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OPINIÓN - MARTES, 11 DE JUNIO DE 2013

 
OPINIÓN / RESEÑA SOBRE EL LIBRO "LA CONFESION"

Líbrame señor de mis amigos…

Por Juan Manuel Sánchez Valderrama *


Comenzaré diciendo que Emilio Carreira es, ante todo, un amigo. Ello no quiere decir que vaya a ser más delicado, más bien todo lo contrario, bien lo sabe él, no me gusta edulcorar lo que pienso. La amistad implica una serie de licencias, y no precisamente de las poéticas. Dicho esto aclarar que se trata de una análisis subjetivo, por tanto sujeto a errores y sometido al escrutinio de todos.

Pero basta de explicaciones, vayamos a lo que nos ocupa:

Carreira, Emilio, La confesión, Ceuta, Papel de Aguas, 2013. Soporte papel, edición en rústica, 421 págs.

La obra objeto de esta reseña se dispone en tres partes, precedidas de un prólogo del autor y de un epílogo. La primera parte la componen 33 capítulos, la segunda 27 y la tercera 16.

El texto narra en tercera persona la experiencia vital del protagonista desde sus inicios como universitario hasta su muerte, aunque la exposición presenta en primer lugar el final de sus días, para posteriormente internarse en lo que había sido su vida.

La novela podría calificarse como de intriga, con ribetes de novela negra.

Por lo que se refiere al autor, funcionario de carrera, cuenta con una dilatada experiencia en el terreno laboral, desempeñando diversos puestos de responsabilidad de índole política a lo largo de los últimos treinta años. En la actualidad dirige la empresa municipal de aguas de Ceuta. En lo que atañe a su recorrido literario cabe indicar que se trata de un autor novel que nos presenta su opera prima.

En el aspecto formal la estructura en tres partes se corresponde con los cambios que experimenta el personaje principal de la trama a lo largo de su vida. La presentación de la obra se caracteriza por la corrección lingüística, la adecuación de los tipos a las situaciones y el dinamismo narrativo.

Se observan no obstante algunas incorrecciones, más atribuibles a la edición que a otro tipo de errores, por poner un ejemplo, en la página 7, en la que aparecen frases que el autor ha escogido para presentar su obra, la 3ª Ley de Newton, donde dice “…de igual valor o dirección…”, debería decir “…de igual valor y dirección…”. Se considera una errata a corregir en posteriores ediciones. Por tanto sería deseable un mayor rigor en las labores de edición del texto.

En cuanto a la composición de la obra, la narración discurre en un tiempo indefinido, aunque es posible situarse temporalmente por la propia ambientación, el autor no fija coordenadas temporales.

Entrando en la configuración del texto, tras un breve prólogo en el que el autor nos orienta sobre la forma en que la historia llega a su conocimiento y las fuentes que ha utilizado para su construcción, arranca la primera parte con los últimos días del protagonista, para luego saltar a sus días universitarios, en los que las vicisitudes de un adulto en ciernes nos dan las claves vitales que marcan sus primeras experiencias, algunas de ellas traumáticas y en las que la rápida maduración, obligada por las circunstancias, producen cambios y provocan dudas, haciendo de las primeras un modo de avanzar en la vida y de las segundas una constante en toda la obra.

La segunda parte se inicia con un salto temporal de quince años en el que nos encontramos con un personaje más maduro, más dotado para hacer frente a la vida, pero también más frágil si cabe, que se enfrenta a situaciones indeseadas de final incierto, pero que en cualquier caso retratan un modo de vida producto de una época reciente de la España contemporánea.

La tercera parte es una búsqueda constante de la reconciliación consigo mismo, de la localización de referencias olvidadas o perdidas en una vida que, de pronto, ha despertado de un sueño, a una realidad desprovista del glamour del dinero pero tan cierta como la tierra sobre la que se sustenta.

En realidad se trata de cerrar un círculo, en el que colmar las expectativas que la vida ofrece, se transforma en un infierno del que para salir es necesario pagar un alto precio, solo para volver al punto de partida, dejando tras de sí un rastro de amargura y desconsuelo.

El propio autor lo explica en las últimas páginas del libro refiriéndose a un joven conocido “…Preserva su libertad de decisión, pero intenta convencerle de que aquí, con esto poco, puede ser el hombre más feliz de la tierra.” (pág. 386).

