PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
  

 

 

OPINIÓN - LUNES, 24 DE MARZO DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

Críticas constructivas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me repatea cada vez que oigo decir a un político que admite las críticas siempre que éstas sean constructivas. Cuando es harto sabido que tal crítica no le interesa a nadie. Pues todos tienden a acaparar alabanzas. Aunque debo confesar que, durante mucho tiempo, estuve hecho a la idea de que nuestro alcalde podría ser la excepción. El clásico mirlo blanco.

Semanas atrás, sin embargo, nuestro alcalde, ante opiniones publicadas acerca de él, no dudó en declarar que éstas procedían de personas que antes lo adulaban. Y achacaba ese cambio a que ya no podían chupar de esa ubre institucional a la que se accede mediante el clásico dedazo suyo. Lo cual es una mala práctica, tan denunciable como que ya hay sentada jurisprudencia al respecto.

Sus afirmaciones me dejaron turulato. Pues no me hacía a la idea de que un profesional de la política, como es su caso, diera muestras palpables de no haber asumido aún que estaba tan expuesto a las críticas constructivas como a la gripe. Y dije para mí: el señor Vivas se ha comportado como un niño malcriado. Y la culpa es de todos los que, de una u otra manera, le hemos venido dispensando un trato cariñoso y complaciente. Y no hay cosa peor que un chiquitín que opta por subirse a la parra.

Nuestro alcalde montó en cólera, por sentirse vapuleado, y, claro, lo siguiente fue comportarse como un boxeador golpeado: el doble de peligroso. Y desde entonces sigue bisbiseando maldades contra nosotros y tratando por todos los medios de hacernos comprender que su poder es omnímodo y, desde luego, que quien no diga amén a cuanto él ordene es condenado a que le den por retambufa.

Semejante condena duele. De modo y manera que pocas personas son capaces de plantarle cara a alguien que va adquiriendo más maneras de Nerón que de Napoleón. Perdonen el pareado. Pero es preciso para decirles a ustedes que muestro alcalde es rendido admirador del segundo.

Ante un poder tan desmedido como tiene el alcalde y tan predispuesto a ejercer el terror entre quienes no le bailen el agua, me decía un amigo, el sábado pasado, no cabe más que salir huyendo.

Oyéndole, me acordé, inmediatamente, de lo que le oí decir un día al gran Picoco: “Cuando veas guasa ajuir. Porque la guasa quema mucho más que la candela”. Lo que traducido del andaluz al castellano, significa lo que sigue: de donde hay peligro, hay que salir huyendo.

Y el peligro es mucho. Máxime cuando cada día nos cuesta más trabajo contentarle los oídos a nuestro alcalde. Lo cual es la única manera de ponerse a salvo de todo contratiempo. Y, por supuesto, de ese odio que él nos tiene y que le obnubila la razón y le estraga la sensibilidad.

Más tampoco es menos cierto que el miedo se combate hablando del miedo. Porque éste no admite pensamiento alguno. Y una vez superada la jindama, todo resulta más fácil y llevadero. Y hasta queda la esperanza de ir mermándole ese carisma del que tanto ha venido presumiendo un Vivas venido a menos.

Tan a menos, que por muchas votaciones que gane, a partir de ahora, le será más que difícil seguir manteniendo el fervor popular que desató en su día: pues todos saben ya cómo se las gasta. Y, cuanto más tiempo permanezca en el poder, su deterioro personal irá aumentando a la vez que las ayudas serán menores. Nuestro alcalde va dejando heridos por doquier. Y no quiere enterarse.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto