PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
  

 

 

OPINIÓN - MARTES, 1 DE ABRIL DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

En defensa de nuestro alcalde
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Como Juan Vivas presume de tener memoria de elefante, y uno puede dar fe de ello, no tendrá el menor problema en asumir lo que me dijo hace ya varios años: “Manolo: Tú te llevas los lectores y yo los votos”. Halago envenenado, por los cuatro costados, cuyo significado yo entendí en el acto: no se te olvide nunca que aquí soy yo quien corta el bacalao.

Personas de ese perfil, o sea votantes de nuestro alcalde y lectores de este periódico y, de paso, de esta columna, me vienen diciendo, desde hace ya cierto tiempo, que a ver si encuentro una oportunidad para festejar cualquier intervención o buen hacer del alcalde. Y llevan razón quienes así se manifiestan con la corrección debida y mejores intenciones. Así pues, a mí no me queda más solución que responderles que son muchas las ganas que tengo de dar albricias a nuestro alcalde por cualquier hecho destacable realizado o buen comportamiento tenido. Pero que va pasando el tiempo y no acabo de hallar motivo alguno para expresarle mi alegría y felicitaciones.

Puede ser, por qué no, porque yo me haya vuelto muy exigente con los políticos y también absolutamente contrario a las más que reconocidas e injustas decisiones que ha venido tomando Vivas para favorecer a ciertos amigos suyos. Cuyos nombres son, por supuesto, harto conocidos por cuantos leen ‘El Pueblo de Ceuta’ y, ya puestos, a quien escribe.

Se me ha dicho, por parte de muchos partidarios de Vivas y lectores míos, que yo debiera saber que si Vivas está viajando tanto –últimamente- es por ser víctima de la rutina. Que no deja de ser la costumbre de hacer cierta cosa o de hacerla de cierta manera, que se sigue manteniendo aunque no haya razón para ello o lo haya en contra. Según la definición de lo rutinario.

Lo cual no deja de ser una solemne barbaridad. Porque calificar así el trabajo de quien ha de cumplir con las obligaciones de un cargo tan importante es ofensa que no merece ni el cargo ni la persona que lo ejerce. Por más que entienda que los hay que confunden rutina con el trabajo habitual, normal, diario, semanal o vulgar.

Ahora bien, a mí no me sorprende, y de hecho lo refería, días atrás, a propósito del viaje de Vivas a Melilla, que el aburrimiento se haya apoderado de él y que arda en deseos de quitarse de en medio en cuanto se le presenta la ocasión: ya sea viajando a Melilla, a Madrid, a La Rioja, a los pueblos blancos de Andalucía o a Portugal.

Y a mí me toca, cómo no, aprovechar la ocasión para salir en su defensa. Con lo cual, conformaré a muchos de sus votantes y a parte de mis lectores. Sin que sirva de precedente. Veamos: quién no se aburriría habiendo cumplido ya casi 15 años como alcalde. Sentado en el mismo despacho. Rodeado de los mismos objetos y viendo a las mismas personas. Quién no se habría cansado ya de recibir el desayuno y la merienda a la misma hora y en el mismo sitio… Quién no se aburriría teniendo que soportar diariamente, aunque le cueste lo indecible reconocerlo, la ñoñez, revestida de altanería, de Yolanda Bel. O la escasa o ninguna ayuda que recibe de algunos concejales y asesores nombrados a dedo.

Y así podría seguir enumerando motivos, nombres y escenarios, que provocan cansancio mental, hartazgo y hastío indefinido en nuestro alcalde. No me extraña que se haya ido, radiante de felicidad, a los funerales de Adolfo Suárez, a perorar en Lisboa y, metido ya en faena, por qué no regresar a los madriles para presenciar el Madrid-Borussia Dortmund en el palco del Bernabéu.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto