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OPINIÓN - VIERNES, 10 DE MAYO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Sandeces de nuestro alcalde
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En la última comparecencia de nuestro alcalde ante los medios, para hablar del ‘caso Urbaser’, escándalo mayúsculo, se mire por donde se mire, dijo tantas sandeces, que a broma se lo tomó la gente. Y a mí me dio mucha pena verlo convertido en un piyayo cualquiera. Menos mal que nuestro alcalde siempre presumió de ser abstemio. Que si no, vamos, a buen seguro que le habrían tachado de haberse bebido un cartón de morapio.

De entre las muchas frases construidas por nuestro alcalde, en la susodicha conferencia de prensa, todas ellas gozan ya de sitio privilegiado en mi modesta biblioteca, una llamó especialmente la atención. Y, por tanto, ha sido tan comentada en la calle como exhibida por cuantos decidieron opinar sobre la actuación del monterilla local.

En mi caso, siendo consciente de que la frase iba a hacer furor, preferí omitirla en mis escritos, porque ni siquiera alcanza la categoría de oxímoron. Cuya definición les doy. Pues habrá muchas personas que desconozcan este procedimiento retórico que consiste en unir palabras de sentido aparentemente contradictorio. Por ejemplo: “la soledad sonora”.

La frase de marras no tiene desperdicios: “Se ha pagado lo que correspondía, pero no significa que todo lo que se ha pagado correspondía”. La frase construida por nuestro ínclito alcalde, carece de toda apariencia contradictoria. Así que no deja de ser la defensa de un necio malvado por omisión. O de un malvado que es un necio por comisión. Ambas cosas caben pensar de quien no es capaz de aceptar que el gobierno presidido por él ha pagado tres veces camiones ya amortizados.

Tres veces ha pagado el gobierno local por camiones amortizados. Lo que ha supuesto entregarle a Urbaser 12 millones y medios de euros (2.100 millones de pesetas). Y nuestro alcalde sigue empecinado en decirnos, y perdonen la insistencia, que “se ha pagado lo que correspondía, pero no significa que todo lo que se ha pagado correspondía”.

Me imagino que, si así se expresara nuestro monterilla ante la juez que instruye el caso, a ésta le daría o bien un ataque de risa o pediría inmediatamente que a nuestro hombre le hicieran un examen minucioso del coco. Porque hay que tener la chaveta perdida para decir públicamente semejante necedad.

Eso sí, nuestro alcalde, gracias a sus buenos oficios, no está sólo en la batalla que ha emprendido contra quienes pongan en duda que aquí no hay más verdad que la suya. Y que su palabra es la única válida. Que es, por supuesto, la forma de ser de quien el poder le ha trastornado la sesera.

El socio de nuestro alcalde es, sí, ya sé que lo vengo diciendo desde hace años, Juan Luis Aróstegui y éste, a su vez, lo es de Rafael Montero. De modo que tenemos un triunvirato en la ciudad que está dispuesto a meternos en cintura a cuantos no digamos amén a sus componendas millonarias.

Aróstegui, tan dado a motejar de tonto útil a Carracao, resulta que ahora, una vez que se ha visto obligado a reconocer lo de los camiones amortizados, vuelve a salir a la palestra defendiendo los intereses de Vivas y Montero, que son los suyos. Y se compadece de las portadas que se le hacen a su alcalde y socio. Y, claro, se le ve el plumero. Aróstegui, Che Guevara de pacotilla en sus años mozos, tiene trazas de ser malvado y necio por comisión. Y, además, escribe rematadamente mal. Si lo hace todo igual… ¡Uf!
 

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