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OPINIÓN - SÁBADO, 7 DE DICIEMBRE DE 2013

 

OPINIÓN / LA ZARPA

Mandela rojo
 


DICIEMBRE Basurco Díaz
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Fidel Castro es uno de mis grandes amigos. Me encuentro orgulloso de encontrarme entre aquellos que apoyan el derecho de los cubanos a elegir su propio destino. Las sanciones que castigan a los cubanos por haber elegido la autodeterminación se oponen al orden mundial que queremos instaurar. Los cubanos nos facilitaron tanto recursos como instrucción para luchar y ganar. Soy un hombre leal y jamás olvidaré que en los momentos más sombríos de nuestra patria, en la lucha contra el apartheid, Fidel Castro estuvo a nuestro lado.” Al llegar a la palabra apartheid, muchos habrán adivinado quién es el autor del párrafo anterior. Sí, exacto, se trata de Nelson Mandela, fallecido el pasado jueves 5 de diciembre y homenajeado y reconocido hoy por personalidades de todo el espectro político.

Hay que reconocer que a la derecha se le da bien eso de apropiarse de los símbolos ajenos. Sin ir más lejos, la derecha española, franquista hasta hace dos días y opresora de demócratas, hoy no admite que nadie le de lecciones de democracia y hasta presume de “popular”, término proveniente de “pueblo” e históricamente ligado a la lucha de la izquierda. En Venezuela, la derecha oligárquica encarnada en Capriles reivindica a Bolívar e incluso a Chávez, queriendo vaciar el chavismo de contenido para así poder usarlo en su beneficio. Martin Luther King es admirado por todos, pero pocos dicen que era odiado por la derecha estadounidense y que, precisamente, fue asesinado cuando giró hacia posturas más radicales, asociando irremediablemente la lucha de los suyos a la lucha contra el capitalismo. La derecha vacía de contenido a los referentes de lucha, los convierte en apolíticos para poder reclamarlos y usarlos en sus discursos. Con Nelson Mandela lo hicieron y lo siguen haciendo. Mandela no fue ningún negrito pacífico y obediente, sino un guerrillero, un revolucionario que pagó con 27 años de cárcel su rebeldía y que hasta 2008 permaneció en la lista de terroristas de Estados Unidos. Muchos de los que hoy reivindican su legado son los mismos que le oprimieron en el pasado, los que aplaudían cuando las fuerzas del Estado aplastaban a las guerrillas, los que apoyaron el apartheid del que hoy reniegan. ¿O es que acaso el régimen sudafricano contra el que luchó Madiba no disfrutaba de apoyo internacional? Por supuesto que sí, al igual que el de Pinochet, el de Suharto, el de Mobutu o el de Videla.

La política funciona con símbolos y todos queremos ser asociados a los símbolos positivos y huir de los negativos. Mandela es el símbolo del antiracismo mundial. La derecha sabe que no llorar su pérdida significaría, ante la opinión pública, no apoyar el antiracismo. Quieren estar cerca de Mandela, igual que quieren que olvidemos su apoyo al régimen que lo condenó a prisión. Son la hipocresía personificada.

El Partido Popular dice admirar a Mandela. A la vez que decora nuestras fronteras con cuchillas que matan a africanos, a la vez que reivindica a Margaret Thatcher -quien siempre lo calificó de terrorista-, a la vez que interna a inmigrantes en los CIEs y aplica “leyes de seguridad ciudadana” para acallar a los desobedientes, a la vez que se niega a ponerle calles con su nombre para mantener homenajes a efemérides franquistas. Obama le llora, mientras mantiene abierto Guantánamo, refuerza el bloqueo a Cuba, apoya el apartheid israelí sobre Palestina y sobrevuela el mundo con drones que bombardean a población civil. Que les den. Mandela no es suyo, sino nuestro. No está con la Troika, ni con el Banco Mundial, ni con las empresas de armamento norteamericanas, ni con las multinacionales, ni con los que llevan a cabo políticas de recortes que recaen con mayor dureza contra los sectores más vulnerables. El doctor de Ciencia Política, Juan Carlos Monedero lo dice claro: “Mandela era, además de negro, rojo, comunista, culto, internacionalista, africano, hombre libre en una cárcel levantada por blancos, implacable con los enemigos del pueblo, enamorado de la revolución. No hagáis de Madiba un icono vacío de resignación. No era el Tío Tom: era Malcolm X, Lumumba, un pantera negra”. Pues eso. Descanse en paz, revolucionario. Y dele recuerdos al Ché.
 

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