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OPINIÓN - VIERNES, 29 DE NOVIEMBRE DE 2013

 
OPINIÓN

Línea de interés público y naufragio político

Por Ramiro T.


La inoperancia política y la falta de capacidad de respuesta a un problema esencial de interés general como es el contrato con una naviera para asegurar las conexiones con la península, nos sitúa en pleno siglo XXI en una aberrante situación de aislamiento, tan intolerable como bochornosa. La denominada clase política y, en este caso, los dirigentes de ambas Administraciones, sumidos en un círculo vicioso de reuniones y más reuniones para salir con la cabeza caliente y los pies fríos, no acaban por solucionar un asunto –el del contrato de interés general para el tráfico marítimo-, protagonizando unos vaivenes tan sinuosos como el Guadiana.

La acción política se ha de medir por los resultados y no por las palabras, por el capítulo de los hechos y no por la dejación de funciones o el pasotismo como síntoma de incapacidad manifiesta. En este caso que nos ocupa y preocupa, no puede quedar al libre albedrío de una empresa privada como Balearia, por ejemplo, que deje en Ceuta al Pasió por Formentera, en un ejercicio de “buenísmo” –como ahora se suele decir-, o de buena voluntad.

Una situación aleatoria, coyuntural, circunstancial, no se puede eternizar en el tiempo, como tampoco los dirigentes políticos que han de velar por garantizar los servicios básicos, pueden permitirse que esta ciudad quede aislada, si no fuera porque Balearia ha decidido operar en circunstancias en las que no está obligada a hacerlo al no existir contrato alguno que la vincule.

Cuando se habla de servicios básicos, para los ceutíes, ¿acaso el transporte marítimo no es uno de ellos? Llevamos varios meses discutiendo si galgos o podencos en un asunto fundamental y con puntuales “desconexiones” en los planteamientos de Delegación del Gobierno y Ciudad Autónoma de Ceuta, desdeñando además, en ambas instituciones, la iniciativa del Gobierno de Melilla se subvencionar la línea de interés público, como si aquí fuéramos tan autosuficientes o austeros que supone un despilfarro imitar a Melilla o el Gobierno de Imbroda fuera descerebrado y ha cometido una locura.

De momento, ayer sin ir más lejos, Ceuta dependía única y exclusivamente de una naviera (Balearia) y de un buque (Pasió por Formentera) para evitar su aislamiento físico en la máxima extensión del término. Y mientras, nuestros sesudos políticos ¿han pensado en esa mujer que ha de ir a diario a Algeciras para someterse a su tratamiento oncológico? ¿Le importa realmente a los políticos dirigentes el día a día de esas personas que no viajan por mero placer? ¿Se han planteado seriamente si esta situación puede continuar mucho más tiempo?

No se les cae la cara de vergüenza, porque cuando algún visitante ilustre (como Ángel María Villar) ha de desplazarse, pues fleta un helicóptero para él solito y ríanse ustedes de la crisis y la austeridad, que para eso en el mundo del fútbol y de la Federación Española se manejan millones de euros a espuertas que para eso somos Campeones del Mundo.

Ceuta y los ceutíes no se merecen este maltrato en el transporte marítimo y, mucho menos, necesitan de malos gestores que no son capaces de solucionar un asunto de estas características porque viven tan alejados de la realidad, que bastante tienen con su mundo idílico y no les preocupa las molestias que padece el ciudadano por su incapacidad de gestión.

Ahora bien, el figureo, la representación –con gastos incluidos-, la parafernalia, los oropeles, la “fantasmada” en suma, les lleva a ese gran teatro del mundo que les sitúa por encima del bien y del mal. Mientras, aquí en la Ceuta del siglo XXI, mientras que en otras partes utilizan el móvil para reservar mesa o elegir la carta de un restaurante, aún permanecemos sometidos al capricho de quienes sólo se preocupan realmente de los ciudadanos cuando llegan las elecciones.

Esta mortificación bien merecería un serio correctivo electoral para hacerles pagar el muchísimo sufrimiento que esparcen quienes viven su vida sin importarles las penurias de los demás. Lo peor para ellos sería que la memoria no borrara las imágenes de su incapacidad del cerebro de la ciudadanía.
 

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