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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 19 DE FEBRERO DE 2014

 
OPINIÓN / COLABORACION

«Jóvenes costaleros de Ceuta»

Por  Jacobo Díaz Portillo*


Solo muy de vez en cuando, muy de tarde en tarde, cuando el cielo se cubre de constantes nubes negras, y las borrascas hacen un perenne asedio a la luz del sol, solo a veces, muy raras veces, un rayo de luz de esperanza se vislumbra en el tenebroso y desangelado cielo del mundo actual de la costalería en Ceuta. Bajo el auspicio de nuestro amigo Fernando Galindo, y, con el apoyo logístico y espiritual de la Hermandad de la Vera Cruz, ha nacido en este frio invierno caballa una prematura flor de primavera, repleta de ilusión y de esperanza, la Asociación Cultural Cofrade JÓVENES COSTALEROS DE CEUTA.

Efectivamente el próximo sábado 22 de febrero, a las 19 horas hace su presentación oficial esta novel asociación en el salón de actos del ayuntamiento de nuestra ciudad. Lo hacen a lo grande, con una magnífica y atractiva conferencia sobre la costalería. Sus imberbes jóvenes fundadores, y moderadores de la misma, Juan Bueno y Carlos González, han invitado a nuestra ciudad a los conocidos “Julianes”, capataces sevillanos de la familia Huertas. Todo un lujo a nuestro alcance. Un revulsivo al decadente mundo actual del costal, que ellos con su ilusión, coraje y perseverancia van a tratar de “resucitar”. No podemos faltar a esta cita, no solo por ellos, sino también por nuestro futuro cofrade.

En este artículo pretendo hacer una meditación pública sobre un tema controvertido, donde la costalería es solo la punta de un iceberg que tiene otras dimensiones y profundidades. Reflexionar para intentar encontrar la verdad, ese desafío hacía el descubrimiento de la realidad que anida debajo de las tradiciones, más allá de las cadenas que las ilusiones e ideologías a veces ocultan. Este artículo es un conjunto de pensamientos realizados en primera persona, donde busco una mejora evolutiva y sustancial en el mundo cofrade. No cabe duda que reflexionar estimula, compromete, relativiza, y pero también condiciona. Pero una reflexión debe ser siempre un ejercicio de honestidad hacia la verdad, y cuidado al recorrer este camino; quizás no lleguemos a puertos esperados o deseados.

Alguien dijo en un polémico pregón cofrade: «Que nunca los ministros y los hombres de fe con poder en la iglesia actúen como lo hicieron los apóstoles que, en principio, impidieron que los niños se acercaran a Jesús porque pensaban que eran criaturas de pocos valores. Dejad que los niños se acerquen a mi dijo el Señor (Marcos 10, 13-16). Ellos con su inocencia bendita, sin darnos cuenta, levantan los aldabones de las grandes puertas de las catedrales, iglesias y ermitas, tocan los llamadores de los pasos de nuestras cofradías, coleccionan sus estampitas, cuando florece la primavera, se colocan obedientes debajo de las trabajaderas, y vestidos con su túnica nazarena se bautizan como hermanos de luz cuando gota a gota van derramando impaciente su cera. Con sus comuniones abren las puertas de las sacristías que ya estaban preparadas desde su bautismo, pero después no todas esas puertas quedan siempre abiertas en la medida del tamaño y las necesidades de sus inmensos corazones, probablemente estábamos todos ocupados con nuestras preocupaciones; unos con el boletín de su cofradía, otros preparando nuevos pregones, y otros repasando sus homilías. Que las puertas de nuestros corazones, y las cerraduras oxidadas de nuestra mente, estén siempre abiertas para ellos, que apoyemos siempre sus iniciativas, que nunca los dejemos a un lado, que nunca se sientan olvidados, engañados, apartados o discriminados por su juventud o por su supuesta ignorancia o rebeldía. Que ellos y sus familias, en su primera eucaristía, y ante el temor de lo nuevo y con los nervios desmadrados- nunca se sientan castigados sin homilía por un trivial e inocente pecado, que nunca sean receptivos de nuestra hipocresía, indiferencia, intransigencia y enfado, porque ellos son nuestro mejor tesoro, el ajuar más preciado de nuestras cofradías, nuestros únicos avalistas del futuro y de la iglesia de Cristo resucitado y de su madre la Virgen María».

