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cultura - MIÉRCOLES, 13 DE NOVIEMBRE DE 2013


jacob hachuel. archivo.

Fundación Premio Convivencia
 

“Se perdió un capital humano importante al emigrar”

Jacob Hachuel participa hoy en Tetuán como responsable de asuntos culturales de la Comunidad Israelita en Ceuta
 

CEUTA
El Pueblo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Jacob Hachuel ha sido protagonista de la diáspora judía de Marruecos a Ceuta. Natural de Tetuán dejó la ciudad marroquí a muy temprana edad, a los seis meses de vida, cuando sus padres decidieron venirse a Ceuta. Recuerda que quedan testimonios fotográficos de aquélla época en la que familias enteras abandonaron Marruecos. Ahora se han podido concentrar en una exposición denominada “Los hispanojudíos en Marruecos y sus diásporas”. La Fundación Premio Convivencia y el Instituto Cervantes de Tetuán, organizan esta muestra que lleva a la ciudad marroquí a Jacob Hachuel para dar la visión civil de un hecho que vivió en primera persona.

La Fundación Premio Convivencia, el Instituto Cervantes de Tetuán y el Centro Sefarad-Israel, organizan esta muestra que lleva a la ciudad marroquí a Jacob Hachuel para dar la visión civil de un hecho que vivió en primera persona.

“La primera luz que ven tus ojos nunca la olvidas”, dice Hachuel para aludir a las raíces de las personas. Perfecto conocedor, unas veces por referencias y otras por la apreciación de sus propias vivencias, Hachuel ha sido un observador privilegiado de un fenómeno que sucedió en una Comunidad judía floreciente y próspera que desapareció de marruecos en poco tiempo.

“La Comunidad judía de Tetuán era importantísima –dice-, no sólo desde el punto de vista económico sino también intelectual. Muchos de los jueces estaban autorizad os por el Gobierno de marruecos para que impartieran justicia desde el punto de vista civil y moral”.

Para Jacob Hachuel, a la hora de echar la mirada atrás, considera que “se perdió un capital humano muy importante al emigrar la Comunidad judía a Ceuta”. En la actualidad son muy pocos los judíos residentes en Tetuán: se calcula que no más de cinco o seis, aunque también se reconoce que son muchos los que con pasaporte canadiense, francés, español o venezolano, siguen viajando como turistas a Marruecos.

“No lo olvidan –dice Hachuel-, porque es un país fascinante, al que nunca olvidamos pero al que nunca regresaremos, no por animadversión sino porque nuestros descendientes no regresarían, ya que Marruecos significa menos para ellos que para nosotros”.

La visión de Hachuel del Marruecos judío es expontánea, mostrando sus vivencias tal y como las sentía. “Para poner sentimientos encima de la mesa –reconoce-, hay veces que no debes ir demasiado preparado desde el punto de vista del bagaje de lecturas, de libros, de opiniones de otros”.

Hachuel expondrá sus recuerdos, sus viajes semanales que hacía con sus padres de Ceuta a Tetuán para ver a sus abuelos. Una vivencia que perdura en su pensamiento y en su corazón. Una impresión personal de alguien que participó de esa masiva emigración judía en el año 1.956 cuando acabó el protectorado y que fue la primera y, luego otra, alrededor del año 1.967 después de la Guerra de los Seis Días cuando los judíos estuvieron mal vistos y abandonaron Marruecos.
 

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