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OPINIÓN - JUEVES, 2 DE ENERO DE 2014

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Jugar con el empleo como factor amenazante

Por Ramiro T.


El Gobierno local parece decidido a una huída hacia adelante en la reordenación del sector público empresarial, pese a la clara ilegalidad de la misma. La realidad es que detrás de la defensa del empleo de la que presume el Gobierno de Vivas se esconde su intento de no sufrir el coste político de un conflicto laboral por sus graves repercusiones en cuestión de votos, pretendiendo agotar los plazos para prolongar más allá de la primavera de 2015, esa fatídica fecha electoral, cualquier resolución sobre este asunto y evitar cualquier riesgo de adversidad.

En juego hay mucho: ni más ni menos que la estabilidad laboral de un buen número de empleados. Y con el ‘factor empleo’ ha jugado con habilidad este Gobierno como síntoma amenazante para poner sordina cualquier opinión de partidos de la oposión y sindicatos al respecto y así silenciar el más mínimo atisbo de ilegalidad que pudiera atribuírsele. Todos callados y mirando para otro lado.

Solo dos funcionarias de reconocido prestigios han osado a levantar la voz, dejando en evidencia a un Gobierno que sufre dualidad de comportamientos. En este sentido, hay ocasiones donde el Gobierno sitúa los pronunciamientos de los técnicos en un nivel poco menos que incuestionable si los dictámenes le son favorables, de referencia obligada como garante de legalidad y en otras ocasiones, en el caso que no le sean favorables estos pronunciamientos, no muestra idéntica percepción. Así sucedió en el caso Urbaser con el informe del técnico-contable al que se le lapidó mediáticamente y otro tanto viene a darse con la funcionaria Pepi Álvarez por haber osado a desafiar el procedimiento oficial del Gobierno en la reordenación del sector público.

Para este Gobierno, los funcionarios son más o menos creíbles en función de que les otorgue o no la razón a sus planteamientos. Un doble juego diabólico en el que se les protege si son técnicos con informes favorables o se les descarta y repudia si sus informes son desfavorables. Dos varas de medir que dicen mucho del talante político y del respeto a los funcionarios del que presume Juan Vivas, donde su reputación para el fluctúa en función del sentido de sus informes.

Bonita forma de tutelar y defender la independencia de todos ellos.
 

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