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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 19 DE MARZO DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

Relaciones funestas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La semana pasada, y creo que algo conté en la miscelánea semanal, tuve la oportunidad de pegar la hebra con varias personas destacadas del Partido Popular. Todas ellas, la verdad sea dicha, no tuvieron el menor reparo en responder a mis preguntas. Incluso dijeron más de lo que me cabía esperar de quienes son conscientes de que si a mí me diera por mencionar sus nombres los pondría en un aprieto.

Pero esas personas me conocen lo suficiente como para estar seguras de que yo nunca he dejado a nadie en la estacada. Por tal motivo, es decir, por tener la certeza de que no los colocaría en una situación comprometida, me pusieron al tanto del mucho daño que están haciendo al Gobierno y al PP las estrechas relaciones existentes entre el alcalde, el dirigente de la coalición Caballas y un empresario local. Basada, según ellos, en el afecto que los tres se profesan.

A mí se me ocurrió preguntar si la amistad de los susodichos es verdadera. Y uno de mis confidentes, que sabe tela de qué va la cosa, se expresó así: “En realidad, no se pueden ver ni en pintura. Es más, Vivas odia al empresario desde que hicieron un viaje a las islas Canarias y llegó a sus oídos que éste hacía chistes sobre sus manías y comportamientos.

Vuelvo a preguntar: ¿entonces a qué se debe el trato exquisito que les viene dispensando en todos los aspectos?

-Muy fácil, contesta otro miembro del PP: Vivas no se fía de ellos ni un pelo… Pero les tiene jindama. Miedo. Mucho miedo. Y ellos, lógicamente, se aprovechan de las circunstancias a tutiplén.

Me vas a perdonar, le digo, pero lo que me cuentas no se corresponde con la actitud de un alcalde a quien, últimamente, le encanta demostrar que manda mucho.

El tercer interviniente no duda en razonar de tal guisa: La actitud de Vivas es de persona insegura y pueril. No te quepa la menor duda, Manolo. Si bien es cierto que para ocultar sus debilidades, esa pusilanimidad que se le achaca, ese apocamiento manifiesto tan suyo y tan propalado, necesitaba cebarse con alguien. Pero no con un mindundi. Sino con alguien que estuviera dispuesto a fajarse con él. Eso sí: si dio ese paso fue porque estaba convencido de estar en posesión de armas imprescindibles para hacerle daño al enemigo que le habían puesto en suerte al alimón: el empresario y el dirigente de la coalición Caballas.

Yo quiero saber. Y, por tanto, debo hacerlo preguntando. ¿Cómo es posible que en el PP se acepte que el alcalde por favorecer a unos amigos, que según ustedes lo son como consecuencia del pavor que les tiene, no cese de perseguir con saña a otro empresario que siempre tuvo un comportamiento preñado de hombría con el PP?

Esa es la pregunta del millón, Manolo. Esa es la pregunta que todos los que no comulgamos con la forma de proceder de Vivas venimos haciéndonos. Y es así -quien habla es alguien de quien he dicho más arriba que sabe tela marinera de cuanto acontece en el gobierno y en el partido-, porque creemos, sin sombra de duda, que nuestro alcalde se está equivocando. Mejor dicho: que está errando gravemente. Y lo peor, aunque me cueste trabajo confesarlo, es que ninguno de los que pensamos que sus yerros nos hacen mucho daño, un daño enorme, tenemos los suficientes dídimos para hacerle comprender que trata de perjudicar para darse pote de que su valor no tiene límites. Que se equivocan quienes lo tachan de ahogarse en un vaso de agua. En fin, que es todo un tío…
 

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