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OPINIÓN - DOMINGO, 23 DE MARZO DE 2014

 
OPINIÓN

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES 17.

El sábado estuve hablando con Juan Manuel Canca Román, a quien sus amigos lo llaman Manel. A Manel lo conozco yo desde hace un montón de años. Y no hace falta decir el mucho aprecio que le tengo. Estima que se acrecentó en su momento por verlo casi todos los días con un ejemplar de este periódico bajo el brazo. Juan Manuel Canca es del Madrid. Pero no de los que comulgan con ruedas de molino. Me dice que las declaraciones hechas por Di María antes del partido frente al Málaga no fueron de recibo. Se refiere Manel a lo que dijo sobre que no quería jugar en la Rosaleda para evitar una posible suspensión por acumulación de tarjetas. Tras su opinión, Manel quiso saber la mía en relación con el partido que se iba a jugar horas más tarde. Y le respondí que si Isco formaba parte del equipo inicial íbamos a sufrir de lo lindo. Y argumenté mi parecer: Isco distorsiona el sistema táctico del equipo madridista. Ni tiene cabida en la zona vital del medio terreno ni aporta mucho como delantero centro flotante o falso, como se le viene llamando ahora a una labor de la que Di Stéfano fue su máximo hacedor. Isco está sobrevalorado. Lo cual no quiere decir que no haga cositas… Mi estimado Manel, tan madridista él como buen aficionado, seguramente se acordó de mí durante el transcurrir de un partido donde nuestro equipo sufrió lo indecible.

Martes. 18

Hoy, como casi todos los martes, paseo la calle y alterno en establecimientos céntricos. Y sucede lo de siempre, en estos casos, que se me pregunta sobre la política local y yo respondo como creo que debo hacerlo. Pasadas las cuatro de la tarde, y cuando ya iba de recogida, se me presenta la oportunidad de pararme con cinco funcionarios que compartían terraza en una cafetería de la Avenida Antonio López Sánchez-Prado. Tras los saludos de rigor, uno de ellos saca a relucir el nombre de Juan Vivas. Y espera mi contestación. Y, claro, no le gusta la que le doy en un periquete. Por lo que se expresa así: “Como tu comprenderás, Manolo, yo tengo que defender a Juan Vivas, al menos en público, porque hace ya muchos años que colocó muy bien a un miembro de mi familia. Y debo decirte, eso sí, que quienes rodean a Vivas no valen un duro. Vamos, que está rodeado de inútiles”. No cabe la menor duda de que me puso a huevo la respuesta: a un gobernante que elige a los peores colaboradores no le cabe otra solución que dimitir. Al funcionario, ante una verdad que no necesita demostración, sólo le cupo expresarse así: “Juan Vivas va a estar en el poder no sólo cuatro años más sino todos los que él quiera”. He aquí un espíritu agradecido porque un familiar suyo tiene un empleo, conseguido por recomendación, en el que se trabaja poco o nada pero se cobra más que bien.

Miércoles. 19

Tomando el aperitivo con los conocidos de siempre surge la conversación sobre nuestro alcalde y a mí se me ocurre decir lo siguiente: “Sus, que le crujen las rodillas”. Los conocidos de siempre se quedan extrañados ante la frase hecha pronunciada por mí. Y a mí no me queda más remedio que explicarles lo que significa la locución adverbial. También se dice “guarda, guarda, que le suenan las choquezuelas”. Esta frase es la que pronunció la Vieja del Candilejo, cuando desde su ventanuco vio cómo dos caballeros se batían y uno de ellos mataba a su rival, y cuando el hijo de la vieja quiso salir a recoger el candil que se le había caído a su madre, y a identificar al matador, la vieja le advirtió que no lo hiciera, porque a quien le crujían las choquezuelas al andar, según sabía toda Sevilla, era al propio Rey don Pedro I. La frase se sigue usando en Sevilla para advertir a alguien que no se meta en pleitos con un poderoso, porque puede salir malparado. Es paralela en su significado a otras como “con la Inquisición, chitón”, o “con hermandad o cofradía no te metas en porfía”. Seguro que a nuestro alcalde le encantará saberse tan poderoso como lo fue el Rey don Pedro I.

Jueves. 20

Le he dicho hoy a una mujer con la que suelo conversar muy a menudo, a la que respeto tanto como estimo, que de ella me ha atraído siempre la voluntad y el valor. Y le expliqué que frente a las situaciones penosas, a los conflictos afectivos, a las rivalidades personales, las mujeres zanjan, reaccionan, actúan. Los hombres, en cambio, solemos vacilar, huir, tergiversar. Tanto en el terreno conyugal como en el personal. Determinación, la de ustedes, que me sigue asombrando. Esta señora, de la que hablo, me respondió que no convenía generalizar, pero que es cierto que las mujeres cuentan con la concreción y se emplean con la sutilidad adecuada en momentos donde los hombres ni siquiera saben qué hacer con sus manos. En realidad, el olfato, la sutileza y el sexto sentido lo tenemos muy desarrollados.

Viernes. 21

Fechas atrás, tras enterarme de que Emilio Carreira había formado parte de una reunión en la cual se habló sobre las obras del Paseo de la Marina, tuve a bien destacar el hecho como prueba evidente de que la recuperación del portavoz del Gobierno marchaba viento en popa. Pero, por si había algunas dudas al respecto, hoy se han despajados viéndole bajar la pasarela del buque Fulmar, formando parte de una comitiva en la que abría plaza Juan Vivas, seguido de Francisco Antonio González, el ya reseñado EC y Pepe Torrado. Pero antes, según prueban unas fotografías publicadas en este periódico, ya había estado también presente en la inauguración de un supermercado. El regreso de Carreira al tajo es una buena noticia. Sobre todo para nuestro alcalde. Ya que el mejor asesor que éste puede tener en estos momentos es, desde luego, un Carreira sabedor de que las aversiones son tóxicas y peligrosas. Emilio podría ser ese tranquilizante que nuestro alcalde está necesitando en grandes dosis.

Sábado. 22

Hablando de políticos, se me ocurre contarles hoy que buena parte de del deterioro de la política procede del uso de la ley del embudo; con la que los políticos reaccionan ante las irregularidades delictivas, o no, de sus miembros: disculpas y excusas si son sus compañeros, dureza y represión si son sus adversarios. Por lo tanto, no deberían sorprenderse los políticos de estar tan mal vistos e incluso que haya mucha gente que sienta aversión hacia ellos. Eso sí, la cara de los políticos, a medida que se sienten despreciados, por más que en el fondo suelan recitarse esa letanía de “Dame pan, y dime tonto”, se convierte en una cara sin expresión y que es como una ventana cerrada. Y qué decir de su forma de hablar ante el público: lo que dicen los políticos carece de color. Y, naturalmente, pasan a la fase del desprestigio absoluto.
 

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