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OPINIÓN - JUEVES, 6 DE MARZO DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

José Luis Sastre
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Jamás tuve la ocasión de charlar con él. Nunca creo que haya habido entre nosotros saludo alguno. Recuerdo, eso sí, que a veces nos cruzábamos en el puente de la Constitución paseando a nuestros respectivos perros. Pero ya hace años de ello.

Sin embargo sabía que era profesor, licenciado en Derecho y en Geografía e Historia y… seguro que se me olvida algún que otro título más. Y, desde luego, jamás permitiría que nadie osara decirme, parafraseando a José Ortega y Gasset, en su enfrentamiento con Salvador de Madariaga, que José Luis Sastre es tonto con varios títulos.

Cuando el señor Sastre, José Luis él, fue designado por su partido candidato a senador, sustituyendo al hasta entonces Nicolás Fernández Cucurull, se dijo que su nombramiento había sido un capricho de nuestro alcalde. Dueño absoluto, tras el matarile político que le habían dado a Gordillo, tiempo atrás, del gobierno y del partido. Pero yo no comulgué con esa versión de cómo el susodicho aparecía en la lista con todos los pronunciamientos favorables para salir elegido senador y pegarse la gran vida en los madriles.

Sí; no dudé en llevarle la contraria a cuantos decían a voz en cuello que el tal Sastre no reunía méritos suficientes para ser candidato a acta y escaño senatorios. Por estar recién llegado al partido y porque nunca había negado ser más socialista que Juan José León: amigo íntimo de él. Hasta el punto de que en cuanto fue nombrado director Provincial de Educación y Ciencia, lo primero que hizo León Molina fue designar a Sastre como secretario general.

Como secretario general de Educación y Ciencia, y aquí está el quid de la cuestión, empezó Sastre en 1984 y estuvo desempeñando el cargo hasta anteayer, como quien dice. Es decir, que algo tiene que tener nuestro hombre, amén de títulos universitarios, como para ser capaz de servir a la izquierda y a la derecha, durante tantísimos años, sin descomponerse lo más mínimo.

Pasar impoluto por semejante prueba, créanme, sólo está al alcance de personas con el tarro muy buen amueblado. Lo hizo Azorín, a su manera, durante su etapa política. Y pocos más son los que han conseguido conservar, como lo ha hecho Sastre, su fisonomía izquierdista cuando aparecía como derechista y viceversa. Tal comportamiento me sedujo siempre. Y sigo pensando que su actitud pudiera deberse a su disciplina por ser hijo de oficial de la Guardia Civil.

Precisamente, nuestro senador, que nunca se ha distinguido por hablar ni escribir mucho, aprovechando su cargo, se ha referido a los hechos ocurridos el ya fatídico y pasado 6 de febrero, por medio de un comunicado, el martes, día 3. Y lleva razón cuando se queja amargamente de la publicidad negativa que estos hechos significan para Ceuta y para todos los ceutíes. Aunque en esta ocasión ha quedado claro la solidaridad y hospitalidad de los hombres y mujeres de Ceuta. Muy bien lo refrendado por nuestro senador.

Pero (ay, ya apareció el pero adversativo, dirá el senador si me lee; lo cual, siendo él licenciado en varias materias, sería un honor para mí). Y aparece el pero porque Sastre, que tilda a la izquierda en general de hipócrita y demagógica en todo cuanto larga de la inmigración, no ha dicho ni mu de Aróstegui. Como heraldo que ha sido de todo lo detestable que se ha aireado del drama de los inmigrantes. ¿Miedo a Vivas? ¿Miedo a no ir en las próximas listas? ¿Miedo a qué…, senador? Me gustaría conocerlo.
 

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