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                     La noticia de que la denominada 
					Ley de seguridad ciudadana pretende sancionar con multas de 
					hasta 30.000 euros “las ofensas o ultrajes a España a las 
					comunidades autónomas y entidades locales o a sus 
					instituciones, símbolos, himnos o emblemas, efectuadas por 
					cualquier medio” me ha hecho reflexionar, de nuevo, sobre la 
					equidistancia y los equidistantes. 
					 
					Existe una teoría difundida por el pensamiento conservador y 
					muy extendida entre la ciudadanía que apela a igualar 
					moralmente distintos actos, no por su contenido, sino por su 
					forma de proceder. Cuando hace unos meses una pandilla de 
					orangutanes de extrema derecha entraron en la librería 
					Blanquerna de Madrid empujando a los presentes y lanzando 
					gases, hubo muchos que dijeron que lo condenaban, pero que 
					condenaban de la misma forma el episodio en el que 
					independentistas catalanes quemaron una foto del Rey. 
					Pasando por alto el cuajo que hay que tener para igualar 
					ambos hechos, lo que se viene a decir con este argumento es 
					que lo grave no es lo que se exprese con la protesta, sino 
					la forma de protestar. Es decir, lo grave no es lo que 
					expresas al quemar una foto, sino, simplemente, quemar una 
					foto. Da igual lo que dicho gesto signifique. Así las cosas, 
					para los que tienen esta forma de analizar los hechos sería 
					lo mismo quemar una foto de Franco que una de Martin Luther 
					King. En el primer caso, lo que se expresa es el rechazo al 
					fascismo; en el segundo, el rechazo a los derechos de los 
					negros. Para los equidistantes, ambos casos deberían tener 
					las mismas consecuencias. Lo feo es quemar la foto. Absurdo. 
					 
					Quemar una foto es, en sí mismo,como acto físico, una 
					gilipollez y creo que, en esta afirmación, todo el mundo 
					estará de acuerdo conmigo. Lo moralmente condenable debe ser 
					aquello que se trasmite al hacerlo. En 1992, durante la 
					emisión del programa televisivo “Saturday Night Live”, la 
					cantante Sinead O’Connor rompió una fotografía del Papa Juan 
					Pablo II como protesta por la actitud del Vaticano ante los 
					casos de abuso de menores cometidos por sacerdotes. ¿En 
					serio alguien pretende decirme que su acto debe ser 
					sancionado de la misma forma que el de aquel que al romper 
					una foto está expresando sentimientos de homofobia, racismo, 
					fascismo o machismo? ¿El delito es romper una foto? ¿Somos 
					todos idiotas? 
					 
					Ofender a España es algo muy amplio y abstracto. Pretender 
					sancionar al que “ofenda a España” es pretender catalogar de 
					“ofensa a España” lo que en realidad son protestas contra 
					políticas de España. Así, se vacía la política de contenido 
					y se asume como lógico que es lo mismo decir “Puta España” 
					al protestar contra unas políticas de recortes que 
					empobrecen a los ciudadanos que al hacerlo contra las 
					políticas de tolerancia, igualdad o respeto hacia las 
					mujeres. También supongo que debe ser igualmente condenable 
					impedir a un agente de la autoridad entrar en un edificio 
					para desahuciar a una familia que para ayudar a un niño que 
					está siendo maltratado. Lo condenable, al parecer, es 
					impedir que el agente cumpla con su deber. Pues no estoy de 
					acuerdo. Tal vez sea lo mismo desde el punto de vista legal, 
					pero no desde el moral. Y es obligación ciudadana 
					posicionarse en contra de las leyes que atentan contra los 
					valores éticos que deben regir los principios democráticos. 
					La legalidad no siempre es justa. Los que, contrariamente a 
					mí, piensan que la sentencia legal de Estrasburgo respecto a 
					la Doctrina Parot es injusta supongo que me darán la razón 
					en mi afirmación. 
					 
					Yo no me siento ofendido cuando un catalán quema una foto 
					del Rey porque lo que esa persona está expresando no es un 
					insulto hacia los ciudadanos españoles, sino hacia una forma 
					de Estado. No me siento ofendido porque Sinead O´Connor 
					rompiera una foto del Papa porque no estaba atacando las 
					creencias de mis familiares católicos, sino que expresaba su 
					indignación ante unos hechos repugnantes. No siento que mi 
					seguridad está siendo atacada cuando alguien desafía a los 
					agentes que deben velar por ella al impedir un desahucio, 
					sino todo lo contrario, me tranquiliza pensar que hay 
					ciudadanos solidarios que se echan a la calle para defender 
					a sus vecinos. No, no todo es lo mismo. Aunque la 
					construcción de la frase sea la misma, no significa lo mismo 
					“Argelia para los argelinos” que “Francia para los 
					franceses”. En el primer caso, se expresan sentimientos de 
					justicia social, anticolonialismo y soberanía; en el 
					segundo, se expresa racismo, xenofobia y la prolongación de 
					relaciones de dominación. Pero supongo que para los obtusos 
					todo es igual. Maldita equidistancia. 
					 
					No se engañen. Esta ley y su supuesta defensa de la 
					seguridad ciudadana y el honor de los españoles no es más 
					que un intento de cercenar las libertades y los actos de 
					rebeldía. No buscan que no ofendamos a España, sino que no 
					ofendamos a su España, a la España que nos ofende a 
					nosotros, a la España que nos ofende a los españoles. Si 
					para defender a los españoles hay que ofender a su España 
					pues... ofendámosla. Ofendamos a su España. 
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