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OPINIÓN - MARTES, 25 DE JUNIO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Quemado y desquiciado
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Con Guillermo Martínez he hablado yo una vez. Una sola vez. Y, por más que he querido hacerme a la idea de cómo es cual persona, jamás me atreví a hacer su etopeya: descripción de su carácter, inclinaciones y costumbres.

Pero, dada su manera de andar, de hablar, y de su comportamiento huidizo, siempre tuve la sensación de que era una persona muy necesitada de apoyos para poder desempeñar su tarea política. Que no le bastaba con el asesoramiento de los suyos. De su padre, concretamente.

Guillermo Martínez, que formó parte del GIL, en su momento, ha vivido en la cresta de la ola, como gobernante, durante varios años, gracias a esa predilección que nuestro alcalde siente por quienes son hijos de sus amigos. Y el padre de Guillermo Martínez, abogado reputado, lo es de Juan Vivas.

Lo cual no quiere decir que GM carezca de méritos. Incluso que sean muchos; posiblemente más de los que creamos quienes carecemos de relaciones con él. Aunque también es cierto que estuvo desacertado despreciando por sistema a quienes no debía. Actitud siempre funesta y que en esta ciudad acaba perjudicando gravemente a quien adopta esa postura.

En esta ciudad, pequeña y marinera, como gusta de airear nuestro alcalde, escupir por un colmillo es gana de exponerse a que alguien termine haciéndose tirabuzones con la fanfarronada. Y qué decir si la jactancia estuvo encaminada a gritar a voz en cuello que nuestro medio estaba condenado al cierre. Sí, al cierre; porque así lo deseaba el consejero de Economía y Hacienda y portavoz del Gobierno.

En aquel momento, tras comprobar que la amenaza de GM era cierta, comprendí que éste se había metido en un lío morrocotudo. Del que le iba a costar lo indecible salir ileso. Máxime cuando quien escribe sabe sobradamente cómo se las gasta Juan Vivas. Y dije para mí: ¿cómo es posible que este muchacho, GM, haya podido cometer tal desatino?

Y llegué a la siguiente conclusión: el portavoz del Gobierno y consejero de Economía y Hacienda ha obrado a lo loco. De manera tan imprudente como irreflexiva. Así que a partir de este momento principiará a sufrir en sus carnes las consecuencias de un modo de actuar basado, mayormente, en la aversión que siente hacia quienes hacemos posibles que nuestro periódico salga a la calle todos los días.

Bien es cierto que tampoco comprendí que un muchacho, como él, tan preparado y tan bien asesorado por parte paterna, hubiera desatinado diciendo que este medio iba a ser condenado al averno. Que es lo que se nos auguraba si acaso se cumplían los malos augurios del diputado GM acerca del devenir de nuestro periódico.

A partir de ese momento, tan desgraciado en su carrera política, a GM se le fueron acumulando los disgustos. Los que se iban sucediendo sin solución de continuidad. Y uno, curtido ya en mil batallas, principió a entrever que el diputado Martínez empezaba a ser una rémora para el gobierno y para el partido. Y dije, entre bastidores, a quien debía, que el diputado Martínez estaba quemado. Quemado y, lo que era peor aún, desquiciado. Quemado, sin duda alguna, porque había ido demasiado lejos contra un medio. Sin razón alguna. Y desquiciado, naturalmente, porque Aróstegui lo ha venido flagelando por detrás. Guillermo Martínez ha hecho bien en darse el piro. Le deseamos suerte.
 

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