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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 21 DE AGOSTO DE 2013

 
OPINIÓN / COLABORACION

Otras dos personas han muerto de manera violenta

Por CEAFA


Como a cualquier ciudadano de bien, noticias como ésta me conmocionan, por lo dramático de la situación y por el impacto y repercusión que estos casos tienen en la opinión pública. Pero, en este caso, la conmoción traspasa la conciencia del hecho en sí porque se ha vuelto a reabrir el debate de la violencia de género, de la violencia machista.

Han fallecido dos ancianos, la mujer con Alzheimer en fase terminal y el hombre, su cuidador principal; él ha puesto fin a la vida de ella antes de acabar con la suya propia. ¿Qué habrá pasado por su cabeza en sus últimos momentos de vida? ¿Qué han tenido que sufrir estas personas antes de que él tomara semejante decisión? Sólo ellos lo saben.

No voy a entrar en estos temas; no voy a cuestionar si estas personas han recibido las ayudas públicas a las que tenían derecho; no voy a valorar si hubiera podido haber otro final… Todo eso ya no importa. Lo que sí importa, y considero que es grave, muy grave, es que se “meta en el mismo saco de la conocida como violencia machista” un caso como éste. Cierto es que “él ha acabado con ella”, lo cual es completamente injustificable, pero no es lo mismo.

El Alzheimer es una enfermedad que sesga la vida de quien la padece: al paciente le roba los recuerdos; al cuidador le priva de la vida. En España conviven más de 3,5 millones de personas con el Alzheimer y, lamentablemente, no todas ellas tienen las mismas oportunidades de acceder a los recursos existentes (escasos, cierto es) para hacer frente a sus necesidades. Probablemente las personas del caso que nos ocupa no hayan tenido todas las opciones necesarias y se hayan encontrado solas. No lo sé. Pero lo que sí sé es que no se puede, no se debe pasar por alto este asunto:

Las Asociaciones de Familiares de Personas con Alzheimer deben ser apoyadas para poder llegar a una población mayor y ofrecerles las atenciones que necesitan.

Las Administraciones deben tomar nota y dedicar los recursos necesarios para satisfacer las necesidades de los colectivos vulnerables, y hacerlos accesibles (en forma y plazo).

Los medios de comunicación deben humanizarse y utilizar un lenguaje adecuado a cada circunstancia.

La sociedad debe tomar conciencia sobre esta epidemia del Siglo XXI.

La situación que viven día a día las personas afectadas es dramática; nadie que no conviva o haya convivido con el Alzheimer puede hacerse una idea del sufrimiento permanente al que se ven abocadas esas personas. Nadie puede ponerse en la piel del matrimonio de Piedras Blancas. Creo que nadie (yo tampoco) puede afirmar, independientemente de lo que diga la Ley, que haya sido un nuevo caso de violencia de género. Lo que sí ha sido es una tragedia, y desde la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzheimer y otras Demencias queremos enviar un abrazo solidario a sus familiares y allegados. Ahora la pregunta que nos queda es.… ¿Podía haberse evitado?
 

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