceso. No vamos a permitir que una cuadrilla de impresentables quieran revestir de legalidad un procedimiento que han intentado viciar desde sus orígenes y en el que ya no caben más manipulaciones.
 

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