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OPINIÓN - VIERNES, 18 DE OCTUBRE DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

El día ocioso de la alcaldesa de Cádiz
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Dicen los gaditanos, los de la capital de la bahía, que los viernes son días sagrados para Teófila Martínez. Tan sagrados como que lo deja todo y allá que se inventa lo que sea para hacerle un monumento al ocio. Lo cual evidencia que ella tiene más de griega que de romana.

Cada viernes, según dicen en la tierra de las niñas de Sicur, a las que se les debe el nacimiento del término cursi, la alcaldesa llama a sus amigas de toda la vida y se inventa lo que tenga que inventarse para darse el piro de la alcaldía y respirar otros aires lejos de ese Cádiz que le permite presumir de cinco mayorías absolutas. La de veces que le habrá recordado sus éxitos en las urnas a su amigo y compañero Javier Arenas. Quien nunca ha querido reconocerle mérito político alguno.

Pues bien, este viernes, si el tiempo y cualquier autoridad no lo han impedido, la alcaldesa gaditana estará ya tomándose el día de holganza en Ceuta. A la vera de su admirado Juan Vivas y del alcalde de Algeciras. Que también parece apuntarse a un bombardeo. Y es que, con tal de salir de su casa, es capaz de soportar incluso una sobremesa con nuestro alcalde.

Dicen quienes la conocen, me refiero a Teófila Martínez, que aún anda convaleciente de aquel mal rato que le hizo pasar, cuando septiembre estaba exhalando su último suspiro, la ya famosa Inmaculada Michinina: la portavoz de vendedores sin licencia del mercadillo El Baratillo de Cádiz.

IM llegó al pleno de aquel día de finales de septiembre, convertida en mujer de rompe y rasga, y le dijo a la alcaldesa lo que tenía que decirle mediante un habla andaluza suave pero preñada de dramatismo. Hasta el coño empleado en su decir estuvo ajustado a derecho durante la petición de una licencia para vender sus trabajos manuales y poder dar de comer a sus dos hijas.

De la gran intervención de la señora Michinina en aquel pleno celebrado en el Ayuntamiento gaditano, donde la emoción se hizo un sitio en la sala, durante mucho tiempo, nada más que escribiré literalmente, este párrafo de la vendedora ambulante:

-“¿Para quién trabajáis, coño? Para nosotros, sí trabajáis para el pueblo… ¡y no os habéis enterado! Yo necesito una licencia para darle de comer a mis dos hijas. Los que estamos en el mercadillo somos personas, a ver si os enteráis y detrás de esas personas hay familias, familias que viven de lo poco que consiguen. ¡Déjennos tener dignidad!”, gritó. Y, claro, los ciudadanos asistentes al pleno se levantaron de sus asientos como impulsados por un resorte para aclamar a la heroína.

Me dicen mis amigos gaditanos que Teófila Martínez ha dado muestras evidentes de estar todavía sometida a la tensión vivida en aquel indigesto pleno para ella. Y hasta se rumorea que oír el nombre de Inmaculada Michinina es motivo suficiente para que le pueda la jaqueca y hasta el insomnio. De modo que sus amigos temen que semejante situación pueda quitarle prestancia a su físico por mucho apresto que se aplique.

Aunque la alcaldesa de Cádiz sigue convencida de que para soportar su dura tarea municipal, nada hay mejor que quienes le protestan sus decisiones sean condenados. Como así lo han sido las limpiadoras de colegios y dependencia municipales de Cádiz. Y, por encima de todo, su mejor terapia, superior aun a los baños y masajes en el Spá de lujo adecuado, es pasarse un día, preferible que sea viernes, pegando la hebra con Vivas. Selectiva que es ella.
 

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