Efectivamente, los jóvenes caballas deben tener un papel importante en la Iglesia antes y después de su primera comunión, para después consolidarlo en su confirmación. Deben ser testigos activos en la dinámica catecumenal de cada día. Es primordial ofrecer a los más jóvenes la oportunidad de participar en las actividades de la iglesia AHORA, porque os aseguro que LUEGO será demasiado tarde. Cuando se tiene en cuenta a los más jóvenes, se les escucha, se les atiende usando pequeñas dosis de psicología, se les atrae a la parroquia con lo que más le gusta –generalmente las COFRADÍAS y sus diferentes aspectos como la costalería- y se posibilita que se expresen con libertad, que participen activamente en ellas, entonces y solo entonces, ellos pueden dar razón de sus experiencias de fe a través de sus acciones y transformar la realidad del pequeño mundo en el que viven con el estilo y el mensaje de la doctrina de Jesucristo resucitado.

Jesús nos dijo: «El que recibe a este niño en mi nombre me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe a aquel que me envió (Lucas 9, 46-50)». Las Juntas de Gobierno y los Directores Espirituales de las Hermandades y Cofradías de Ceuta deben hacer un esfuerzo mental y psicológico, dejar las lenguas muertas en paz, y ponerse a la altura de éstos cristianos cofrades benjamines y juveniles que con su ilusión participan especialmente en nuestros desfiles procesionales y que suponen «la cantera» para un futuro tan incierto como cercano, y a la triste realidad me remito. Si analizamos con actitud crítica el contenido y la logística de las actividades pastorales que hacen algunas cofradías a lo largo del año litúrgico nos daremos cuenta que la mayoría de ellas –por no decir todas- están pensadas y dirigidas a los hermanos adultos, es decir a los que tienen plenos derechos y deberes. De esa forma técnicamente involuntaria quedan fuera de todas ellas los menores de edad, que no tienen voz ni voto.

En una sociedad actual de escasa espiritualidad en la que nuestros jóvenes son literalmente masacrados por miles de mensajes laicistas de los etéreos enemigos de la iglesia de Cristo, que potencian el consumismo, el egoísmo y la competencia desleal, donde los valores cristianos brillan por su ausencia ¿no creen ustedes cofrades y directores espirituales que el seno de la hermandad es el ambiente ideal para cultivar, abonar y hacer crecer la semilla de la fe que el Espíritu Santo plantó en los más jóvenes con su bautismo? ¿No os dais cuenta del potencial que ambos tenéis como administradores de la ilusión que tiene la juventud cofrade cuando visten con la túnica de la hermandad o salen de costaleros durante la estación de penitencia? ¿Tan densa, tupida y crasa es la venda que tapa los ojos de algunos que no se dan cuenta que las cofradías son una alternativa válida frente al odio y amenaza laicista enraizada en nuestra sociedad actual, cada vez más apartada y enemiga de Dios, cuyo desarraigo crece y nos amenaza a todos los cristianos? Supongo que todo sería más fácil siempre y cuando algunos pudieran llegar a un equilibrio mental entre su espiritualidad pura y dogmática frente al pietismo de la religiosidad popular, erradicando para siempre los lóbregos fantasmas de la idolatría engendrados por los pedazos de las tablas rotas por Moisés y derramadas en el valle del Monte Sinaí.

Llegados a este punto, las preguntas son obvias. ¿Los cofrades y los sacerdotes navegamos todos siempre en el mismo barco? Si la respuesta fuese afirmativa, que así espero ¿remamos todos en la misma dirección? La entrega ocasional de las Guardas portadoras del pregón a presbíteros, no siempre es un gesto garante de empatía y afinidad. Los cofrades y los sacerdotes luchamos contra un invisible enemigo común, la crisis de valores. No solo religiosos, sino también morales y éticos. Nuestros retos y destinos son los mismos, y como tales, deberíamos afrontarlos juntos y de inmediato. De lo contrario todos nos arrepentirnos luego, a medio-largo plazo, o quizás a corto plazo, cuando no se escuche el crepitar de la madera de los bancos de las iglesias en el silencio de la misa dominical, cuando la juventud brille por su ausencia, y algunas cofradías dejen de salir, bien por falta de cortejo y/o falta de costaleros. No podemos vivir en la nostalgia del recuerdo de tiempos pretéritos en los que algunos acudían, más por obligación social que por devoción espiritual, a misa los domingos y fiestas de guardar. O cuando en nuestra ciudad se recurría in extremis a los soldados en los cuarteles para completar algunas cofradías. Todavía estamos a tiempo de no llegar a estos extremos utópicos y anacrónicos, que no están a nuestro alcance ético ni logístico. Comencemos ahora a cuidar y potenciar todos juntos este gran patrimonio humano, que es la juventud en nuestras cofradías, y por ende en nuestras parroquias.