El epílogo cierra la obra con una carta que, tras su desaparición, leen su mujer y el amigo cura y en la que más que de despedida trata todavía de reconciliación, perdón y culpa.

Por lo que se refiere al análisis y crítica de la narración, esta arranca trastabillando para poco a poco ir cogiendo ritmo, de forma que la segunda parte resulta de lectura ágil, perdiendo parte de la rigidez que caracteriza los comienzos. El tramo final vuelve a adquirir un tono más pausado, más de reflexión. Si hubiera que trazar una línea que siguiera el texto esta sería plana en sus inicios, para ascender posteriormente hasta su máximo nivel en la recta final de la segunda parte y a continuación, descender lentamente hasta alcanzar la terminación.

En cuanto a los personajes y las situaciones, de los primeros notar el excesivo peso que adquiere el protagonista en la narración, haciendo que el resto de personajes se difuminen un tanto, demasiado egocéntrico, el héroe, como gusta llamarlo el autor, solo nos permite ver la vida a través de sus ojos, impidiendo una mayor profundidad de campo que daría mayor riqueza al conjunto de la obra. De las segundas se dan ambos extremos, por un lado algunas están narradas de manera que es fácil orientarse y situarse en tanto que otras resultan poco dramatizadas, hubiera sido deseable un mayor rigor narrativo que hiciera de los escenarios parte consustancial del desarrollo de la trama.

Por último la estructura interna de la obra, en la que más allá de la historia contada, el autor se nos muestra, se puede observar la reiterativa presencia de Dios, en un constante ir y venir que refleja las propias dudas a través de diálogos en los que se plantean puntos de vista enfrentados. Paradójicamente son una sola forma de ver el mundo. Una forma en la que las dudas son parte consustancial de la propia vida, y reflejan en este caso un mundo interior lleno de contradicciones, que se exteriorizan mediante el uso de la pluma como resorte liberador, como mecanismo para enfrentarse a un mundo desprovisto de compasión, del que todos, nos guste o no, terminamos formando parte. En cualquier caso lo que se puede leer entre líneas son las reflexiones de un ser humano sobre las eternas preguntas que atenazan al hombre desde su pasado más remoto y que expresan vitalidad desde el momento y forma que enfrentarse a las dudas es una forma de estar vivo y dispuesto a seguir al pie del cañón.

Heinrich Boll en su libro Opiniones de un payaso lo resumía de modo magistral: Lo que más me molesta de los ateos es que siempre están hablando de Dios (no es transcripción literal). No quiero decir con ello que nuestro autor lo sea, tan solo que hablamos mucho de aquello que nos inquieta.

Finalizaré esta reseña con unas breves conclusiones totalmente personales y extraídas de la atenta lectura de la obra:

En primer lugar creo que los personajes carecen de profundidad, el texto se centra en exceso en el protagonista olvidando al resto. Hay personajes que requieren una mayor aproximación y caracterización. La narración resulta demasiado plana, no cabe decir que son de similar extracción social o cultural, la riqueza narrativa nace en la propia individualización que el autor proyecta sobre sus personajes.

En segundo lugar es posible afirmar otro tanto de las situaciones, de los escenarios y lugares y de la cronología, ambos aspectos resultan cruciales para facilitar el trabajo imaginativo del lector.

En tercer lugar la evolución personal del protagonista se refleja bien en el texto, no tanto su paso por las edades del hombre, punto de referencia obligada para un trabajo en el que el perfil psicológico constituye una parte importante de la lectura.

En cuarto lugar aclarar que, pese a todo, logra captar la atención del lector, cosa en si misma francamente difícil, y ese mérito es como poco digno de consideración.

Como resumen el resultado es más que correcto, merece la pena su lectura, y desde aquí la recomendamos, sin por ello ocultar sus defectos.

No quiero acabar sin animar al autor a proseguir por el camino emprendido, su destreza, escribir es un oficio, puede mejorar con la experiencia, incluso me atrevería a decir que tiene un largo recorrido, del que esperemos nos haga a todos participes o más bien cómplices.

* Ingeniero Civil

* Graduado en Geografía e Historia
 

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