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OPINIÓN - JUEVES, 11 DE JULIO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Crisis económica y política
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cuando De Guindos, Montoro y la ministra Báñez declaraban, todos a una, que la crisis económica estaba ya a punto de pasar a mejor vida, llegó el Fondo Monetario Internacional y nos dijo que nanay de la China. Que los españoles estamos condenados a pasarlas canutas hasta no sé cuándo. Lo cual significa que los parados seguirán aumentando a la par que hambre y miseria se irán extendiendo por doquier como compañeros de desgracia.

A semejante drama, el del paro, y sobre todo el de las personas que, cumplidos los cuarentas años, de ahí para arriba, se han quedado sin empleo y sin apenas posibilidades de volver tener un puesto de trabajo, con lo que ello significa, hay que sumarle, por si fuera, poco la crisis de los partidos políticos y, sobre todo, de los dos que vienen partiendo el bacalao desde hace ya bastantes años: PSOE y PP.

La crisis de los socialistas, crisis del desgaste por no haber sabido atajar a tiempo la ruina que se nos venía encima, causada por ladrones de cuello duro, y que están sufriendo en sus carnes quienes carecían de culpas, y crisis de la corrupción, debido al escándalo mayúsculo de los ERE andaluces, han coincidido en el tiempo con el ‘caso Barcenas’.

No hace mucho tiempo, apunté que la corrupción es el síntoma de una enfermedad del Estado, pero también del cuerpo social; egoísmo evidente que lo contamina todo. Porque robar parece más que probado que está bien visto siempre y cuando se eludan las responsabilidades jurídicas. Ya que las responsabilidades morales apenas influyen actualmente.

Los hay que vienen sosteniendo, desde hace muchos años, que buena parte de esos males que nos aqueja arranca de los partidos políticos y de su falta de democracia interna, lo cual se reflejaría en la sociedad. Y tampoco han dudado, ahora menos que nunca, lo cual suele ocurrir en tiempos de crisis, en bramar contra la partitocracia.

Se me viene a la memoria, en estos momentos de incertidumbre y pesadumbre, cuando Antonio García-Trevijano, años atrás, estimaba que había que cambiar de Régimen, porque éste, más que democracia era una oligarquía de partidos. Ya que la ley electoral, el sistema de listas, la misma Constitución (que entrega el poder del Estado a los partidos), hace que el ciudadano, al final, no pueda elegir nada.

Sí, claro que hay libertad de expresión y libertad de asociación, pero no hay libertad política. De ahí que los ciudadanos no puedan elegir ni deponer a sus gobernantes; lo único que esta a su alcance es plebiscitar unas listas que hacen los jefes de su partido desde sus cúpulas.

Apremia, pues, arreglar la situación de los partidos con el fin de contener esa aversión hacia los políticos, que no cesa, por parte de los ciudadanos. Antes de que éstos comiencen a pensar en utopías angelicales. Partido único: fascismo, comunismo o cualquier otro ismo dictatorial que nos haga volver a las cavernas.

Ahora bien, lo que verdaderamente urge, en estos momentos, es que los jueces pongan en el lugar que les corresponde a los culpables en los ERE y en el ‘caso Barcenas’. De no ser así, y mucho más en los tiempos que corren, duros como el pedernal, mucho me temo que podría ponerse de moda la frase aquella que logró vida en la boca de Antonio Cánovas del Castillo: “Son españoles los que no pueden ser otra cosa”.
 

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