La juventud cofrade no siempre tiene claro cuál es su posición y labor dentro de las hermandades. Y eso es ciertamente peligroso porque esa falta de empatía o de entendimiento dificulta el crecimiento y las relaciones. Con frecuencia los jóvenes vuelcan todas sus capacidades, empeño y cariño para estar a la altura de las circunstancias, de aquello que la Junta de Gobierno de sus cofradías espera de ellos. La juventud busca un hueco en la jerarquía cofrade, que cuando lo encuentra, es angosto, trivial y huérfano de sentimiento y afecto. Nadie se acerca a ellos para preguntar por sus inquietudes, o tan solo para saber cómo están, o qué opinan de la marcha de la hermandad, y por supuesto, si dejan de venir por la cofradía, nadie les interesa, ni siquiera una llamada de los responsables para interesarse cuáles son los motivos que ha llevado a la ausencia a ese joven hermano.

Puede que la juventud actual, por su mejor preparación cultural, haya superado, en muchos aspectos, a los clásicos que decían saber y hacer todo, o quienes querían ocupar todos los sitios y quedarse per secula seculorum. Quizás falte el diálogo entre los eternos de siempre y para siempre, con las nuevas generaciones cofrades. En Ceuta hay una juventud que espera la alternativa, a la que hay que dejar paso, abrirle todas las puertas, y darles las llaves del gobierno y del futuro de las cofradías. No podemos estar toda la vida escuchando lo mismo, y a los mismos de siempre, hay que renovarse o morir. Agotar los ochos años legales de la legislatura es, como mínimo, aberrante, y mucho más la repetición alternante de los mismos candidatos. Nunca segundas partes fueron buenas. Nuestras Hermandades deben abrir sus ventanas a los frescos y lozanos aires del futuro. Descubrir con criterios coherentes nuevos horizontes para esos jóvenes, con los que poder contar y afianzar los cimientos del futuro de la Semana Santa.

Las Juntas de Gobiernos y los Directores espirituales de nuestras Hermandades tienen la enorme responsabilidad de realizar una constante labor evangelizadora con una apuesta clara por el reconocimiento del papel de los niños y adolescentes como sujetos activos en nuestras cofradías, como un miembro más de la misma iglesia y como jóvenes peones aprendices en la construcción del Reino de Dios. En este sentido, tenemos que apelar a la creatividad y ofrecer desde las directrices de nuestras cofradías un abanico de actividades dirigidas a los más jóvenes de nuestras hermandades, cuidando todos los detalles para que sean ellos los auténticos protagonistas, se les escuchen y atiendan sus inquietudes, y se potencie su vida cristiana. ¿Y qué podemos hacer? «La imaginación al poder», nos podrían decir nuestros hijos cansados de ser solo un simple engranaje más, de cumplir una labor monótona, aburrida e intermitente. Tenemos que buscarles nuevos horizontes en el mundo cofrade donde la imaginación de las Juntas de Gobierno, y sobre todo la tolerancia de los sacerdotes, podrían cambiar las cosas, los regímenes y sobre todo su futuro cristiano. Son muchas las actividades que podemos organizar con ellos y para ellos, analizando retrospectivamente la situación, pueden servir de ejemplos puntuales y de carácter anecdótico la masiva participación de jóvenes en la Agrupación Musical de Nuestro Padre Jesús Caído y la Virgen de la Amargura, el nuevo Rosario de la Aurora de la Cofradía de la Vera-Cruz realizado en octubre del año pasado con los jóvenes como únicos protagonistas de la organización, y de la costalería. Así como su proyecto de Cruz de Mayo juvenil para este año con el apoyo de la nueva Asociación Cofrade de Jóvenes Costaleros de Ceuta. También el Vía Crucis y el Rosario infantil especialmente adaptados a los más pequeños que se realizan en la parroquia de San José desde el año 2012, y que afortunadamente ya ha tenido eco en otras feligresías. De esta forma, canalizados por las comunidades parroquiales y, sobre todo por las cofradías, podemos conseguir que los jóvenes sean personas de pleno derecho en la vida de la comunidad eclesial a la que pertenecemos, con voz de timbre agudo e ingenuo, sin voto pero con alma. Porque no olvidemos nunca que «El que no reciba el reino de Dios como un niño – dijo Jesús-, no entrará en Él» (Lucas 18,17)», y en el mismo plano conceptual el texto de Mateo (5:8) «bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios». Y para verlo en realidad, no importa que sea a ciegas, pues van guiados por su capatáz, debajo de una dura trabajadera, al son de cada levantá, con el costal por bandera, con él encontrarán, en cada primavera, en cada chicotá, no solo a ese Jesús de madera, sino también al que anduvo en la mar.

* Asociación Cultural Cofrade
 

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