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OPINIÓN - JUEVES, 3 DE OCTUBRE DE 2013

 
OPINIÓN / ANALISIS

Duro rifi-rafe

Por Alejandro S.


Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio”, como en la popular canción española. Así, sacado del baúl de la Piquer parece el polémico asunto de la Ordenanza sobre las Cédulas de Habitabilidad votadas por la Asamblea para dotar de luz y agua por solidaridad a viviendas ilegales que, según la abogacía del Estado, en versión delegado del Gobierno, no admiten tales servicios por no ser conformes a la ley.

A todo esto, Caballas, acusa el golpe de González Pérez, cuando éste les atribuye razones electoralistas por tener “su nicho de votantes” en las viviendas ilegales y, además, les recuerda que la exaltación de algunos comportamientos, en un futuro, habrían de tener exigencia de responsabilidad. Y lo hace por alusiones –como él dice-, alusivas a “formaciones políticas y votantes” (recuérdese a Aróstegui en el último Pleno cuando dijo que los fachas votan al PP y que ésta es una ciudad de fachas); también aludió González Pérez al uso que hace Caballas de la religión, mezclándola en cuestiones políticas.

Y en esto estamos, cuando desde Caballas se imputa a Francisco Antonio González Pérez, un supuesto enfrentamiento con Juan Vivas. “No sé si González Pérez quiere acusar también a su formación de actuar por electoralismo o simplemente se siente parte de otro partido distinto”dice Alí. Situación que aquél, clarificó ayer cuando afirmó que “no se trata de un problema político sino técnico-jurídico” y dejó entrever que habría recurso contra el acuerdo asambleario.

Duro rifi-rafe entre Delegación del Gobierno y Coalición Caballas mientras el verdadero culpable de ésta situación, el Gobierno de Vivas, mira para otro lado de forma bochornosa, en una cuestión que quiere soslayar un principio básico de legalidad para acceder a servicios básicos. Caballas se olvida que Delegación del Gobierno tiene capacidad para ejercer como garante de la ley y aprobar o desaprobar los acuerdos plenarios. El “todo vale” no es posible, ni por cuestiones humanitarias ni solidarias, ya que es tanto como decir que unos ciudadanos cumplamos la ley y otros no. Los apaños no son de recibo lo diga quien lo diga y lo vote quien lo vote, aunque sea el mismísimo, Juan Vivas.

Aquí, la única exaltación que se aprecia es la de la ilegalidad por la ilegalidad. El convertir a Ceuta en una república bananera, en el paraíso no fiscal, sino de hacer cada uno de su capa un sayo y de convertir la normativa vigente en auténtico papel mojado. Y aunque hay quien dice que “el papel lo soporta todo”, hay cuestiones que no se sustentan con la legislación en la mano.

Las votaciones PP-Caballas, con independencia de las buenas relaciones que pudiera haber (de hecho la intervención de Aróstegui en el Pleno de la reforma fiscal, parecía el auténtico consejero de Economía y hacienda por la defensa que hizo), no nos pueden hacer comulgar con ruedas de molino o meternos a la trágala ilegalidades que no hay estómago que las soporten, salvo que los niveles de tragaderas sean tan generosos que igual da galgos o podencos. Si el Delegado del Gobierno quiere, apoyado en la abogacía del Estado, recurrir una decisión de la Asamblea de la Ciudad ¿qué miedo hay si todos miran por el bien general? ¿O es que lo que se pretende, a sabiendas, es bordear la legalidad?

Esta polémica provocada única y exclusivamente por el Gobierno de Juan Vivas y llevada por intereses partidistas y electoralistas ha supuesto una confrontación con la postura del Delegado del Gobierno que está en su perfecto derecho de aplicar la ley o que un juez determine qué procede en su caso.

Los desvaríos no demuestran más veracidad o razón. Simplemente demuetran que alguien empieza a perder los papeles.
 

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