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					Se ha repetido hasta la saciedad la frase atribuida al 
					pacifista Mahatma Gandhi ‘La grandeza de una nación y su 
					progreso moral pueden ser juzgados por el modo en el que se 
					trata a sus animales’. No por ello se ha puesto en práctica 
					por individuos de sociedades que cada vez respetan menos a 
					los demás seres que comparten con ellos el planeta Tierra; 
					por administraciones que en vez de castigar a quienes 
					maltratan a los animales y de velar por ellos, se vendan los 
					ojos ante el dolor ajeno o, peor aún, llevan a cabo 
					políticas de exterminio absurdas y crueles.  
					 
					Pero por fortuna, siempre hay luz en algún punto de esa 
					oscuridad que aparentemente lo abarca todo. Hay excepciones, 
					personas que de manera altruista ponen su granito de arena 
					en la defensa de los derechos de los animales. Seres 
					anónimos, en la mayoría de los casos, que valoran la vida no 
					humana. Excepciones como Evelyn, que se ha hecho ‘famosa’ en 
					Ceuta por apostar porque Dante no terminara sus días muerto 
					por infección postrado sobre sus patas ulcerosas y tumbado 
					en sus excrementos en la perrera municipal.  
					 
					Dante es un gran danés que deambulaba por la barriada de 
					Benítez desde hacía un año. Hay quienes dicen -explica 
					Evelyn- que perteneció a un hombre de la zona y que cuando 
					este murió, la familia del fallecido echó a la calle al 
					perro. Una historia más de las tantas que desgraciadamente 
					hay de animales que en su edad adulta, y tras años al calor 
					familiar, se ven abandonados en la calle porque la familia 
					de la persona muerta los expulsa como si fueran trastos 
					viejos. Dante ni siquiera tenía microchip. Lo que sí tenía 
					era una marca, un corte con forma de L en una oreja como 
					queriendo señalar ‘este perro es mío’; una vez más, como si 
					en lugar de una vida -a la que un corte en la oreja no le 
					hiciera daño- se hablara de una camiseta en la que marcar 
					las iniciales. 
					 
					Dante caminaba perdido, famélico, por las calles y algunos 
					vecinos habían denunciado la situación. Así que una mañana 
					el servicio de recogida de animales se lo llevó. El día que 
					Ángela, la primera chica que pidió ayuda para Dante, lo vio 
					en la perrera se encontró con un perro desnutrido, sediento 
					y sucio que ya no era capaz de mover sus patas. Se empeñó en 
					sacarlo de ahí y así lo hizo. La intención era encontrarle 
					una casa de acogida mientras se le buscaba una familia 
					adoptiva. Pero no iba a ser tan fácil porque el perro estaba 
					demasiado mal y no lograba recuperar la movilidad. Fue 
					entonces cuando apareció Evelyn Román Hernández. Primero iba 
					a colaborar dando pienso para su alimentación. Después se 
					ofreció, aún sin saber que ese perro jamás se separaría ya 
					de ella, a quedárselo y cuidarlo en su casa mientras se le 
					encontraba un hogar definitivo. Evelyn lo llevó al 
					veterinario y Paloma García, de la Clínica Morey, le 
					advirtió de que era necesario hacerle placas al perro para 
					comprobar el por qué de su inmovilidad. En principio 
					pensaron en un cáncer, que finalmente se descartó. El perro 
					necesitó también de una resonancia, que costaba 655 euros y 
					que habría de realizarse en Sevilla. Fue entonces cuando 
					Dante empezó a hacerse famoso. Evelyn no cesó en su empeño 
					por lograr que al animal se le detectara qué tenía y poder 
					curarlo. No optó por la vía fácil y cruel de un animal 
					destinado a la muerte. Así que, apoyada por numerosos 
					amigos, comenzó una recaudación a través de internet. A la 
					resonancia hubo que sumarle más de 1.800 euros de una 
					operación, que se le hizo días después. Una chica a la que 
					no conocía, Desiré Pérez Pozo, adelantó 600 de ellos.  
					 
					No, no era un cáncer. Pero para saber qué le pasaba había 
					que abrirlo. El veterinario le dijo que no era el paciente 
					más “recomendable” para esta operación. Pero ella no lo dudó 
					y decidió seguir adelante. Finalmente descubrieron que Dante 
					había sido atropellado y dejado tirado. Sin cuidados médicos 
					ante esta situación, los huesos se habían movido 
					presionándole la médula e imposibilitando su movilidad. La 
					operación, que tuvo lugar el 12 de agosto, consistía en 
					recolocar los huesos en su sitio. Después vendría una larga 
					rehabilitación para que el perro, poco a poco y aunque le 
					quedaran algunos problemas neurológicos, pudiera ir 
					recuperando la movilidad.  
					 
