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OPINIÓN - JUEVES, 20 DE MARZO DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

La viva imagen de Jesús Gil y Gil
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Llevo varios días paseando la calle, por motivos que no vienen al caso referir, y, lógicamente, se me presentan más oportunidades de hablar con la gente. Actividad que me ayuda muchísimo a la hora de ponerme a escribir.

La gente quiere saber si realmente odio tanto a nuestro alcalde como reflejan mis escritos sobre él. Y les digo que no. Que yo soy incapaz de odiar a nadie. Pero no porque tenga yo madera de santo sino debido a que el odio es tóxico y lo primero que estropea es la piel. Mayormente el cutis. Y uno, la verdad sea dicha, si de algo puede presumir es de tener el rostro alabastrino, aterciopelado, de rosa, de seda… Más o menos como el culo de un bebé.

A nuestro alcalde, sin embargo -amén de haber perdido la naturalidad, la llaneza, la sinceridad, la campechanía, aunque fueran poses impostadas, que tampoco pasa nada por ello-, sus errores, sus malas acciones y sus obsesiones políticas le han puesto cara de malas noticias. No hay nada más que ver la fotografía que viene ilustrando esa opinión cuyo título se mete por los ojos: “Vivas y Al Capone”.

La gente enfadada acostumbra a decir montones de tonterías que realmente piensa. He aquí una de ellas: “Cualquier día, ese que tú llamas nuestro alcalde te va a pasar factura por ser tan crítico con él… Y uno que estuvo en un tris, cuando adolescente, de adentrarse por los caminos de maletillas con aspiraciones a ser toreros de tronío, va y suelta, como quien no quiere la cosa, la definición de bravura: “La bravura es la capacidad de lucha hasta la muerte”.

Cuando no reciben las respuestas deseadas a sus interpelaciones, hay gente que no dudan en echar mano del recurso fácil para ver si es posible cundir desánimo en quien no hace más que cumplir sus obligaciones por escribir en un periódico en el cual lleva muchos años y del que no desea desertar y mucho menos por miedo a cualquier represalia que pueda tomar un tío que está convencido de que es el ceutí más admirable que ha nacido y, por tanto, con derecho a mandarnos según una única voluntad: la suya.

El recurso fácil reza así: “Vivas volverá a ganar las elecciones. Y quienes no estén conformes, ya sabe lo que les espera”. Sólo les falta decir aquello de que el barco sale a las ocho. Frase que estuvo de moda muchos años porque no se les caía de la boca a aquellos sujetos que se ufanaban al pronunciarla de ser más ceutíes que nadie.

El martes, precisamente, alguien me dijo que él tenía que defender a Vivas. Aunque en público. Debido a que un familiar suyo llevaba ya muchos años colocado a dedo por el alcalde. Y siguió hablando sin que yo le hubiera pedido que lo hiciera: “Lo que le pasa a Vivas es que está rodeado de colaboradores inútiles. No hay un solo concejal que valga un duro”.

Las palabras del funcionario, que así se manifestaba, me puso a huevo la respuesta: “cuando un alcalde no sabe elegir a sus concejales, siendo él además presidente del partido, dimitir es lo primero que se me ocurre recomendarle.

El funcionario que se expresó así, ante otros compañeros, hizo un canto al clientelismo imperante y, sobre todo, aireó lo que nuestro alcalde no cesa decir entre sus más allegados: “Mi gran problema es que estoy rodeado de ineptos”. Le faltó decir que “la política es un cobijo de incompetentes. Yo no los tendría ni de botones en mi empresa”. Y ya hubiera sido la viva imagen de Jesús Gil y Gil.
 

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