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OPINIÓN - MARTES, 25 DE MARZO DE 2014

 

OPINIÓN / PERSONAL Y TRANSFERIBLE

Adolfo Suárez y Ceuta
 


Domingo Ramos
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

En horas tan tristes como las que hemos estado viviendo con respecto a la lucha por la vida de Adolfo Suárez y llegado estos momentos de su muerte no tenemos por menos que hacernos eco del pesar que nos alberga, al tiempo que compartimos el dolor de sus familiares, dando las gracias al Cielo por la “paz que derramó y que sus buenas obras, nos sirvan de ejemplo”. Descanse, pues, en la Paz del Señor don Adolfo Suárez González.

Los ceutíes tuvimos dos visitas del presidente Suarez a nuestra ciudad: una cuando los “tambores de guerra”, el 5 de diciembre de 1980, resonaban en los cuarteles y, a la vista de ello, se dignó visitar Ceuta y reunirse, él solo y en su feudo, con los Jefes y Oficiales del Tercio Duque de Alba de la Legión en cuyo transcurso se habló de todo y de todos y de donde salió triunfante porque en las distancias cortas era un verdadero maestro. Acompañaban a Adolfo Suarez el Capitán General de Sevilla, Tte. General Merry Gordon (que dos meses después estuvo a punto de sumarse al 23F); el Comandante General y delegado del Gobierno en Ceuta, General Mariñas Romero, y el Alcalde de la Ciudad Ricardo Muñoz. Había inaugurado la nueva ampliación de la Central Térmica y las instalaciones de la Casa del Mar donde se produjo un suceso en el que se demostró la sangre fría y el semblante y disposición personal del presidente Suárez, al desprenderse una de las mamparas de cristal que cubrían las escaleras de dicha residencia, que vino a herir un periodista del diario sol de España de Málaga que le seguía, a pesar del estruendoso ruido y de la sospecha por parte de todo el séquito que le seguía que podría tratarse de un artefacto, Adolfo Suárez ni se inmutó y cuando vinieron a darse cuenta del porqué no asistía a una reunión con representantes de la Cofradía de Pescadores que se le había convocado a tal efecto, vino en conocerse que se había desplazado a la clínica de Ntra. Sra. de los Ángeles para visitar al periodista que allí había sido trasladado para la cura de sus heridas.

Por la noche le fue ofrecida una cena en el hotel La Muralla por militantes de la Unión de Centro Democrático y recordamos como a la entrada del establecimiento hotelero, donde se encontraban directivos del partido, parlamentarios y otras autoridades, al acercarse al Senador Serafín Becerra le hizo un amago de golpe boxístico, recordándole sus tiempos de boxeador, fundiéndose después en un apretado abrazo, con lo que se demostraba, una vez más, el carisma del presidente Suárez.

Otro detalle del carisma de Adolfo Suárez fue cuando a la llegada a la puerta de la Delegación del Gobierno se encontró con una pequeña agrupación de demandantes de viviendas, capitaneados por el popular dirigente vecinal Joselito, a quien saliéndose de la comitiva que le acompañaba, atendió en sus demandas y en vez de la reprobación que se esperaba, recibió el cariñoso aplauso de cuantos acompañaban al dirigente vecinal.

También recordamos la visita de Adolfo Suárez a Ceuta cuando, por iniciativa y propuesta del Alcalde-Presidente Jesús Fortes (quizás uno de los pocos políticos que le reconoció sus méritos en vida) le fue concedido el I Premio Convivencia “por haber contribuido de forma relevante y ejemplar al fomento de los valores de justicia, fraternidad, paz, libertad, acceso a la cultura e igualdad entre los hombres, durante la transición política española”. En su discurso el galardonado puso especial énfasis en la transición española, trazando un paralelismo entre el ejemplo de la población ceutí y el período de la transición política española.

En 1981, presentó su dimisión de presidente del gobierno, sintiéndose acorralado y presionado por el fallido intento de levantamiento militar del 23F, dada la incomprensión de la mayoría de miembros de su partido, de parte del los poderes fácticos de la nación (ejército, clero y banca por este orden que no le admitían sus propuestas de legalización del comunismo, del divorcio y pactos de la Moncloa) y de la misma gente que le votó para su elección. Después de tratar de reorganizarse, sin éxito, con la creación del partido Centro Democrático y Social, En 1991 abandonó la política.

Así hoy, en reconocimiento de su crucial y valiosa actuación en el devenir de la historia de España, lo que nos permitió vivir en paz y en democracia, se le rinden los merecidos honores que en vida, por desgracia, se les negaron.
 

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