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OPINIÓN - SÁBADO, 25 DE ENERO DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

Robar es más elegante
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Nadie podrá decirme que miento si afirmo que el Partido Popular nos dijo durante su campaña electoral que si gobernaba sería lo mejor que podría pasarnos a todos. Así que sus voceros se encargaron de pedirnos una mayoría absoluta con el fin de que el Gobierno pudiera obrar con entera libertad. Reservándose, naturalmente, aclararnos que lo harían sin ninguna consideración a los demás. Lo que se suele llamar hacer de su capa un sayo.

Uno, que nunca presumió de tener siquiera un adarme de esa gran inteligencia que se suele atribuir Aróstegui, aunque justo es decir que tampoco me chupo el dedo, se acordó muy pronto de lo que dijo Gerald Ford en 1960: “Un gobierno lo suficientemente fuerte para darnos lo que queremos lo es también para quitárnoslo todo”. Y me puse en guardia.

Lo primero que hicieron los populares fue mentirnos. Mentirnos muchísimo durante la campaña electoral. Pero no por ser políticos populares, sino porque los políticos están convencidos de que la sinceridad en pocas cantidades es peligrosa, y en grandes cantidades se vuelve fatídica. No parece más que todos ellos han leído a Oscar Wilde. Por cierto, recomendarles economía a los pobres resulta grotesco e insultante. Es lo que dijo el autor de “El retrato de Dorian Gray”. Y lo remató con arte: “Es como aconsejarle que coma menos a un hombre que se esta muriendo de hambre”.

En España, desde hace ya varios años, los pobres que antes eran de buen ver, o sea, pobres con pedigrí, han pasado a formar parte del gremio de los mendigos, debido al atropello que el Gobierno ha venido cometiendo con ellos. Y porque es más seguro pedir que robar, pero robar es más elegante y sólo está al alcance de quienes pertenecen a la nobleza, a sus lacayos, y a quienes les venden preferentes a señores mayores que nunca se preocuparon de leerse la letra chica del truco del almendruco.

A nadie se le escapa que los españoles estamos viviendo tiempos muy difíciles. Terriblemente difíciles. Porque son millones los que se levantan cada mañana sabiendo que están apremiados por algo tan vital como es conseguir algún dinero para comer. Millones de familias están viviendo en la más absoluta precariedad. Situación que va inoculando odio entre quienes saben que la desigualdad de clases ha llegado ya a extremos intolerables. Sobre todo cuando la televisión nos muestra a un tipo como Blesa, por poner un ejemplo, atildado y petimetre, y luciendo andares y gestos de privilegiado. Un tipo que está convencido de que es intocable. Porque sus silencios se pagan a cambio de sambenitar la voz de cualquier juez que se atreva a meterlo en el talego. Los corruptos, además, tienen una buena claque. Hablo de los corruptos a gran escala, que no de cualquier ratero de poca monta. Una claque que pide el indulto para ellos tras haber sido condenados a cárcel. Y es entonces cuando a uno, que es consciente de que la corrupción nunca dejará de existir pero que es primordial el perseguirla con todos los medios posibles y castigarla severamente, le entran ganas de vomitar.

Tampoco crean ustedes que no me dan arcadas cuando oigo o leo las declaraciones de políticos convertidos en mensajeros del Gobierno que les encarga decirnos, verbigracia, que la crisis ya ha pasado. Que empezaremos muy pronto a disfrutar de pleno empleo en toda España. Y que ésta vuelve a ser la estrella del firmamento mundial. Y además reclama credibilidad para sus palabras. Y a mí sólo me cabe celebrar tan buena nueva echándome al coleto un mojito casero. Pues Marbella me queda muy lejos.
 

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