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OPINIÓN - JUEVES, 16 DE ENERO DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

Los dos tienen mal bajío
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Juan Vivas es funcionario de carrera desde tiempo inmemorial. Y, desde el primer momento en que puso los pies en el edificio municipal, alguien se dedicó a decir que había llegado al Ayuntamiento un muchacho sobrado de talento y de buenas maneras y que estaba destinado a ser figura principalísima de la Administración Local.

En los ochenta, durante las reuniones a la hora del aperitivo en sitio concurrido al efecto, raro era el día en que el alcalde de turno o cualquier concejal no estuvieran dispuestos a hacerle el artículo a JV. Ningún inconveniente tenían en adjudicarle fama de lumbrera, y lo hacían dando muestras visibles de ser rendidos admiradores de él.

Mediante semejantes altavoces propagandísticos, el funcionario Vivas tardó nada y menos en ser tenido por persona de gran sabiduría y dispuesta siempre a ilustrar a todos los demás. Y, claro, su vida como funcionario alcanzó fama inusitada y todos los políticos con cargos lo reclamaban a cada paso. Al mismo tiempo que los funcionarios de más edad se miraban sorprendidos ante lo que ellos consideraban que no dejaba de ser todo un bluff.

La apoteosis de Vivas fue cuando Aurelio Puya, siendo alcalde, lo nombre Director Gerente de PROCESA, con el beneplácito, naturalmente, de Juan Luis Aróstegui. Que era quien realmente partía el bacalao, entonces, en el Ayuntamiento. A partir de ese momento, el despacho de PROCESA fue el rincón de seguridad de un funcionario gris, que se aburría con sus obligaciones en la ‘Casa Grande’, y, en cambio, se lo pasaba maravillosamente haciendo informes extensos, con letra redondeada, y que todos terminaban en la papelera. Informes tan inválidos como los consejos que repartía a discreción desde su retiro dorado en la calle Independencia.

De ahí data la amistad entrañable que se forjó entre él y Aróstegui. Debido a que los dos se entendían perfectamente. Y ambos se reían a mandíbula batiente de funcionarios y políticos. Convencidos ambos de que eran las personas más inteligentes de esta ciudad. Todo ello, y mucho más, lo recuerdo más que bien; como asimismo me parece estar viendo la cara de una secretaria descompuesta por tener a un jefe que se afirmaba en su cargo evidenciando autoridad con el inferior.

Lo mejor de aquel entonces fue la idea que ambos tuvieron sobre la necesidad que había de montar una central lechera en Ceuta. A la que querían residenciar en un paraje de Benzú. Proyecto que acabó de manera esperpéntica. Como todos los proyectos en los que han participado el secretario general de CCOO y nuestro alcalde. Y qué decir de lo que hicieron durante años en el entonces conocido como Instituto Municipal de Deportes.

En realidad, y conviene destacarlo más que nunca, la amistad de nuestro alcalde con Aróstegui nunca fue buena para esta ciudad. Por más que uno ganara en su momento fama de lumbrera y el otro fuera evolucionando de ser un imitador mamarrachero del Che Guevara a un aliado permanente del Partido Popular, por medio de la rama de los ideales (!) de nuestro alcalde.

El último ejemplo lo estamos viviendo ahora con la marcha atrás dada por el Gobierno que preside Vivas en el caso de la reforma de las empresas municipales. Donde se ha demostrado que Vivas sigue siendo un negado gracias a los recursos presentados por funcionarios. En tanto que Aróstegui ha logrado que los sindicatos pierdan el adarme de crédito que tenían. Los dos tienen mal bajío.
 

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