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OPINIÓN - MARTES, 4 DE FEBRERO DE 2014

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

La hipocresía en el periodismo
 


Jesús Carretero
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

El fin de semana, si es que no lo sabíamos, y muy bien, debe habernos dejado muy claro que la hipocresía y el periodismo van de la mano, casi a diario.

El fallecimiento del que fuera jugador del Atlético de Madrid, entrenador de este equipo, en varias ocasiones y seleccionador nacional, Luis Aragonés, ha hecho que muchos, sin querer o queriendo se hayan quitado la careta para, una vez muerto ese técnico, valorarlo en su justo punto, cosa que no habían hecho con anterioridad, cuando estaba en plena acción.

La prensa de Madrid, especialmente, nos ha mostrado ahora, tras su muerte, la valía del de Hortaleza, cosa que no supo o no quiso valorar, cuando, entre otras cosas, prescindió de Raúl para con la Selección Española, porque en aquellos tiempos el jugador merengue era el “niño mimado” de la prensa deportiva de la Capital de España.

Los que escribían y pregonaban “¡¡Raúl, Selección!!”, desde la tarde del viernes, con Luis Aragonés ya muerto, han reconocido, por fin, que fue el de Hortaleza el que armó la Selección que lograría primero el campeonato de Europa, luego el Mundial, más tarde el campeonato de Europa, y ahora lo que venga.

Demasiado tarde esas alabanzas, como demasiado tarde ha sido el reconocimiento, por parte de los seguidores rojiblancos, al deportista que más hizo en el terreno de juego y en el banquillo por el equipo colchonero.

La mayor parte de los seguidores del Atlético de Madrid que bendecían el domingo a Luis Aragonés, desde las gradas del Vicente Calderón, no lo conocieron sobre el terreno de juego, ni en sus inicios como entrenador.

Por mi edad y eso que nunca fui seguidor de los atléticos, tuve la oportunidad de ir, docenas de veces, al campo del Metropolitano y entonces allí no se valoraba a Luis como él se merecía, porque hubo otros más valorados: Peiró, Collar, Adelardo..., también tuve la oportunidad de ver y asistir a la inauguración del Vicente Calderón donde, desde el primer instante, quedó ya marcado su nombre para siempre, al haber sido él el que inauguró el marcador, aunque al final de aquel partido el resultado fuera de 1-1 frente al Valencia.

Entonces y después, porque su carácter no le permitía compadreos, no era el más querido por la prensa, no era de los que tenían muchos amigos, pero los incondicionales lo eran de verdad.

Ahora, sin hacer ruido, Luis aragonés se ha ido, una enfermedad que nadie había comentado, se ha llevado al técnico que más veces se sentó en un banquillo, al técnico que en una semana pasó de ser jugador a tener que dirigir a sus propios compañeros, en una de aquellas campañas del Atlético de Madrid en la que las cosas le iban, como casi siempre, a tropezones.

Desde aquel primer día en el banquillo demostró una personalidad a prueba de bomba, ha logrado títulos, ha entrenado a muchos equipos, incluido el Barcelona, pero la espina que se habrá llevado Luis Aragonés es la de no haber entrenado nunca al Madrid y, sinceramente, creo que tenía categoría más que sobrada para haberlo podido entrenar.

A partir de ahora, ya tenemos otro mito del deporte, otro mito al que querrán santificar los que, en otros momentos vilipendiaron, demasiado tarde ya para ir a cara descubierta, más de uno se quitó muy tarde la careta, por lo que más de uno lo mejor que podrá hacer es olvidar a ese gran deportista al que ahora parecen adorar, pero que no supieron comprenderle a su debido tiempo. Hipocresía es eso.
 

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