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OPINIÓN - LUNES, 3 DE JUNIO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Mourinho: perseguido con saña
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La Liga BBVA ha terminado. ¡Albricias! ¡Aleluya! Ya que la temporada ha sido un verdadero martirio para quienes siendo madridistas, de verdad de la buena, hemos lamentado la persecución a la que ha sido sometido un entrenador por exigirle a los jugadores que cumpliesen con unas normas de conducta establecidas por él.

La disciplina impuesta por José Mourinho se basa en una regla elemental: el que no se sacrifica en los entrenamientos no juega. Además de otros comportamientos requeridos y necesarios para que los miembros de la plantilla sepan que extralimitarse conduce irremisiblemente a la reprimenda o a verse relegado al banquillo.

En el caso de Mourinho, como en el de otros entrenadores amantes del modelo del palo y la zanahoria, lo primordial es hacer una demostración diaria de equidad para que ningún futbolista se ampare en la susceptibilidad herida como argumento para convertirse en un garbanzo negro.

Ser entrenador de fútbol no es tarea fácil, serlo del Madrid, debido a la grandeza del club y a la fama de sus jugadores, no deja de ser una labor titánica en todos los sentidos. Fabulosamente pagada, claro que sí, faltaría más; pero el dinero no atenúa los efectos de las exigencias contraídas por un profesional que está siempre asediado por los periodistas y al que se le analiza minuciosamente todas las decisiones que adopte.

Mourinho, en su tercera temporada en el Madrid, amparado en su disciplina férrea y en sus muchas horas de trabajo, se percató bien pronto de que el relajamiento había cundido entre las figuras más relevantes de la plantilla. Y sobre todo había hecho mella en Iker Casillas: mito creado por la prensa, contándonos historias para no dormir acerca de un portero normal, repleto de reflejos, pero horrible en el juego por alto y deficiente manejando el balón con los pies.

Y ocurrió lo que tenía que ocurrir: que el ‘santo’, o el tenido por muchos como símbolo madridista, se puso como una foca y a sus carencias técnicas se sumaron otras que lo convirtieron en un guardameta sumido en las dudas y en estado de perpetua irritación. Y para ocultar sus fallos no paraba de gritarles a sus compañeros y ponerlos a todos como flanes.

Ante semejante situación, Mourinho se vio obligado a tomar una decisión, quitarle la titularidad a quien se creía intocable. De no haber actuado así, su autoridad se habría debilitado ante la plantilla. A la que, salvo excepciones, le faltó valor para salir en defensa de su entrenador ante la avalancha de acusaciones e improperios que fue recibiendo por parte de una camarilla periodística, liderada por Alfredo Relaño; director del diario As.

Pero la suerte no estuvo de parte del entrenador portugués; ya que Adán fue superado por la enorme presión ambiental habida en contra de su entrenador y contra él. Luego, cuando se produjo la lesión del mito en Valencia y la llegada de Diego López, la persecución a José Mourinho se incrementó aún más. Se hizo con saña. Impropia de un país civilizado.

Convertido el Madrid en la casa de tócame Roque, Florentino Pérez nos ha dicho que Casillas es el mejor portero del mundo y que será el jugador en el que comiencen todas las alineaciones del Madrid. Que es lo mismo que decirnos que las alineaciones las harán, a partir de ahora, Alfredo Relaño y Tomás Roncero, vestido de vikingo, con la aquiescencia de Carlos Ancelotti o del tío del tambor. España es así…
 

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