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OPINIÓN - VIERNES, 12 DE JULIO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

A la sombra de un bambú
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me tropiezo con un musulmán que sabe más que Lepe y que siempre me ha tratado a mí con la suficiente consideración como para que yo le tenga ley y preste oído a cuanto me dice. Nuestra amistad data de los años ochenta. Él, que tiene muchos menos años que yo, no se corta lo más mínimo en decirme que Mohamed Alí se está aprovechando de sus acuerdos políticos con Juan Luis Aróstegui.

Cuando le insto a que me demuestre lo que me dice, carraspea, se alisa el pelo, pasa la lengua por la comisura de los labios, y termina arrancándose: “Un musulmán, si tiene cogida la sartén por el mango, jamás se deja ganar la partida por un cristiano.

La respuesta me deja a mí el toro en suerte y, por tanto, no me cabe más que preguntarle lo siguiente: ¿Tú crees que Mohamed Alí está aprovechándose de las ambiciones políticas y económicas de Aróstegui?

Y mi interlocutor contesta con celeridad: “Sí; Aróstegui cree que MA pertenece al bando de los que se chupan el dedo. Craso error, pues, que comete quien no se cansa de jactarse de ser la persona más inteligente de Ceuta. Y, claro, terminará pagando su osadía”.

Mohamed Alí llegó a la política arrasando. Ya que su primera aparición se convirtió en un gran triunfo. Pero su cortedad y su desconocimiento de cómo funcionaban las cosas entre bastidores institucionales, le causó tanta inquietud como deseos evidentes de renunciar a lo obtenido legítimamente en las urnas.

Cuando estaba a punto de dejarse llevar por la corriente de la desesperación apareció en la vida de MA un sujeto que venía de fracasar estrepitosamente en todas sus actividades políticas. Y el entonces líder de UDCE, falto de tablas políticas, se echó en sus brazos.

Desde entonces, o sea, desde que la coalición Caballas se hizo efectiva, todos tenemos la impresión de que quien ordena y manda es Aróstegui. Y, en mi caso, más que impresión es certeza de que así viene ocurriendo. Lo cual no deja de suponer un mal trago para MA. Que lleva ya tiempo tragando quina y pensando mucho si no ha llegado ya la hora de hacer todo cuanto esté en sus manos para darle la boleta a un socio que viene metiendo la pata, la pata hasta el corvejón, todos los días y fiestas de guardar.

Hace pocas fechas, cuando a Aróstegui le dio por hablar de Fructuoso Miaja, con escaso tacto, todos pudimos oír lo que dijo Mohamed Alí: “Deja ya de contar batallitas que no vienen al caso”.

La admonición de MA, tan breve como severa, fue el primer indicio de que no todo es oro lo que reluce en el pacto entre el PSPC y la UDCE. Y pone de manifiesto que la alianza se puede venir abajo más pronto que tarde.

Mi amigo el musulmán, que ha guardado un silencio sepulcral mientras yo largaba, me recuerda que de haber vivido Mustafa Mizzian se habría llevado las manos a la cabeza por la forma de comportarse de Alí.

Un Alí del cual se dice que es consciente de que su juntera con el PSPC le hace mucho daño a su partido, pero que mientras a él le esté solucionando sus problemas particulares no le cabe más que gritar a voz en cuello lo de ¡Viva la Pepa…! Y hasta no se corta lo más mínimo en airear que mientras Aróstegui se está gastando a paso de legionario él puede vivir a la sombra de un bambú que, además de sombra, le proporciona dividendos. Con la complacencia de nuestro alcalde. Faltaría más.
 

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