PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
  

 

 

OPINIÓN - MARTES, 25 DE MARZO DE 2014

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Banderas a media asta
 


Jesús Carretero
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Y de una forma totalmente merecida, para el verdadero presidente de la democracia al que, desde esa misma democracia, muchos que suelen denominarse demócratas y a los que él había abierto la puerta, le martirizaron, al estar más pendientes de ocupar ellos el poder que de mirar por el beneficio del país.

Y es que Adolfo Suárez era un “homo novus”, porque no tenía antecedentes importantes en la política, no tenía antecedentes de importancia en el mundo militar y, además, no pertenecía a las familias ilustres de la nobleza o de la banca.

Para muchos, en Madrid, era un pueblerino que quería hacer carrera política, sin otro pasaporte que su ambición, pero la mayoría de ellos ignoraba que cuando llegó al Gobierno de la Nación ya había ganado muchas batallas en provincias, y si no que repasen su hoja de servicios en sus tiempos de gobernador civil de Segovia o en todos los momentos que estuvo al lado de Herrero Tejedor, una de esas personas que no ha sido valorada todavía como merece.

Lo más curioso es que, a lo largo de esta semana, han aparecido muchos aduladores de los de última hora, que en los momentos duros para él le habían tirado a la yugular.

Así hemos oído, y no con sumo gusto, a gentes de UCD, aquel conglomerado de siglas que gracias a él llegaron a lo más alto, a ganar por dos veces consecutivamente unas elecciones, sin más bagaje que la personalidad de Adolfo Suárez, dos victorias en las urnas sin mayoría absoluta, pero que con su talante fue capaz de gobernar pactando, aunque fuera con el diablo, si aquello era lo mejor para España.

Y además, cosa que debemos lamentar mucho quienes llegamos a conocerlo antes de que fuera presidente del Gobierno, los que siempre se abrazan a las palabras huecas de “mi España” o frases similares, esos fueron los que más duramente se portaron contra él.

Ahora, tras su muerte, porque hasta para eso ha sido un hombre digno, tendrán que salir a la luz del día muchos de esos secretos que él se ha llevado consigo a la tumba. Ahora, precisamente ahora, tendremos que saber, podremos saber, cual fue el hecho culminante del acoso por todas partes, con la UCD hecha añicos por la desvergüenza y el ansia de poder, para que él dimitiera el 29 de enero de 1981.

Bien se merece para su recuerdo por parte de todos estas banderas a media asta, porque la vida no fue grata para él, desde el momento en el que el Rey, a principios de julio de 1976, le nombró presidente del Gobierno.

Ese nombramiento parecía que había sido una maldición que pesó sobre él durante todos los años que tuvo poder, y ha tenido que ser el tiempo, juez soberano, el que venga a poner las cosas en su sitio, aunque un poco tarde ya, cuando él no, pero su familia sí, pueden darse cuenta de que su labor no había caído en saco roto y que ciertas personas, de las que hoy mismo están en el ojo del huracán se nos remiten al pasado y ven en él, sin iras ni crispación, el auténtico sentido de cordialidad. Esto es, cuando menos, gratificante.

Las banderas a media asta reflejan la aprobación de ese hombre que ha sido el más firme defensor del diálogo y el consenso. El hombre que tuvo la habilidad de desatar, sin romper nada, todo aquello que estaba “atado y bien atado” en los cuarenta años anteriores.

Y en esas banderas a media asta, que nadie lo olvide, algo, también, tuvo que ver el Rey, algo que el propio Juan Carlos I no ha olvidado:” impulsamos Adolfo y yo”. Naturalmente que el Rey se daba cuenta, había visto como su primer Gobierno había fracasado con Carlos Arias, por lo que el segundo tenía que demostrar que sus aspiraciones, de una democracia total, en esta ocasión iban en serio.

Y tan en serio fueron que en menos de 19 meses se había pasado de la muerte del General Franco a ser convocados todos los españoles a unas elecciones generales. Y nadie debe olvidar, tampoco, que en muy pocos días más de 24 meses se pasó de la muerte del General Franco a tener ya aprobada en referéndum una nueva Constitución que es la misma que tenemos hoy.

Las banderas a media asta están perfectamente justificadas, al menos para los que ya hemos pasado de los 60 y hemos vivido todo lo anterior.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto