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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 5 DE MARZO DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

Nuestro alcalde es un artista
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Se ha dicho siempre que la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos en todas partes, diagnosticarlos de manera equivocada y aplicarles remedios inadecuados. A ver quién se atreve a negarle a nuestro alcalde la condición de artista.

La popularidad es el laurel con que los ciudadanos han venido coronando el arte de mala calidad de nuestro alcalde. Todo lo popular es malo. Y qué decir si el artista, además, actúa convencido de que nació predestinado para dirigir los destinos de su pueblo.

Nuestro alcalde es un político que ha superado ya su fecha de caducidad. Lo piensan muchos ciudadanos. Quienes creen también que si sigue aferrándose al cargo su ya muy dañada credibilidad podría alcanzar niveles ínfimos.

Nuestro alcalde está sumido en una crisis: se le considera sumamente bajo en valor, calidad e importancia. Sus actuaciones son temas de comentarios y murmuraciones. En la calle, de la que yo me precio pasear, se habla de que es reo de un pacto entre el empresario que un día fue concejal y pavimentó el centro de la ciudad con unas losetas que han mutilado a innumerables personas y Juan Luis Aróstegui: dirigente de Caballas.

La crisis de nuestro alcalde se va convirtiendo en desprestigio a pasos agigantados. Su descrédito va aumentando sin cesar y hasta sus más allegados comienzan a largar contra él. Incluso se permiten el lujo de contar que es verdad que se lleva a partir un piñón con el empresario de marras y el secretario general de CCOO. Y aun se preguntan el porqué de esa alianza.

Semejante juntera está en entredicho. Y es la comidilla de mucha gente que no acaba de entender cómo es posible que nuestro alcalde mantenga tan buenas relaciones con el dirigente de Caballas que puso a parir a los habitantes de esta ciudad en el programa al rojo vivo.

Los ceutíes no entienden que Juan Vivas, disfrutando de mayoría absoluta, esté mediatizado por dos personas. La cuales coartan y limitan su libertad. De ahí que nuestro alcalde antes de tomar cualquier decisión deba consultarla con sus socios. Que son dos: Aróstegui y un empresario de la localidad que un día fue concejal y adornó las calles del centro de la ciudad con losetas que han conseguido que Ceuta cuente con el mayor número de rencos de toda España. Es decir, cojos de por vida.

De por vida se va a recordar siempre el gobierno de un Vivas que parece no darse cuenta de que se le ha acabado el rollo; es decir, la simulación de ser persona afable, cortés y cercana. Humilde por excelencia y defensora de todo lo bueno de su tierra. Esa tierra marinera, con mar de olas verdes, azules y blancas, que nos predisponen a la contemplación. Que él no se cansa de divulgar por los pueblos con los que hermanarse significa mucho para él: dárselas de poeta y de humanista. Terrible contradicción. Cuando luego permite que el dirigente de Caballas y amigo íntimo de él, de nuestro alcalde quiero decir, brame contra los ceutíes en un programa televisado para toda la nación.

El rollo, permítanme la repetición, se le ha acabado ya a nuestro alcalde en todos los aspectos. Y me atrevo a propagarlo porque me consta que en la calle no cesan los comentarios grotescos contra su persona. Y, naturalmente, tampoco faltan las críticas acerbas de quienes siendo del Partido Popular no acaban de entender por qué Vivas lleva ya mucho tiempo con el oremus perdido. Es la pregunta del millón. Y habrá que responderla cuanto antes.
 

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