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OPINIÓN - MARTES, 15 DE ABRIL DE 2014

 

OPINIÓN / EL OASIS

La depresión está causando estragos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El hombre tiene en la vida un enemigo: el aburrimiento. Por consiguiente, en todas las épocas ha buscado y hallado unas defensas contra él. El trabajo ha sido una de ellas, pero por diversas razones económicas y sociológicas no siempre pudieron encontrarlo.

Desde hace cuatro años, los parados han ido aumentando en la misma medida que los centros de salud mental se iban atiborrando de pacientes. En algunas comunidades más que en otras y en ciertas provincias el problema ha alcanzado ya cifras muy preocupantes.

Tan preocupantes como para que en algunos sitios haya subido como la espuma la consumición de ansiolíticos. Lexatin, Orfidal y Trankimasin se han colocado en los primeros lugares de esa lista oficial en la cual aparecen los medicamentos más vendidos en las farmacias.

Hasta el punto de que se nos dice, de muy buena tinta, que si antes eran cuatro de cada cien los andaluces que tomaban ansiolíticos, ahora son once de cada cien. De manera que no hay que ser ninguna lumbrera para deducir que las depresiones han ido aumentando sin cesar. Y, de seguir así, se cumplirá el vaticinio de la Organización Mundial de la Salud: “La depresión será una epidemia en 2030”.

El vaticinio de la OMS está fundamentado en el paro galopante que se está ensañando con las personas. Con el consiguiente empeoramiento de la economía, los desahucios y el endeudamiento. Factores que van trastornando mentes y poniéndolas al borde de ese abismo en el que un simple traspié propicia la fatalidad.

La depresión está causando estragos. Menos mal que ante los despidos aparecen las familias en apoyo de quienes, habiendo disfrutado de un buen pasar, se ven de la noche a la mañana sumidos en situaciones económicas lamentables. Por no llamarlas ruinosas.

Pero no todos los que se quedan sin trabajo tienen la suerte de contar con ese núcleo familiar dispuesto a compartir lo poco o mucho que tengan. Cierto es que en los pueblos se ha vuelto a poner de moda eso de que donde comen dos comen cuatro. Así se evitan acciones que podrían acarrear sucesos indecibles. Mas nunca es tarde si la falta de tajo sigue en sus trece.

Aun así, todavía existen estudiosos del tarro que tratan de quitarle importancia a las depresiones y anuncian que no se deprime quien quiere, sino quien puede. A ver cómo se le dice a un padre de familia, con cuarenta y pocos años y que está excluido del mercado laboral, que sus miedos son absurdos y que lo mejor que puede hacer es afrontar con entereza lo que el destino le ha deparado.

Un hombre sin trabajo va de un lado a otro por la casa como un perro abandonado. Semejante situación los vuelve agresivos, incluso violentos. Y en bastantes ocasiones encaminan sus pasos por la calle de en medio. Que no es casi nunca la mejor elección.

El hombre ha nacido para trabajar. Pues currelando llena la andorga y puede holgar. Que ya lo dijo bien claro el Arcipreste de Hita. Todo lo que no sea comer y gozar de mujer en el tálamo nupcial empequeñece al varón. En suma: Los disloca. Los vuelve peligrosos. Los abisma al descalabro. Y una vez situado en esa parrilla de salida, han de mantenerse mediante la ayuda de ansiolíticos. El negocio de la vida es así.
 

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