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                     Se está poniendo en serio riesgo 
					la integridad física de las personas y de las propias 
					comunidades de vecinos donde residen. Quienes originan este 
					tipo de actuaciones que ya parecen habituales, protagonizan 
					verdaderos atentados contra la vida humana. Ya han sido 
					varios los incendios en comunidades, lo que han supuesto 
					actos delictivos con la dosis de alarma social que ello 
					genera. 
					 
					Si antes fue en Patio Páramo por partida doble, con 
					anterioridad en los garajes de Parques de Ceuta, después en 
					Residencial Joaquín Larios, más tarde en un edificio la 
					calle Linares, lo cierto es que tal cúmulo de incendios 
					despierta una situación de riesgo comprobado. 
					 
					Los daños materiales, siempre entrañan perjuicio para sus 
					propietarios, pero las vidas humanas no tienen precio, como 
					tampoco tiene calificativo, que las vanas promesas políticas 
					y la dejadez de permitir que una calle pública esté cortada 
					por un particular, deja muy en entredicho al departamento de 
					Disciplina Urbanística y al propio Gobierno de la Ciudad, 
					por el desconocimiento que muestra y la apatía en resolver 
					los problemas de los vecinos de una zona donde las obras 
					ilegales y las promesas incumplidas, provocan un caos de 
					accesos, hasta para casos de emergencia como éste ocurrido 
					en la calle Nicaragua. 
					 
					El estado de dejadez de la zona, la falta de urbanización de 
					la Plaza de Nicaragua que tantas veces ha sido llevada a 
					Pleno y que parece sumida en el olvido, solo adquiere 
					vigencia cuando se producen situaciones de catástrofe como 
					ésta y remueve conciencias. 
					 
					La situación urbanística de la zona próxima al siniestro no 
					es la más loable: una obra parada desde hace cinco años, 
					promesas políticas de urbanización de la misma época, obras 
					ilegales y difícil acceso para loe equipos de emergencias, 
					convierten la misma en una ratonera con el grave riesgo para 
					solventar situaciones de emergencia. Como decía el título de 
					aquél programa sanitario, “más vale prevenir” que lamentar. 
					De modo, que hay que actuar ya. 
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