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OPINIÓN - LUNES, 18 DE NOVIEMBRE DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Dos políticas ambiciosas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hay dos mujeres en el Partido Popular cuya ambición desmedida por acumular cada vez más poder es harta conocida. Son ellas Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Tan distintas en todo y, sin embargo, se repelen sin solución de continuidad. Y es que ambas, luchando soterradamente, tratan de ganarse la voluntad absoluta de Mariano Rajoy. Y, claro es, darían lo que el presidente les pidiera con tal de que éste dijera a los cuatro vientos cuál de ellas es la niña de sus ojos. Menos mal que Elvira Fernández es señora muy tranquila y hasta creo recordar que leí en su día el mal concepto que tiene de los celos.

La primera, como vicepresidenta del Gobierno que es, produce pena verla y oírla cuando sale por televisión dando una conferencia de prensa para anunciar medidas tomadas contra los intereses de las personas más desfavorecidas. La puesta en escena de Soraya es conmovedora. Sobrecoge la pesadumbre con la que narra los hechos. Convertida en estrella de las necrológicas es merecedora del Premio César González-Ruano. No sé a qué espera el ABC para concedérselo.

En cambio, cuán distinta es la forma de ser de la segunda, o sea, de la señora De Cospedal, como secretaria general del partido que es; quizá a instancias del asesor principal de Rajoy, Pedro Arriola. De cuya atribuida infabilidad, como oráculo del presidente de la nación, la única que a lo mejor se lo toma a chufla es su mujer, Celia Villalobos. Lo cual suele suceder en casi todos los matrimonios.

María Dolores de Cospedal es tachada de ser proclive a decir inconvenientes a cada paso. Se le acusa de no pensar lo que dice y, por tanto, lo que suele largar son barbaridades que causan tanta hilaridad entre la gente como disgustos le cuesta a su partido. Pero sus meteduras de pata, sobre todo a raíz del ‘caso Bárcenas’, dan la impresión de no haberle causado desgaste alguno en la confianza que Rajoy tiene depositada en ella.

Soraya Sáez de Santamaría, desde que aparece en público con Cristóbal Montoro, está perdiendo parte del prestigio ganado por ser la mujer que mejor da los pésames en España. De seguir así, puede que nunca gane el González-Ruano. Premio que daba la impresión de tenerlo en el bote.

En lo tocante a su ‘íntima’ enemiga, y competidora en hacer posible que Rajoy coma en su mano, está poniendo en peligro la unidad del PP. Incluso se escribe en periódicos nacionales de gran tirada que en la calle Génova no existe dirección y que las cosas funcionan en la sede por costumbre y porque en las autonomías todos buscan su espacio, y tratan de hacer la guerra por su cuenta y riesgo.

A la señora De Cospedal se le tilda de ser la causante de que el desmadre se haya instalado en el partido. Que en él no se hace política. Mientras ella se lava las manos diciendo que sólo cumple con la voluntad del presidente del Gobierno. Y que ella hace lo que éste le dice y proclama lo que le ordena. Y santas pascuas.

Por lo que no ha tenido el menor inconveniente, hace nada, en ponerle voz a una orden de Mariano Rajoy: que los presidentes de autonomías y alcaldes populares se guarden muy bien de seguir postulándose como candidatos a las elecciones de 2015. Que no es tiempo aún de que comiencen a hacerse el artículo de la continuidad deseada. Y cuando esta mujer habla, créanme, no lo hace en vano. Y sí para bajarle los humos a cargos atrevidos. Como verán, hoy no he mentado a nuestro alcalde.
 

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