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OPINIÓN - DOMINGO, 29 DE SEPTIEMBRE DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Tertulia interesante
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La conversación transcurre por cauces tranquilos. El sosiego no decae ni siquiera cuando se habla de José Mourinho: cuya valía como entrenador es tan evidente como el odio que le profesaron los componentes del grupo Prisa en todas sus secciones.

La charla, sin embargo, toma pronto la senda de la política. Y, como no podía ser de otra manera, sale a relucir el nombre de Juan Vivas. Y, claro, los cuatro contertulios, durante sobremesa muy divertida e interesante, van exponiendo sus opiniones acerca de nuestro alcalde.

Uno no se corta lo más mínimo en decir que lo peor de nuestro alcalde es que siempre cree tener razón. Lo malo es que, cuando no la tiene, no duda en ignorarlo, y desemboca en la sinrazón. Sin percatarse de que todavía hay innumerables ceutíes que no son caballos de espuelas.

Otro basa su parecer en la falta de estatura de la primera autoridad municipal. Lo cual cree que condiciona sus comportamientos. Porque las personas de baja estatura son más propensas a la irritación y a comportarse de modo nada claro ni fiable.

El tercero que toma la palabra está convencido de que nuestro alcalde tiene el “complejo de Napoleón”. Por lo que su forma de proceder tiene mucho que ver con su condición de bajito. Y, aunque aparente ser comedido en el decir y poco dado a la bronca, se dedica a matarlas callando. Lo cual, como es sabido, lo lleva a conveniencia: fingiendo bondad y comedimiento.

Yo, que soy el cuarto en entrar en acción, demoro unos segundos mi parecer. Carraspeo. Reparto la mirada entre los tertulianos, dándome cierto pote por saber que mis conocimientos del personaje son más que mis compañeros de charla, y decido largar…

Veamos. Ser bajito es una condición que no impide tener reconocimiento social y mucho menos causa malaúva en quien no ha nacido para ser profesional del baloncesto. De la misma manera que ser muy alto tampoco es motivo para que se diga que, cuando las ideas le llegan a la sesera, la guerra ya ha terminado.

Tampoco es verdad que Napoleón fuera muy bajito. Se habla de que tenía uno setenta. Estatura que para su época estaba más que bien. Ojalá que los niños españoles de la posguerra hubiésemos sido tan altos como el emperador francés.

Por cierto, ¿sabéis que Napoleón es el ídolo de nuestro alcalde? Me consta que siente verdadera admiración por él. Incluso, aunque Vivas no es muy dado a la lectura, ya que es un ejercicio que le produce tanto abridero de boca cual sopor, sé de buena tinta que ha leído mucho de lo que se ha escrito sobre el personaje. Y hasta hubo un tiempo en el cual adoptaba gestos que lo delataban como un ferviente admirador del marido de Josefina.

Yo recuerdo a nuestro alcalde con una mano dentro de la chaqueta, tal y como la metía en su camisa el francés. La mano escondida de nuestro alcalde me hizo a mí creer que éste podría pertenecer a una logia. Aunque alguien del PP me sacó de dudas: tal vez sea del Opus Dei. Tampoco me lo aseguraron. Asimismo comenzó a peinarse hacia delante y dejándose el flequillo napoleónico tan visible como para indicarnos que en él reside todo el poder de esta ciudad. Eso sí, flequillo de emperador y bigote, según me decía alguien que es muy observador, no casaban. Nuestro emperador, la verdad sea dicha, ha venido a menos. Muy a menos. Si bien volverá a ganar las próximas elecciones. Pues menudos son los emperadores como para darse por perdidos.
 

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