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OPINIÓN - JUEVES, 2 DE ENERO DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

Noche de petardos y cohetes
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Dos de enero. Al no haber prensa escrita, navego por la Internet a la caza y captura de asuntos de los que opinar para poder pergeñar estas líneas. Y lo hago, créanme, atenazado aún por los nervios que me han producido los efectos de una variedad de fuegos artificiales que han durado hasta que la noche acabó convertida en madrugada.

Las calles del barrio donde yo vivo, y me imagino que así habrá sido en todas las calles de la ciudad, tomadas por niños, adolescentes y mayores con escaso sentido cívico, han tronado sin cesar, durante horas y horas, mediante el beneplácito de unas autoridades que han vuelto llamarse a andana. Es decir, que se han desentendido de un compromiso que les compete.

Las fiestas navideñas han perdido su alegría tradicional y, de seguir así, ninguna duda me cabe que terminarán siendo una burda imitación de los festejos falleros. Creo que ya lo son. Burda y peligrosa. Porque, desgraciadamente, cualquier día habrá niños con muñones. O reyerta entre vecinos. La ha habido ya en Jerez y en otras poblaciones. La de Jerez ha consistido en que los miembros de una familia, hasta los mismísimos de los cohetes, se han enfrentado a los de otra que hacían uso y abuso de ellos. Resultado: unos y otros, armados de palos y armas blancas, tuvieron que ser asistidos en el hospital de heridas graves. Y, claro, ya se han jurado odio eterno. Para que luego vengan a decirnos que estas fiestas son fraternales.

En fin, tenemos un Gobierno que, debido a los recortes, medidas impopulares y retrocesos en derechos y libertades, no ha dudado lo más mínimo en endurecer las leyes para evitar que los ciudadanos puedan protestar libremente en las calles y, sin embargo, hace la vista gorda con que éstas sean tomadas por niños, adolescentes y mayores atiborrados de cohetes, petardos, bombas y demás elementos compuestos por materiales explosivos. Menuda enseñanza…

Enseñanza la que uno recibe, cada dos por tres, de los plenos que se celebran en el Ayuntamiento de Cádiz. No ha mucho conocimos cómo se las gastaba Inmaculada Michinina, vendedora ambulante. Mujer que fue capaz de cantarle las cuarenta a Teófila Martínez; a la que tachan los gaditanos de creerse que es Agustina de Aragón. Y hoy, dos de enero, gracias a la Internet, me entero de cómo otro gaditano ha levantado la voz en la última sesión plenaria.

Se trata de David de la Cruz, quien se dirigió así a la alcaldesa de Cádiz: “Es una vergüenza que nos dé una cena a los pensionistas y luego tengamos que pagar los medicamentos”. Medicamentos que él necesita, porque tiene una enfermedad grave. Vive de una pensión. Escaso dinero con el que mantiene también a sus hijos.

Los plenos de Cádiz me agradan sobremanera. Por suceder hechos como los protagonizados por Michinina y ahora por David de la Cruz. De vivir yo en la capital de la Bahía gaditana, puedo asegurarles que no me perdería ninguno. Pero no para recrearme en los modos y maneras que pueda mostrar Teófila Martínez, sino para deleitarme con las intervenciones de quienes acuden a las sesiones dispuestos a cantarle a la alcaldesa las verdades. No las del barquero, sino la de ellos.

Cuánto bien le haría a nuestro alcalde, conocido por los pensionistas como Juanito “El Bueno”, que, al menos, una persona acudiera a cada pleno dispuesta a sacarle los colores de unas mejillas que llevan ya mucho tiempo luciendo palidez… indefinida.
 

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