PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
  

 

 

OPINIÓN - SÁBADO, 5 DE ABRIL DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

Clientelismo y nepotismo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Dicen que don Manuel Azaña detestaba el clientelismo político. Dirigente de un partido minoritario, Acción Republicana, todo lo confiaba a la capacidad que tenía de expresar sus ideas con claridad y elocuencia ante 12.000 personas o incluso más.

De hecho, plazas de toros como la de Valencia o la Monumental de Las Ventas del Espíritu Santo, madrileña, se ponían a tente bonete cuando se anunciaban sus mítines. De haberse cobrado dinero por la entrada, yo he oído decir a personas de la época que los revendedores hubieran hecho su agosto.

No cabe la menor duda de que Azaña detestaba la manera de proceder del Conde de Romanones: prototipo de político palaciego, de escasos escrúpulos y titular o valedor de muchos intereses económicos. Gracias a ellos y al cultivo de muchas influencias personales, su cacicazgo se extendió por varios lustros en la provincia de Guadalajara.

La falta de clientelismo político fue siempre insalvable obstáculo de un Azaña convencido de que sólo con su nombre y su palabra se podía hacer política y gobernar sin perder el sentido de los conjuntos. Las adhesiones entusiastas que le acompañaron en su momento, se volvieron contra él en cuanto las cosas principiaron a torcerse y no halló defensa alguna por no haber usado su dedo influyente para colocar a sus fieles por doquier.

Nada que ver la postura de Azaña con lo que ha venido ocurriendo desde entonces hasta nuestros días. En España la primera manifestación de poder ha consistido en colocar gente próxima; antes se contrataba a parientes carnales y ahora a parientes políticos: militantes del partido que no se cortan lo más mínimo en reclamar el pago de las lealtades.

Lo que ha propiciado, hace ya mucho tiempo, que esas legiones clientelares hayan sobredimensionado una Administración ineficaz, en muchos casos, mal organizada y que haya contribuido a fomentar el rencor popular contra la función pública. Es parecer que no me he cansado de oír.

Fechas atrás, el día 2 del mes que corre, me tocó escribir sobre el clientelismo, debido a que me informaron del mucho uso que se ha hecho de él por parte del Gobierno local y que se sigue haciendo a tutiplén. Y, una vez puesto, aproveché la ocasión para recordar que Juan Luis Aróstegui (ese que le ha dicho a los parados que se congregan frente al edificio municipal, que él se llama a andana en lo tocante a colocaciones) se ha jactado siempre de ser el político que más personas ha colocado a dedo mediante faxes enviados al sitio adecuado con el nombre de su ya cliente de por vida.

También saqué a relucir ese día lo bien que había trabajado el clientelismo nuestro alcalde. Hasta el punto de haber superado ya, con creces, a su maestro en tal ejercicio: Aróstegui. Aunque sería injusto no reconocer que nuestro alcalde juega con ventaja: lleva un siglo gobernando como primera autoridad municipal. Así cualquiera.

En cambio, se me pasó por alto, pues uno no puede estar a todas, referir cuál de los dos políticos ha abusado más del nepotismo. Es decir, preferencia dispensada a los parientes para los empleos públicos. Y tengo entendido, según informe secreto, que lo es a voces, que el alcalde está a punto de sobrepasar al sindicalista, dirigente de Caballas y amigo… Parece mentira que, pese a los millones de parados existentes, aún haya canonjías para ser repartidas entre parientes. Canonjía: empleo de mucho provecho y poco trabajo. Lo que desmoraliza y aplana al pueblo llano.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto