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OPINIÓN - DOMINGO, 9 DE MARZO DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

Tener un quebradero de cabeza
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me dijo un día que le gustaba la copla más que el chocolate espeso. Y hasta me confesó que cantaba por Marifé de Triana sin desentonar. Yo le dije entonces, conociendo que estuvo en un tris de meterse a monja, que, de haber dado ese paso, habría sido una especie de hermana San Sulpicio. Y, claro, se le incendiaron las mejillas.

Quise saber que le había impedido no ingresar en un convento. Y ella, con inusitada rapidez, me contestó que se había propuesto servir a Dios por otros medios. Tan a pecho se tomó lo de servir a Dios que lo lleva haciendo como profesional de la política desde que usaba calcetines blancos. ¡Menudo sacrificio!

Me puso al tanto de su edad, sin habérsela yo requerido, y le dije, entre bromas y veras, que una mujer que confiesa los años cumplidos, porque sí, no es de fiar. Y el malhumor de Yolanda Bel se hizo patente. Lo cual me hizo comprender al instante que le repateaba que le llevasen la contraria, y mucho menos que le enmendasen la plana.

Así que decidí darle un pase cambiado para ver si la devolvía a la situación de principio. Y lo hice desplegando la muleta de la conveniencia con el nombre de Juan Vivas. Fue oír el nombre de nuestro alcalde y se le arrebolaron de nuevo las mejillas y el resto de la cara adquirió una sensación de felicidad que nunca he olvidado. Llegó a ponerse tan alegre como unas castañuelas.

YB tardó un amén en demostrarme que tenía toda la fe del mundo depositada en Juan Vivas. Lo aduló de modo y manera que me hizo pensar que la consejera era capaz de mentir, en caso necesario, defendiendo cualquier posible metedura de pata de un hombre por quien decía sentir pasión desmesurada.

Me sorprendió, entonces, cuando la estaba entrevistando, cómo le brillaban los ojos de felicidad a la consejera, YB, mientras hablaba y hablaba de nuestro alcalde sin cesar. Incluso pensé en la mucha suerte que tenía Vivas porque hubiera una mujer capaz de creer en él sin sombra de duda.

Y no una mujer cualquiera, no; sino una mujer elegante, preocupada por su imagen, empeñada en perfeccionar su cuerpo, y dispuesta cada día a hablar mejor para que sus intervenciones en las sesiones plenarias fueran muy del agrado de su admirado JV. El político por excelencia para ella. Su arquetipo de hombre. Y por ello se esmeraba continuamente en todos los aspectos con el fin de que nuestro alcalde jamás tuviera la menor intención de dejarla al borde del camino. Como había ocurrido ya con algunos compañeros. De los que ella solía opinar que habían sido defenestrados merecidamente.

Yolanda Bel, sin embargo, no es muy dada a disculparse cuando yerra. Y yerra lo suyo. Ahora bien, al único que le permite llamarla al orden y hasta mandarla a callar en los plenos, cuando se excede en los reproches a Aróstegui, es a su admirado Vivas. Su idolatrado Vivas. El Vivas de sus entretelas.

Por lo que no me ha sorprendido en absoluto, que YB diga que las “facturas sin consignar es una práctica habitual”. Y que Aróstegui, su denunciante, lo hace por el bien del Gobierno. Actuando así, la consejera ha evidenciado nuevamente que vale un Potosí. Que es lo que piensa nuestro alcalde de ella.

Eso sí, no sé por qué los hay que siguen diciendo que nuestro alcalde tiene un quebradero de cabeza con la portavoz del Gobierno, consejera de Gobernación y Empleo. A qué se refieren…
 

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