					A Evelyn no le asustaron ni la operación ni la recuperación. 
					Tampoco las críticas que ya sabía que recibiría de aquellos 
					que consideraban que invertir tiempo y dinero en sanar a un 
					animal era desperdiciarlo. Comentarios que aún hoy recibe 
					augurándole malos pronósticos para un perro en el que no 
					creen. Comentarios que ella ha optado por ignorar, entre 
					otras cosas porque Evelyn entiende algo que los demás no, 
					que volver a casa y encontrarse con Dante esperándola 
					ansiosa, moviendo el rabo -algo que antes no podía hacer- y 
					mirándola con esos ojos grandes -como grande es él- no tiene 
					precio y que por verlo merece la pena cualquier esfuerzo. 
					Comentarios que también ignora porque quedan aplastados bajo 
					todos esos que, por el contrario, recibe de cariño y de 
					apoyo, los muchos ceutíes que al ver a unas chicas montando 
					un ‘stand’ para recaudar fondos se han parado a preguntar 
					por la evolución del animal, han donado sus pertenencias 
					para la venta o han comprado cosas por contribuir con unos 
					pocos euros a la ayuda a Dante. En el último mercadillo 
					recaudaron más de 2.000 euros. Evelyn se siente apoyada y 
					recibe numerosas muestras de cariño, también de gente que no 
					conoce, internautas que han hecho propia la historia de este 
					gran danés.  
					 
					Queda mucho camino por delante. Dante se sube cada mañana en 
					un andador que le han hecho a medida en Barcelona y Evelyn 
					le va moviendo las patas para que poco a poco vaya 
					recuperando fuerza. Tampoco en esto esta sola. Una amiga 
					fisioterapeuta; Miriam Sánchez, va cada día a hacerle 
					recuperación al perro. La veterinaria que lo vio la primera 
					vez también acude con asiduidad. Otra especialista, Cristina 
					Cubillo, lo visita tres veces por semana para darle masajes. 
					Una mujer les ha ofrecido la piscina de su casa para que 
					Dante haga recuperaciones en agua, que son muy 
					recomendables.  
					 
					Acompañada de amigas como Chusa, Evelyn graba cada día 
					videos de los ejercicios que realiza Dante y se los envía al 
					veterinario de Sevilla que operó al perro. Él, desde la 
					distancia, le va dando instrucciones y valora su 
					recuperación.  
					 
					Además, Dante tiene un buen compañero que vela por él y lo 
					cuida, aunque mida y pese muchísimo menos que él. Dogui, un 
					yorkie, lleva quince años acompañando a Evelyn en su vida y 
					ha acogido con agrado la aparición de un nuevo miembro en la 
					familia.  
					 
					Dante pesaba 30 kilos cuando Evelyn lo recogió el 1 de 
					agosto. Ahora, y aunque aún se le marcan las costillas, pesa 
					ya 45. El nombre se lo puso una amiga, y a ella le pareció 
					bien sin pensárselo demasiado, convencida de que apenas 
					estaría con él un tiempo. “Si lo llego a saber, le pongo 
					Scooby Doo”, apunta, rememorando al gran danés más famoso de 
					todos los tiempos. “Yo no elegí a este perro, solo iba a ser 
					de acogida mientras no le encontrara una familia, pero cómo 
					dejarlo si cuando yo salía a la calle mi madre me llamaba 
					porque el perro se ponía a llorar”, explica Evelyn. “Lo han 
					abandonado, se ha tirado un año en la calle, ¿yo cómo voy a 
					abandonarlo otra vez?”, detalla. Ya, como saben los que 
					verdaderamente aman a los animales, la relación entre Evelyn 
					y Dante va más allá de lo que muchos humanos piensan que son 
					los animales. Están unidos.  
					 
					Dogui, el compañero fiel, está malito, tiene tumores en los 
					pulmones y respira con dificultad. También Evelyn es 
					asmática así que comprende por lo que pasa su perro cuando 
					por la noche le cuesta respirar. “Pero vale la pena pasar 
					por esto”, destaca Evelyn, y escribe en las redes sociales 
					un ejemplo ‘tonto’, que sin embargo es muy ilustrativo: 
					“Porque sin ellos, las veces que he venido del cole 
					enfadada, hubiera seguido enfadada. Y cuando lo he pasado 
					mal ahí estaban aunque algunas veces fuera pura conveniencia 
					porque veían en mí un trozo de pollo gigante”. Y continúa: 
					“¿Si merece la pena tener animales? Sí, porque te vienen con 
					la fidelidad de fábrica y te querrán incondicionalmente”. 
					Además, te dan a ti la oportunidad de ser así.  
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					Con el dinero que les sobre de Dante, fomentarán las casas 
					de acogida 
					En su viaje a Sevilla para operar 
					a Dante, Evelyn conoció a chicos que integraban una 
					asociación, ‘Galgo 112’, dedicada al cuidado de perros, 
					especialmente podencos y galgos, que son animales muy 
					propensos a ser abandonados una vez ya no son “útiles” a los 
					cazadores. Una de esas chicas, Laura Rodríguez, la acogió en 
					su casa, aún sin conocerla, los cuatro días que permaneció 
					en la capital andaluza. Laura le explicó cómo funcionaban en 
					esa asociación. Promueven las casas de acogidas mientras no 
					se les encuentra a estos animales una familia de adopción. 
					Para favorecer estas acogidas, desde la asociación financian 
					los gastos veterinarios y de alimentación que tengan esos 
					animales. Evelyn consideró que la idea era buena y que 
					serviría también para promover las acogidas en Ceuta, así 
					que ha pensado que el dinero que les sobre de la recaudación 
					lograda para los gastos veterinarios de Dante, lo destinarán 
					a promover en Ceuta casas de acogida con estas 
					características. “Lo utilizaremos para motivar a la gente a 
					que se convierta en casa de acogida y se saquen ya a estos 
					animales de las jaulas”, explica Evelyn. “Aquí hay apenas 17 
					jaulas de perros en la Perrera Municipal y unas pocas más en 
					la Protectora, en la península eso saldría sin problema, 
					pero aquí...”, lamenta.  
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