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OPINIÓN - MARTES, 8 DE ABRIL DE 2014

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

Las debilidades de la Administración Vivas

Por Ramiro T.


El Gobierno de Vivas confirmó ayer, tal y como adelantó este periódico, que la Mesa Negociadora se reúne hoy y que tratará una propuesta para cubrir 29 empleos por el sistema de libre designación. No obstante, como es habitual, el Ejecutivo de Vivas intenta que los árboles no dejen a los ciudadanos ver el bosque, afirmando que “los 29 empleos, que equivalen a un 1,9 % de la plantilla de la Ciudad (unos 1.500 empleados), existen actualmente y están cubiertos, de modo que la propuesta no supone ni la creación de un solo puesto de trabajo ni conlleva coste alguno”, cuando no es ese el verdadero trasfondo, si bien cabría estudiar si todos esos puestos son en verdad necesarios y cuanto se podría ahorrar eliminándo algunos de ellos.

Pero repito, ese no es el problema. La cuestión importante son algunas de las debilidades que presenta la Administración de la Ciudad Autónoma de Ceuta provocadas por el Gobierno de Vivas y que desde hace tiempo llevan denunciando tanto la oposición como los sindicatos. Entre algunas de esas debilidades se encuentra el fraccionamiento de contratos sin justificación, las facturas sin consignación, la relativa transparencia de las empresas públicas, y como no, el abuso de la libre designación.

Estos “agujeros” de la Administración han vuelto al primer plano después de que saliera a la luz el ‘caso Kibesan’, las ‘facturas en los cajones’ del Plan de Pago a Proveedores o la polémica generada con los puestos de Interventor y Secretaria General.

En este sentido, la libre designación, es una de las raíces del problema. No hay conversación o cotilleo en la que no aparezca la cuestión de cómo se ha venido utilizando la libre designación para cubrir los puestos de alto funcionario. El abuso de esta forma de provisión de cargos ha sido denunciado reiteradamente por el PSOE y Caballas y por los sindicatos, sobre todo UGT que ha conseguido tumbar en los tribunales los nombramientos de directores y subdirectores generales. Todos los colectivos que han criticado el abuso que se hace de la libre designación -una cuestión común a buena parte de las administraciones del país- coinciden en señalar que su mayor peligro es que el poder político consiga diseñar una administración sumisa a sus intereses,y acabar con la posibilidad de que el funcionario diga “no”.

En la práctica hay quien defiende que esto supone ascender a los funcionarios con carné y afines ideológicamente al partido que sustenta al Gobierno. Pero esto no siempre es así. En otros casos simplemente “se asciende a gente que acaba de sacar la oposición que tiene poca experiencia y ninguna antigüedad ni complemento salarial consolidado. Para esta gente un ascenso supone una buena inyección de dinero al mes. Por eso es lógico que en caso de duda acepten lo que les dice su superior político”, explican trabajadores de la Administración.

A la libre designación habría que añadir la figura de la “comisión de servicios”, que sobre el papel sirve para cubrir durante un año un puesto en la Administración hasta que se convoque el concurso para optar a la plaza. Pero estos concursos estuvieron durante años congelados, convirtiéndose así en una libre designación de facto.

¿Pero cuáles son los peligros?

Fundamentalmente acabar con la independencia del funcionario. Un ejemplo. Las mesas de contratación por las que tienen que pasar las ofertas para los grandes contratos de obras y de suministros de la Administración están compuestos obligatoriamente por un letrado y un interventor, y habitualmente por el jefe de servicio del que depende la obra, que debe defender el porqué es necesaria. Y si estos son elegidos a dedo. ¿qué garantías hay de que siendo cargos de confianza del cargo político no se dejen presionar para apostar por una u otra oferta?

Las empresas públicas

O como machaconamente los denominada el PP, los “chiringuitos”. Este tipo de empresas han servido al Gobierno de Vivas para ocultar deuda pública, adjudicar contratos con dinero público evitando el control parlamentario y contratar a trabajadores sin la criba de la oposición pública.

Las dudas en las adjudicaciones de los contratos

El Tribunal de Cuentas repite constantemente en sus informes advertencias de cómo los criterios que se utilizan en las adjudicaciones no son objetivos, que hay métodos de adjudicación, como es el trámite de urgencia, que se ponen en marcha sin justificación aparente o cómo se abusa del fraccionamiento de contratos. Esto es, convertir un contrato mayor en uno o varios de menor cuantía y así poder adjudicarlo directamente sin concurso público. La ley de contratos públicos, cuya última versión es de 2007, clasifica los contratos menores en aquellos cuyo precio es menor de 18.000 euros para suministros, y los que son menores de 50.000 euros para obras.

Éstos pueden adjudicarse sin necesidad de concurso público. La práctica habitual es que la Administración invite a enviar ofertas a un mínimo de tres empresas. Las ofertas se valoran y se adjudica el contrato a la que se considere mejor de manera directa. El objetivo es dar agilidad a determinadas compras y obras que no pueden esperar al proceso burocrático que exige un gran contrato. Sin embargo, por esta vía de los contratos menores se adjudican cada año miles de euros.

Estas son algunas de las debilidades más importantes que presenta la Administración de la Ciudad Autónoma y que el Gobierno de Vivas olvidó de incluir ayer a su comunicado de prensa. Seguramente por aquello de no dejar que ‘la verdad te estropee una buena noticia’.
 

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