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                     El pasado jueves se produjo un 
					nuevo avance en la posición pertinaz del Ministro Wert y del 
					Gobierno del Sr. Rajoy, de seguir manteniendo su posición 
					inamovible en afianzar a toda costa la Ley Wert, con su 
					aprobación en el Congreso de los Diputados. Nadie les quita 
					la legitimidad para poder ejercer su mayoría absoluta, pero 
					en democracia aunque se respeta la legalidad, también es muy 
					importante el diálogo y poder convencer con la razón de los 
					argumentos, no sólo con la mayoría de los votos. 
					 
					El resultado obtenido por el Grupo Parlamentario del Partido 
					Popular no convenció a la inmensa mayoría de los partidos de 
					la oposición, algo que se puede considerar natural, pero no 
					es normal la aprobación de una Ley solamente con el apoyo 
					del grupo político que la presenta. Ya hace muchos años que 
					este hecho no sucedía en la vida parlamentaria de nuestro 
					país. Pero es que no estamos comentando solamente un asunto 
					de aritmética Parlamentaria. Una gran parte de los sectores, 
					asociaciones, grupos, organizaciones sindicales y miembros 
					de la Comunidad Educativa: Madres, padres, estudiantes y 
					profesorado están en contra de esta Ley. 
					 
					Podríamos estar de acuerdo en que algunos aspectos de la 
					actual Ley vigente podrían mejorarse, pero de ahí a tener 
					que establecerse una Ley nueva, con las características de 
					la que se pretende implantar, es un ataque despiadado a la 
					línea de flotación de una serie de derechos que constituyen 
					el armazón principal de la Escuela Pública. La Ley Wert nos 
					retrotrae a una España preconstitucional, a lo que se viene 
					a llamar una España en blanco y negro. En la que pueden 
					peligrar la igualdad de oportunidades para las clases 
					sociales más desfavorecidas. 
					 
					La Constitución nos permite ejercer nuestros derechos de 
					opinión, de manifestación, de huelga y la libertad de 
					expresión. Nada imposibilita que se nos puedan restringir si 
					cumplimos los preceptos Constitucionales. Mientras el 
					proceso parlamentario no llegue hasta el final, es legal y 
					legítimo seguir ejerciendo esos derechos. Soy consciente que 
					inmediatamente puede llegar la opinión contraria que 
					manifieste: “Hay quienes pretenden conseguir en la calle lo 
					que no obtuvieron en las urnas”. Todo el respeto para las 
					urnas, pero también todo el respeto a las libertades que 
					ofrece un Estado democrático como el nuestro. 
					 
					Mencionaba en el título del artículo la necesidad de 
					perseverar en la esperanza de conseguir el cambio de la 
					LOMCE. Hasta el último segundo de su trámite considero que 
					no debemos dejar de permanecer atentos y activos; pero al 
					margen de lo que suceda no podemos caer en el desánimo, el 
					pesimismo y pensar en el fatalismo que nos deparará el 
					futuro educativo. Dentro de breves días, concretamente el 
					día 24 de octubre, tendrá lugar una huelga general en el 
					sector de la enseñanza a nivel nacional, con manifestaciones 
					en las que se tiene mucho que decir.  
					 
					Pero seguirán produciéndose más acontecimientos. En la 
					segunda semana de noviembre, el PSOE celebra su Conferencia 
					Política, en la que proyectará a todos los rincones de 
					nuestra geografía nacional, sus ideas, propuestas, 
					alternativas y planteamientos de compromiso con la sociedad 
					española. El Partido Socialista no piensa esconder sus 
					proyectos para España, ni se limitará a desprestigiar o 
					acusar simplemente al Sr. Rajoy de los males de nuestro 
					país. En eso era especialista el Partido Popular, cuyos 
					objetivos pasaban exclusivamente por desprestigiar al 
					Gobierno, no ofrecer alternativas que pudieran poner en 
					peligro su imagen y esperar a que el Poder Ejecutivo tuviera 
					más dificultades, para presentarse como la única posibilidad 
					real de crear empleo, defender el estado de bienestar y 
					salvar a los ciudadanos españoles de la mala situación en la 
					que nos encontrábamos. Ya sabemos lo que nos están 
					ofreciendo al respecto y del incumplimiento de sus promesas. 
					 
					El pasado jueves, en las puertas del Congreso de los 
					Diputados también se plasmó una imagen, la de la inmensa 
					mayoría de la oposición, que se congregó para manifestar no 
					sólo el rechazo a las pretensiones educativas del Gobierno, 
					sino que como en reiteradas ocasiones han manifestado, 
					Alfredo Pérez Rubalcaba y otros altos dirigentes 
					socialistas, así como la mayor parte de los líderes de la 
					oposición, cuando el PP pierda la mayoría absoluta, esta Ley 
					educativa que se pretende aprobar se derogará.  
					 
					Con la Ley Wert se van a transgredir demasiados derechos 
					consolidados. Como manifestaba el portavoz socialista, Mario 
					Bedera”, “se recordará al Sr. Wert como al ministro que 
					intentó acabar con la igualdad de oportunidades y hacer 
					mucho más difícil que los hijos de las familias más 
					necesitadas puedan acceder a la universidad” Como expresó 
					también durante su presencia en nuestra ciudad, “es 
					necesario que se dialogue, pero antes de presentar la Ley 
					como algo inevitable y que verdaderamente exista voluntad de 
					escuchar y ser flexibles”. Que una ideología perfectamente 
					delimitada y planificada, como la que está detrás del Sr 
					Wert, no sea la que marque la pauta irreductible de sus 
					objetivos. 
					 
					El PSOE no va a entrar en el juego político de cambiar por 
					cambiar, sino de escuchar primero a los ciudadanos, 
					asociaciones de madres y padres, estudiantes, profesorado, 
					rectores, organizaciones sindicales, y todos aquellos grupos 
					que tienen que ver con la enseñanza, porque en primer lugar, 
					por delante de cualquier interés ideológico, debe estar el 
					servicio a todos los ciudadanos sin exclusión, dialogar, 
					llegar a acuerdos; que ya intentó el anterior Ministro 
					socialista, Ángel Gabilondo, que dejó todo preparado para la 
					firma de un acuerdo, recogiendo e integrando diversas 
					sensibilidades y acercando posiciones, pero que 
					políticamente, por intereses electorales del PP, no contó 
					con su colaboración. Por encima de los intereses políticos, 
					el PSOE pretendió en aquella ocasión contribuir a un acuerdo 
					para la mayoría de la sociedad española, que es por lo que 
					seguirá trabajando. 
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